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Huckabee vence entre los republicanos

Obama intentará mantener su liderazgo en New Hampshire

Obama intentará mantener su liderazgo en New Hampshire

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· Los vencedores: Barack Obamaviernes 04 de enero de 2008, 09:25h

La noche del jueves, tras una apabullante victoria en las elecciones internas de Iowa, el precandidato demócrata Barack Obama subió al podio en la sede de su campaña en Des Moines, y acompañado por su esposa y sus dos hijas, pronunció uno de los discursos más inspiradores de su carrera.
Obama empezó por decir que había llegado el día que muchos pronosticaron que no llegaría.

Dijeron que nuestros objetivos eran demasiado ambiciosos; dijeron que este país estaba muy dividido, demasiado desilusionado como para unirse por una causa común. Pero en esta noche de enero, en este momento definitivo de la historia, ustedes han hecho lo que los cínicos dijeron que no podríamos hacer, ustedes han hecho lo que el estado de New Hampshire puede hacer dentro de cinco días, ustedes han hecho lo que Estados Unidos puede hacer en este nuevo 2008 [...] unirse como demócratas, como republicanos y como independientes y mantenerse de pie como una sola nación. Somos uno solo y el tiempo de cambio ha llegado”, dijo Obama ante un entusiasta grupo de seguidores que no parecían superar la edad de 40 años.

Y es que eso es lo que ocurre con Barack Obama: que no ha parado de demostrar que es un político carismático desde que pronunció aquel histórico, e igualmente inspirador discurso, que el 27 de julio de 2004 lo lanzó al estrellato político.

Aquella tarde, durante la Convención Nacional Demócrata que se celebró en Boston para proclamar oficialmente a John Kerry y a John Edwards como los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de Estados Unidos, respectivamente, por el partido del color azul, un elegante y confiado Obama apareció en el escenario para dar el discurso de apoyo a los representantes. Empezó por presentarse a sí mismo al hablar de sus padres y también habló de una nación dividida formada por gente buena que debía estar unida.

Para entonces Barack Obama había llevado una discreta carrera como senador en Illinois y acababa de lanzarse a competir por un lugar en el senado de Estados Unidos, y su presencia en la convención demócrata hizo que muchos se preguntaran “¿Quién es este hombre?”.

Nacido el 4 de agosto de 1961 en Honolulú, Hawai, es el único hijo del matrimonio interracial que conformaron Ann Dunham, originaria de Kansas, y Barack Hussein Obama, uno de los primeros africanos que salió de Kenia a estudiar en suelo estadounidense tras años de colonialismo inglés.

Los padres del hoy precandidato presidencial se conocieron en la Universidad de Hawai, donde ambos eran estudiantes. Ann, quien murió a los 53 años víctima de cáncer, tenía una fuerte inclinación hacia todo lo que fuera extranjero y al parecer sentía una fascinación especial por las culturas del mundo. Era además una mujer idealista y soñadora, que traspasó sus ideales a su hijo.

Del padre de Obama se sabe que era un hombre de mente brillante, pero que claramente no logró compaginar su educación tribal adquirida en Kenia, con la responsabilidad de una familia. Cuando Obama tenía dos años, su padre obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Harvard y no volvió a Hawai. Años más tarde regresó a Kenia, y aunque ocupó puestos como funcionario, no fue capaz de mantener una estabilidad laboral y económica. Murió en un accidente automovilístico cuando el hijo que había abandonado era un estudiante universitario.

Barack Obama creció en Hawai en un ambiente cómodo, protegido por su madre y sus abuelos maternos. Cuando tenía seis años, su madre volvió a enamorarse de un estudiante extranjero, esta vez de Indonesia. Se casó con él y después de unos años en Hawai, el nuevo esposo de Ann se vio obligado a regresar a Jakarta por razones políticas, donde eventualmente se trasladó toda la familia.

Aunque todavía era un niño, Obama considera sus años en Indonesia como una de las experiencias más ricas de su vida. Ann, sin embargo, consideró que su hijo debía volver a terreno americano a completar su educación, y Barack regresó a Hawai donde asistió a una academia en la que estudiaban principalmente blancos.

Obama empezó su educación universitario en la Universidad de Columbia (Nueva York) y finalmente se graduó en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard (Massachussets). Ejerció como abogado especialista en derechos civiles en Chicago y realizó trabajos comunitarios en zonas empobrecidas de Illinois. Comenzó su carrera política como senador en ese mismo estado, un puesto que ocupó durante ocho años. En el 2004 se lanzó a competir por un espacio en el Senado de Estados Unidos y lo consiguió, convirtiéndose en el tercer afro americano en representar a un estado de la nación en el Capitolio.

La diversidad cultural a la que Obama se vio expuesto de niño y adolescente mientras vivía bajo la burbuja familiar de los Dunham, generaron en el futuro político un carácter compasivo y conciliador. Ya de adulto, Obama sintió la imperiosa necesidad de conocer ese porción de sí mismo que su padre no le había enseñado. Fue entonces cuando emprendió un viaje a Africa para conocer la tierra de sus abuelos paternos. De allí nació su libro Dreams of My Father y una especie de reconciliación con una herencia que no había recibido de primera mano, pero de la que Obama se siente particularmente orgulloso y que ha aprendido a explotar con habilidad.

Tras anunciar su intención de competir por la candidatura del partido demócrata –lo que ocurrió en febrero de 2007–, Obama tuvo que enfrentarse al acoso de sus competidores, quienes no le perdonan que a sus 46 años y con sólo un periodo como senador en Washington, haya tenido la osadía de ponerse a la altura de políticos que llevan décadas ocupando puestos muy cercanos al poder gubernamental.   

Hoy por hoy nadie duda que Obama es un político con talento para atraer a las masas con su mensaje del “cambio que el pueblo estadounidense pide”. En otras palabras, nada que huela a la dinastía Bush de los últimos ocho años.

Por otra parte, es precisamente su postura fresca dentro del rancio ambiente del Capitolio  y el hecho de pertenecer a una generación nueva de políticos, lo que gusta a sus seguidores. Además de que se ha ganado la profunda simpatía de un sinnúmero de votantes blancos que le agradecen que no les haga sentir culpables con historias pasadas de segregación racial.  

Además, la gente lo percibe como el más transparente de los precandidatos demócratas y es el que más simpatía genera. Sus seguidores se identifican con su mensaje conciliador –Obama propone acercarse a los enemigos, acabar la guerra en Irak, rescatar la imagen de Estados Unidos en el resto del mundo y restaurar la fe de los estadounidenses en su gobierno– y le aplauden que defienda sus sueños de crear un plan de salud que alcance a una gran mayoría de estadounidenses y de comprometer a su país en la cruzada internacional contra el calentamiento global.

La ascensión de Barack Obama en los termómetros de popularidad ha sido tan vertiginosa como su breve carrera política. De ir siempre detrás de Hillary Clinton en las encuestas, en los últimos meses Obama logró empatar a la ex primera dama en los primeros lugares de los sondeos de Iowa y New Hampshire.

Sin embargo, casi nadie esperaba que este 3 de enero Obama dejara a Clinton en un penoso tercer lugar en las elecciones internas de Iowa o ‘caucus’, dándole a John Edwards la oportunidad de colarse en el segundo puesto.

La explicación parece encontrarse en el sistema de asambleas con el que Iowa elige a los representantes del partido demócrata, y que exige a aquellos que apoyan a candidatos con menos oportunidades, a decantarse por otros que tienen más posibilidades de ganar. Dentro de ese proceso, está claro que Obama le quitó a Clinton todo el apoyo de esos votantes que se vieron obligados a elegir una segunda opción.

Y es que Hillary, cuyos ocho años como primera dama aún representan para muchos el “sistema establecido en Washington” –aunque ella lo llama “experiencia” –, tiene un fuerte apoyo dentro de grupos muy definidos, como las mujeres mayores de 60 años, pero no es una opción viable para los votantes jóvenes ni para muchos independientes, que prefieren la propuesta fresca de Obama.

De Iowa a New Hampshire
Superada la prueba de Iowa, Obama debe mantener ahora toda la atención y la fuerza ganada en ese estado, con miras a las primarias de New Hampshire que se celebrarán el martes 8 de enero, y donde los votantes tienen un perfil distinto a los de Iowa.  

En el estado de Nueva Inglaterra los electores son más independientes y menos conservadores, por lo que a Hillary Clinton le tocará modificar su mensaje de la “experiencia” que, según ella, necesita tener el próximo presidente de Estados Unidos desde el primer día en la Casa Blanca, y acercarse más al “cambio” promovido por Obama sin atacar directamente a su contendiente, una estrategia que hace unas semanas le costó la renuncia de uno de sus asesores.

Por el lado de los republicanos, el ganador de Iowa, Mike Huckabee, se enfrenta al problema de que en New Hampshire no tendrá el apoyo de los miles de cristianos evangélicos que durante los ‘caucus’ respondieron a su mensaje conservador y populista.

Mientras los demócratas Hillary Clinton y Barack Obama se mantienen muy cerca en los resultados de las encuestas de preferencia en New Hampshire, en el lado republicano los protagonistas de las encuestas son muy distintos a los de Iowa. El senador John McCain, quien terminó tercero en Iowa y abandonó el estado mucho antes de la celebración de los ‘caucus’ para reforzar su campaña en New Hampshire, aparece el primero en los sondeos de este estado, seguido por el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, quien se quedó con la medalla de plata en Iowa y lidera una campaña respaldada por millones de dólares.

Huckabee, por su parte, aparece en los sondeos de New Hampshire en cuarto lugar, por detrás del ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, quien decidió poner todos sus esfuerzos en Florida y no se dejó ver en Iowa.

New Hampshire es el primer estado en celebrar elecciones primarias para elegir al representante de cada partido.
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