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El Bréxit en el trámite parlamentario

jueves 02 de febrero de 2017, 19:19h

La aparente resistencia de la Premier británica de hacer intervenir al Parlamento en la idea de continuar con la marcha del Reino Unido como país miembro de la Unión cedía finalmente ante la necesidad de contar con la legitimidad, ante lo cual el Gobierno británico presentaría el 26 de enero de 2016 un proyecto de ley minimalista constituido por un solo artículo: “Confer power on the prime minister to notify, under article 50 of the treaty on European Union, the United Kingdom’s intention to withdraw from the EU”: “La Ley confiere poder al primer ministro para notificar, bajo el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, la intención de Reino Unido de salir de la UE”. Se entendía que un texto tan breve y concreto permitiría una tramitación lo más breve posible.

Según el gobierno, el debate ya no procedía, porque sencillamente estaba dando curso legal a la voluntad emanada del resultado del referéndum del 23 de junio del 2016. Por tanto, una discusión en torno a si procedía o no procedía no debía tener la extensión que algunos deseaban. De este modo se evitaba un aluvión de enmiendas parlamentarias durante el preceptivo proceso de aprobación.

El Parlamento británico ya había aprobado el 7 de diciembre de 2016 una Resolución en la que se posicionaba a favor de que el Gobierno invocase el artículo 50 del Tratado de la Unión antes del 31 de marzo de 2017 contando con 461 votos a favor y 89 en contra. Con este antecedente se producía el 26 de enero la primera lectura de la escueta ley que consistiría tan solo en el trámite de recepción que no contempla discusión alguna. La segunda lectura se produciría entre el martes 31 de enero y el miércoles 1 de febrero de 2017 y en ella se debatiría, discutiría y revisaría el proyecto de ley presentado por el Gobierno y se procedería a la correspondiente votación de la Cámara de los Comunes.

En este debate se habló incluso por los que defendían el Brexit de que este Referéndum era un reflejo de la profunda frustración y el desapego a la política que dominaba a la mayoría de las gentes que se han sentido ignoradas y no valoradas en todo este tiempo. En realidad, aunque se conocía la mayoritaria adhesión de laboristas y conservadores, se generaron dos posiciones confrontadas: por una parte, los conservadores y la gran mayoría de los laboristas; y por otra parte, los liberales, los nacionalistas escoces y una quinta parte de los laboristas distanciados de la disciplina de votos marcada por el líder laborista Jeremy Corbyn, acompañada su postura de dos dimisiones en el gabinete laborista en la sombra que obligará a reestructurar el ejecutivo en la sombra de la oposición.

En uno de los momentos más reseñables del debate, el conservador y exministro de Hacienda, Kenneth Clarke, diría que lo que estaba sucediendo le recordaba a la novela de Lewis Carrol, cuando Alicia se precipitaba por la madriguera del conejo blanco y caí en la antesala del País de las Maravillas. La salida del Reino Unido sería entonces como la de aquella imagen, una Alicia precipitándose al vacío sin conocer cuál será el futuro maravilloso que le espera a la nación. Esta imagen la recogería Alex Salmond, antiguo Ministro principal de Escocia y ahora parlamentario, quien diría que la diferencia está en que si en la metáfora Alicia caía sola en la madriguera, ahora la primera Ministra británica caería arrastrando al agujero a los partidos políticos y a toda la nación. Otro de los líderes laboristas, Owen Smith, manifestaría que lo que estaba en juego eran también “nuestros valores”.

El resultado de la votación sería de 498 votos a favor y 114 votos en contra, lo que permitirá pasar el 8 de febrero a la tercera lectura en la que se discutirán las enmiendas, se revisará el proyecto y se votará para dar traslado a la Cámara de los Lores. El miércoles 1 de febrero en la mañana Theresa May añadiría a los diputados presentes que la Cámara tiene una decisión de adoptar muy simple: “Tenemos el derecho de juzgar en esta materia si el pueblo británico su elección: quieren abandonar la Unión Europea. La cuestión que todo miembro debe preguntarse a si mismo es si realmente confía en la decisión del pueblo.”

El siguiente paso que se ha dado en este proceso ha sido la presentación que se ha producido hoy jueves 2 de febrero de un llamado Libro Blanco titulado: “La salida del Reino Unido y la nueva asociación con la Unión Europea”. Anticipemos antes que todo este proceso va para largo. Ivan Rogers, antiguo Embajador de Gran Bretaña en la Unión Europea, llegó a especular con que las negociaciones pueden durar hasta 10 años y tampoco es seguro que se llega a un acuerdo. La tarea por delante es gigantesca y extremadamente compleja porque ha de desenredarse una relación que ha durado más de 40 años.

El Libro Blanco que tiene 74 páginas, comprende fundamentalmente 12 grandes bloques que funcionarán como directrices en las negociaciones entre los que destacamos los siguientes: fortalecimiento de la propia Unión Británica y en concreto de los vínculos con Irlanda; el control de la inmigración, garantizar los derechos de los nacionales de la Unión Europea en Reino Unido y de los nacionales del Reino Unido en la Unión Europea; la protección de los derechos de los trabajadores, la realización de una nueva asociación estratégica con la UE que garantice el comercio con los mercados europeos; asegurar acuerdos con los países en todo el mundo; colocar al Reino Unido en la vanguardia de la ciencia e innovación y cooperar con la Unión Europea en la lucha de la delincuencia y el terrorismo. Finalmente, se plantea realizar un proceso gradual que permita una salida regular y ordenada de Gran Bretaña de la Unión Europea.

Tras enumerar los contenidos propuestos para cada uno de estos 12 grandes bloques se plantea como conclusión que el Reino Unido va a salir de la Unión Europea sin establecer un segundo Referéndum y que se pretende realizar una nueva asociación de la Unión Europea entre un Reino Unido soberano y una Unión Europea prospera. Un anexo B proporciona el marco de referencia en las relaciones con Irlanda, tema evidentemente de especial preocupación. Cuesta entender que el mundo va a caminar de espaldas a los procesos de integración, a la globalización económica, a la revolución tecnológica, a la expansión del libre mercado, a la armonización fiscal y a la conquista de los viejos lemas que se acuñaron al principio del mundo contemporánea, sobre todo al lema de la libertad, igualdad y fraternidad. Retomando una conocida frase del pintor expresionista alemán Franz Marc: “La batalla no se resolverá por la fuerza sino por el poder de las ideas”.


Por Rogelio Pérez Bustamante

Catedrático Jean Monnet

Rogelio Pérez-Bustamante

Catedrático Jean Monnet ad personam

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