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Felipe se dejó ganar

jueves 27 de diciembre de 2007, 12:54h

Me cuentan, porque no he podido leerla, que “La Vanguardia” ha publicado una entrevista de María Antonia Iglesias con Felipe González en la que el ex presidente del Gobierno o la periodista –tanto monta, monta tanto- confirman un rumor que corría por las redacciones de medio mundo y que da un vuelco a la historia más reciente de España. Vamos, que no se habla de otra cosa en los mentideros políticos, en las embajadas y hasta en Naciones Unidas. “Felipe González se dejó ganar en las elecciones de 1996 para que la derecha no se echara al monte si no tocaba poder después de catorce años de oposición...”. En serio. No lo duden. González no perdió las elecciones, se dejó ganar por José María Aznar. No fueron los españoles lo que votaron que González se fuera del poder, después de haber hecho algunas cosas excelentes y otras deleznables.  No, fue el propio ex presidente el que, en un ejercicio, de profundo respeto por el sistema democrático y tras una intensa reflexión consigo mismo, pensó que si volvía a ganar las elecciones se corría el peligro de que la derecha más ultramontana, esa que se come a los niños y desprecia la libertad, se tirara al monte, harta ya de no tocar poder en tres lustros. La democracia española corría peligro y Felipe González planificó todo para perder las elecciones. Se sacrificó. María Antonioa Iglesias, que es una de las periodistas más ecuánimes e imparciales y menos partidistas de esta España tranquila y sosegada en la que vivimos, dice que eso no es una impresión ni una convicción: es un hecho fácilmente demostrable. Y que Felipe piensa lo mismo. En serio.

  Lo más difícil para un político, sobre todo si ha sido presidente del Gobierno, es pasar a ser ex. Le pasó a Felipe González durante muchos años – y parece que todavía no se ha recuperado del todo o que tiene brotes de vez en cuando- y le sigue pasando a José María Aznar. “La memoria es el deseo satisfecho”, decía Carlos Fuentes. Algunos tienen tan buena memoria de sí mismos que cambian lo que fue, olvidan lo que no quieren recordar y acomodan la historia a sus intereses. Y tan felices, como si los demás ciudadanos viviéramos en Babia.
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