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Pues nada: a las elecciones que nos vamos de cabeza...

miércoles 03 de agosto de 2016, 16:50h

Si nos atenemos al resultado (a la falta de resultado) de los contactos del presidente en funciones, Mariano Rajoy, con sus interlocutores de este martes y miércoles, Pedro Sánchez y Albert Rivera, todo nos lleva a la convocatoria inevitable de unas terceras elecciones generales en el plazo de menos de un año. Todo un récord. Tanto Pedro Sánchez, que se aferra al 'no' intransigente a pactar con el Partido Popular, como Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, que asegura que no dará el 'sí', sino solamente la abstención a una investidura de Rajoy, hacen presagiar el desastre.

Y eso que Sánchez, en un ejercicio trapecista, insiste en que Rajoy debe buscar alianzas para gobernar 'con las derechas' (o sea, Ciudadanos, con quien --por cierto-- antes pactó el PSOE; el PNV, que ha dicho que de favorecer la investidura de Rajoy, nada; y Convergencia catalana, que acaba de firmar la 'desconexión' de Cataluña con el resto de España). Igualmente, y eso que Rivera, que quizá llegue a algún tipo de evolución en sus posturas (esperan en Moncloa), ofrece un 'pacto de Estado' a Rajoy en torno a Presupuestos y déficit, pero no el 'sí' a su investidura. Y, finalmente, y eso que Rajoy se muestra dispuesto a "negociar lo que sea, cuanto sea, cuando sea"... Pero, en el escaso papel negociador que entregó a Rivera y que dicen que Sánchez no quiso ni recibir, se limita a esbozar pactos inconcretos y, por ejemplo, de una reforma constitucional, tan necesaria a juicio de PSOE y Ciudadanos, ni se habla.

O sea, que las cosas van mal. Por más que Rajoy expresase, acudiendo un proverbio hindú, que "se ha dado el primer paso de una larga caminata" porque Rivera, al menos, se ha ofrecido a negociar los temas antedichos y otros, lo que, entienden en Presidencia, abre un portillo a la posibilidad de que Ciudadanos, en lugar de abstenerse en la investidura, diese a corto plazo el ansiado 'sí' a Rajoy, posibilidad que tanto Rivera como sus más cercanos niegan vehementemente. Desde luego, con el PSOE, que se niega al parecer a consultar el tema con su militancia, los puentes parecen cortados, y en ámbitos de PP, Ciudadanos y Podemos creen que ha triunfado la estrategia monclovita de culpar a los socialistas si, efectivamente, hay que llegar a las terceras elecciones; gran parte de los medios de comunicación ya achacan al partido de Pedro Sánchez la principal responsabilidad en el peligroso bloqueo político, y próximamente quizá económico, al que está sometida España.

En este marco, pude preguntar a Rajoy, en la rueda de prensa tras su encuentro con Rivera, si, en todo caso, iría a una sesión de investidura, que obviamente perdería, no para presentar sus propuestas a los demás grupos parlamentarios, que ya se sabe que están por el 'no' o, en el mejor de los casos (solamente el de Ciudadanos) por la abstención, sino para convencer a la sociedad, a la ciudadanía, de sus argumentos. Es decir, convirtiendo esa sesión de investidura, de antemano fallida, casi en el primer acto de la campaña de esas terceras, inevitables, elecciones. Negó tajantemente Rajoy mis hipótesis: no hay que dar por supuesto que se presentará a la investidura -"lo importante no es el debate, sino que este lleve a la formación de un Gobierno"_y menos aún que la perderá. "Mi intención es evitar las terceras elecciones, que serían una vergüenza", recalcó varias veces.

Lo que nadie sabe es cómo las evitará. No parece, a estas alturas, haber una salida, ni clara ni oscura. De momento, no es evidente ni que haya una sesión de investidura, que abriría la cuenta atrás hacia las elecciones, con lo que la situación de interinidad, según los vacíos que encontramos en la Constitución, se podría prolongar eternamente. Como esto no es razonable --ni, posiblemente, constitucional: una vez aceptada la encomienza del jefe del Estado, Rajoy estaría al menos moralmente obligado a presentarse--, todos suponían que en el encuentro celebrado este miércoles por la tarde con el Rey, al que podrían seguir encuentros del jefe del Estado con otros líderes políticos, algún paso se dará para desbloquear la situación. Aunque solo sea para abrir los plazos hacia la carrera electoral que todos dicen repudiar y a la que todos se sienten abocados. Mal asunto, salvo sorpresas agosteñas de última hora. La impresión es que 'ellos' se van de vacaciones -prometiendo, eso sí, llamarse por teléfono, porque equipos de negociación no hay- , dejando el caos tras sí.

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