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PSOE debate: del guante blanco, a los guantazos

martes 16 de mayo de 2017, 15:55h

Por primera vez en la historia democrática española, un partido ha sido capaz de abrir sus puertas y ofrecernos un debate entre tres candidatos que buscan el liderato. La fórmula empleada no ha sido ni la mejor ni la peor, salvando la trasnochada realización de la retransmisión televisada donde solo se podían ver primeros planos, haciendo imposible estudiar el lenguaje corporal de los contendientes, ni sus reacciones a las afirmaciones vertidas por cada uno de ellos. Pero salvando esto, a mi juicio ha quedado escasa la confrontación, pues era necesario más de un debate. Tal vez el miedo a quedar tocados ha influido en ello, pero utilizando un símil deportivo, todos los enfrentamientos de eliminatorias, tienen una ida y una vuelta, siendo tan importante el resultado del primer enfrentamiento, como del segundo, pues cualquiera puede tener un mal día y así se le da la posibilidad de rectificar en el siguiente.

El debate entre los tres aspirantes a la secretaria general del PSOE, ha sentado un precedente tan positivo, como necesario, si bien este ejercicio de democracia interna, transparencia y puertas abiertas, lamentablemente no será la norma que seguirán todos los partidos. Considero necesario exigir a los líderes políticos su exposición pública, no solo para conocimiento de los militantes, que en este caso serán los que decidan a quien situar en la dirección, sino también para los votantes que son en definitiva a quien se deben.

Por lo visto de los tres candidatos, todo transcurrió según el guion previsto. Dos de los aspirantes expusieron sus grandes e irreconciliables diferencias, algo lógico después de los acontecimientos vividos antes, durante y después del comité federal del pasado 1 de octubre. El tono entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, recordaba más a un encuentro ante sus respectivos abogados, de un matrimonio que ha decidido separarse de mutuo acuerdo, que como todo el mundo sabe, es la forma que se utiliza para decirse a la cara todas las miserias de lo vivido en común por la pareja y que suele ser la antesala de combate feroz por apropiarse para sí mismo los enseres compartidos, como la smart tv, el sofá de IKEA o los suvenires comprados en el Caribe cuando querían amortizar las clases de merengue aprendidas en la academia de baile.

La frase de Susana dirigida a Pedro con un: “No mientas cariño”, es la típica del cónyuge que enciende la mecha de la ira contenida, para disfrute de suegras y cuñadas, para continuar con el no menos típico: “Tu problema no soy yo, Pedro. Tu problema eres tú”, ¿te suena, verdad? También utilizó como suele ocurrir en estos divorcios, los nombres de amigos sobre los cuales argumentar parte de los desencuentros de la pareja. A este respecto salieron a relucir Irene Lozano, la misma que puso a parir al PSOE cuando estaba en UPyD, o Tomas Gómez al que cesó Pedro Sánchez fulminantemente, pues con el ex alcalde de Parla como cabeza de cartel en las autonómicas madrileñas, el batacazo de los socialistas hubiera sido estratosférico. En estos reproches sobre amigos de la pareja, Pedro sacó a relucir a Verónica Díaz, más conocida como “yo soy la presidenta del Comité Federal” y a Miguel Ángel Heredia y su trato exquisito al hablar de una diputada: "Margarita Robles, hijaputa, antes de hablar, afíliate". Ya se sabe, los amigos de mis ex amigos, no son mis amigos.

Díaz no llevaba ni una sola anotación de apoyo de sus palabras, lo cual indica por una parte la confianza que tiene en su dialéctica, pero por otra la torpeza de quien no es capaz de preparar un debate con datos que corroboren sus afirmaciones. Una vez más, se notó la escasa solidez de su discurso, más allá de las encendidas soflamas mitineras a las que nos tiene acostumbrados. En ningún momento justificó el por qué de la abstención al PP, sobre todo después de demostrarse que los de Génova han sido capaces de encontrar otros aliados para obtener mayoría, como va a ocurrir para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, sin necesitar un solo voto del grupo socialista. Por otra parte, insistió una y otra vez en que Sánchez era el único culpable de los malos resultados que habían llevado al PSOE al record negativo de los 85 diputados actuales.

Susana nos dejó otra frase que ni pintada para el Gran Wyoming: “El partido está malito”, soltado cual interpretación ñoña sobre los graves males por los que atraviesa el PSOE en la actualidad. Cosas que pasan cuando a un debate se va con el mismo espíritu de quien va a una charla de la asociación de padres de alumnos. Pedro por el contrario, si llevaba bien preparado el debate y se hartó de sacar fechas y frases para demostrar las incoherencias de la andaluza, reiterando una y otra vez la traición producida a los militantes y votantes socialistas, al otorgar a cambio de nada, la investidura de Rajoy.

Me queda hablar de Patxi López, para mí el más certero en su exposición y diagnóstico de la situación y que en todo momento se ofrecía como una alternativa de unidad de todos los socialistas ante el gravísimo momento actual, llegando incluso a cuestionar con gran solemnidad, la propia supervivencia del PSOE como partido. El ex lehendakari no fue sin embargo un convidado de piedra ni mucho menos, y dio muestras de su gran talla política, demostrando estar muy por encima de las rencillas de los otros dos candidatos. Lástima que su papel como hombre capaz de aglutinar en su persona a dos bandos enfrentados, no tenga visos de prosperar, pues no hay que ser muy listo para darse cuenta que este enconado enfrentamiento, solo puede saldarse irremediable y tristemente para el socialismo, con vencedores y vencidos. Patxi regañó a ambos, cual amigo que no desea una ruptura de pareja, dejando al descubierto carencias de peso en cada uno. Por un lado pidió a Susana dedicación exclusiva al partido y a Pedro la definición de su modelo de estado para España. De él si se puede esperar que el día 22 de mayo, se produzca una llamada sincera y leal al ganador o ganadora de este match, ofreciéndose a reconstruir los puentes dinamitados entre susanistas y pedristas.

De todo este proceso, nos queda una experiencia que debe de tenerse en cuenta de cara al futuro. No se debe consentir que para una decisión trascendental como es el liderazgo en un partido de este nivel, se presenten más de dos candidatos a disputar el liderazgo final. En las primarias, sobran los avales, requisito absurdo cuando existen candidatos sólidos, pero falta una segunda vuelta a la francesa, donde los militantes se decanten por una opción entre dos modelos, unidos en un mismo objetivo: recuperar la credibilidad perdida.

Sobre las lealtades, de las que mucho se ha hablado en el debate, me quedo con lo que dice Jesús Maraña en su libro sobre la crisis socialista titulado “Al fondo a la izquierda”. El autor narra que tras la elección de Pedro Sánchez como secretario general, Susana Díaz dijo sobre su nombramiento: “este no vale,……… pero nos vale”. Ya se sabe que en las infidelidades, el cornudo es el último que se entera.
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