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Un reto muy difícil para el Príncipe

domingo 09 de diciembre de 2007, 00:39h

El problema diplomático con Hugo Chávez se mantiene y es de temer que no se vaya a solucionar así como así. La coincidencia, a comienzos de la semana que entra, del Príncipe Felipe con el presidente venezolano en los actos de toma de posesión de Cristina Kirchner como presidenta de Argentina ha levantado mucha polvareda. Pero los planes, sospecho, no han salido del todo bien, un poco por culpa de todos, y ahora, desde el gobierno Zapatero, tratan de limitar el alcance de las especulaciones: solamente habrá entre ellos un “saludo protocolario”, dijo la vicepresidenta Fernández de la Vega tras el Consejo de Ministros.

Cierto es que ha habido ‘contactos diplomáticos’ de pelaje variado para propiciar un acercamiento de posiciones, aprovechando que el heredero de la Corona española viajará a Buenos Aires para estar presente, el lunes, en la toma de posesión de la nueva presidenta argentina, y que Chávez estará también probablemente allí. El propio fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, ha participado en tales contactos en Argentina, para no hablar ya de los respectivos embajadores venezolano en Madrid y español en Caracas; la actividad de este último, Dámaso de Lario, está siendo especialmente cauta y discreta, pero “frenética”, según dicen en el Ministerio de Exteriores.

Pero ha habido demasiadas filtraciones interesadas, y el régimen de Chávez ya se sabe que es lenguaraz. El presidente venezolano, fiel a su carácter, está encantado con su enfrentamiento nada menos que con el Rey de España (así es como él presenta las cosas) y no acepta, dicen fuentes diplomáticas venezolanas, que cualquiera que no sea don Juan Carlos I de Borbón trate de facilitar los contactos entre ambas partes. Para colmo, en algunos medios españoles se publicó que la ‘mediación’ eventual del Príncipe no habría sido conocida por el Rey, y que el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, actuó al margen de La Zarzuela. Ello no parece haber sido así -al menos, Moratinos me lo desmintió personalmente-, pero las perspectivas de un mal final para cualquier posible mediación han aconsejado desistir de convertir a Don Felipe en el protagonista de una eventual reconciliación, sobre todo para no desgastar su figura.

Quién sabe, en cualquier caso, en qué puede derivar ese “saludo protocolario” entre el Príncipe y Chávez. Con el presidente venezolano nunca se sabe, y un encuentro entre ambos, aunque sea en presencia de otros mandatarios, es susceptible de acabar en cualquier cosa, para mal o para bien. Es lo peligroso de tratar con personajes como Chávez, para quienes los usos diplomáticos o incluso de la buena educación son cosas inexistentes.

Y, de todas formas, seguro que la situación no será cómoda para el máximo representante de la delegación española a la toma de posesión de una presidenta, la señora Kirchner, que también se ha distinguido por mantener una escasa cordialidad con los intereses de España en Iberoamérica. Es una misión difícil para el heredero de la Corona española, que supo hacer un buen papel en otras tomas de posesión de jefes de Estado iberoamericanos que podrían haber resultado comprometidas, como la del boliviano Evo Morales. Ahora, está acaso ante su primer reto internacional verdaderamente complicado.

(Fernando Jáuregui es periodista y director de Diariocrítico.com)

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