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Multilateralismo, integración en la diversidad

Multilateralismo, integración en la diversidad

viernes 28 de diciembre de 2007, 04:26h
En tres años, los pueblos latinoamericanos comenzaremos a celebrar nuestros respectivos bicentenarios conmemorativos de la Independencia, rememoración de un momento traumático de ruptura con las metrópolis ibéricas, tanto España como Portugal.

La fecha que se avecina es propicia para que España y los países de la región pensemos y definamos en un diálogo plural, acerca de los retos de nuestro tiempo, considerando aquello que nos une en la tradición y lo que nos proyecta en un futuro común de cooperación y apoyo mutuo en esta etapa de la mundialización.

El actual escenario internacional, en el que el enfoque multilateral se está recuperando frente al unilaterlismo norteamericano, es muy estimulante para consolidar un espacio de debate y reflexión amplio, entre actores políticos, referentes intelectuales, líderes empresariales y sociales, que contribuya a generar ideas para la elaboración de políticas que den respuesta a los desafíos que afectan la gobernabilidad de nuestras democracias, así como las relaciones entre nuestras naciones. Tal como sostuvo el secretario general de la ONU, Bal Ki-moon, en la apertura de los debates de la 62 Asamblea General de la ONU: ”Un mundo cada vez más interdependiente reconoce que la ONU es el mejor medio, en realidad el único, para afrontar los desafíos del futuro".

La historia del desarrollo económico y social de América Latina ha estado dominada por la búsqueda de paradigmas de desarrollo económico y de sistemas políticos, que se han ofrecido como soluciones y caminos a seguir. El último de ellos, el pregonado por el neoliberalismo, se encuentra desacreditado por los magros resultados obtenidos en términos de calidad de vida de nuestros pueblos.

No obstante, la experiencia latinoamericana deja en claro que, cualquiera fuere el ámbito de la política, no existe una fórmula única que pueda aplicarse a todas las circunstancias, idiosincrasias y etapas de desarrollo, muy variables, aún cuando los problemas se asemejen. Para la eficacia y sostenibilidad de las políticas, los procesos de debate, reflexión y negociación de las mismas según las circunstancias y los actores relevantes de cada país, pueden ser al menos tan importantes como su contenido específico.

De este modo, es vital establecer un diálogo, como sugiere el ex presidente de Chile, Eduardo Frei: “sin perder de vista que la integración es una iniciativa política con una base económica y cultural. Cuando falta uno de estos tres componentes, falla el proyecto, y eso es lo que nos ha pasado a lo largo de todos estos años”

“Estos años”, pueden ser computados desde principios del siglo XX, en los que diversos planes y proyectos fueron abandonados, uno tras otro, en una cadena de fracasos que hoy tienen que servir de lección, y reconocer que la constancia, ha sido una de las virtudes ausentes en cada uno de ellos.

Establecidas la arena de discusión, la voluntad de cooperación y la certeza de que la brecha con el mundo desarrollado no podrá cerrarse o achicarse sin la unidad de esfuerzos de nuestros países, resta definir, para asegurar el éxito de los procesos de asociación e integración, la institucionalidad que adopten.

Aunque puede constituirse de diversos tipos –hoy existe una sobreabundancia de “burocracia de integración”- lo importante es que en todos los casos se refleje la voluntad política de coordinación de políticas entre los países asociados y se haga efectiva la transferencia de parte de la soberanía a órganos supranacionales.

Sin este requisito será difícil establecer normas internacionales compartidas que encuadren aquello que los órganos deliberativos entiendan como la mejor solución a cada problema que se plantee en el nivel nacional, o como producto los avatares de la mundialización.

El papel de España
La pertenencia de España a la Unión Europea, el espacio regional más cohesionado e integrado del planeta, implica una oportunidad para los países latinoamericanos para consolidar su vínculo histórico con la península ibérica, pero también para explorar y fortalecer la relación con el resto de los países europeos, abrevando en la experiencia de integración de Europa.

En forma recíproca, para España, el hecho de representar en Europa una misma tradición histórico-cultural-lingüística con los países latinoamericanos, importa un papel activo como enlace entre los dos continentes. España, en ese sentido, presenta los rasgos tanto de una identidad europea como de una identidad latinoamericana.

En este ámbito, la experiencia española en la Unión Europea importa un conocimiento significativo acerca de las aristas de un proceso exitoso de integración. América Latina, por su parte, necesita del aporte de ideas para perfeccionar sus mecanismos de integración y propender al fortalecimiento de las instituciones regionales. Por ello, la transferencia del conocimiento y la práctica española es una “mejor práctica” de gran utilidad para la consolidación del regionalismo latinoamericano.

A través del diálogo político, España y América Latina han afianzado una comunidad de valores e intereses compartidos que constituyen una pieza fundamental del sistema de Cumbres Iberoamericanas.

Allí se encuentra representado un enfoque compartido para el abordaje de problemáticas globales, como el terrorismo, el narcotráfico, los problemas climáticos, religiosos o la transgresión a normas de derecho internacional, que contribuye a afianzar la posición de la región en foros internacionales o en las Naciones Unidas.

En la medida en que el diálogo diplomático de las Cumbres vaya acompañado de una interacción entre actores políticos, económicos y sociales relevantes que ejerciten el intercambio de ideas, se enriquecerá el contenido de las Cumbres y será un insumo de utilidad para el funcionamiento de la Secretaría General y de la Comunidad Iberoamericana en su conjunto.

Más allá de las tensiones generadas en la última Cumbre de Chile, su permanencia en el tiempo es la señal del involucramiento de España y nuestras naciones en el entendimiento de que se está transitando un camino común que abreva en la tradición y está preñado de futuro.
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