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Oliver Stone en la frontera

Oliver Stone en la frontera

sábado 05 de enero de 2008, 00:03h
Y sigue la rumba en el eje Hollywood-Caracas. Ahora le tocó bailar a Oliver Stone.

El multimillonario y galardonado director que dice ser de izquierda vino a filmar la Operación Enmanuel, y a ver si le financian algún otro proyectico. Todo dentro de la más pura lógica capitalista. Nada de cobrar como esos aprendices de director de la villa del cine o limitarse a los $400 del cupo de Internet. El tipo es mucho mejor que la mayoría, tiene más contactos, más tecnología, conoce el oficio. Por eso gana millones de dólares. Nada de igualdad, de hacer una película en cooperativa o percibir lo mismo que el luminito.

Y es que Chávez, ese que dice ser marxista, ese que, en lugar de cepillarse los dientes después de cada comida, critica al capitalismo salvaje y a Bush todos los días, ha resultado ser uno de los más consecuentes "sponsors" (patrocinante, pues) de las estrellitas de Hollywood. Así como se oye, Chávez financia proyectos para gente que proviene de la meca del cine,  del Vaticano del consumismo, de  la frivolidad, del "time is money", del capitalismo más recalcitrante. (Nada que deba sorprendernos pues el comunismo es una empresa como Dreamworks o MGM, pero menos divertida).

Mr. Stone vino a filmar una de esas cintas de acción, con tiros y corredera, y terminó documentando una tragicomedia de enredos, de esas en donde todos mienten. Pero lo que ha pasado no es para reír. El creador de JFK tuvo la oportunidad de documentar un amargo y deleznable juego con vidas humanas que fue gestado por el narcisismo y las torpezas de su patrocinante (sólo a un militar ramplón se le ocurre, entre otras cosas, hacer semejante despliegue mediático para una operación que tiene que realizarse con la mayor discreción), así como por la necesidad de publicidad y la falta de palabra de los bandoleros de las FARC. Todo, seguramente, aliñado con alguna agenda paralela del gobierno colombiano.

El cineasta y esos actorcitos que se erotizan con cuanto tiranuelo de izquierda pueda financiarlos, demuestran la trivialidad de su proceder cuando confunden la realidad con la ficción.  El director de Pelotón afirmó que era maravilloso estar en una operación como el rescate de Enmanuel, pues nunca había presenciado cosa semejante. Es decir, no se trata sino de una emocionante aventura. En lugar de ir  a una montaña rusa en Dakota o Arkansas viene a ver guerrilleros de verdad, verdad, corriendo por las exóticas selvas de dos países latinoamericanos hermanados en su tragedia. Toda una experiencia que contar luego en alguna recepción de Beverlyhills.

El asunto es que nuestra frontera no es un "theme park", ni sus habitantes son cheerleaders. Esta es una zona diezmada por la violencia y habitada por seres humanos reales que han sufrido por años los más atroces crímenes en manos de narcoterroristas que tratan de legitimarse comprando acciones en la transnacional comunista o en su competencia de derecha. 

Mientras la noche de año nuevo el director aventurero se regresaba decepcionado con su cámara al hombro pues no pudo ver la atracción que esperaba, los dos o tres objetos de canje tuvieron que regresar a la guarida de sus captores a empezar otro año usurpado.

Son estos los dramas que debe captar la lente de Mr. Stone, si es que cree en las causas justas, en lugar de filmar documentales sobre Fidel Castro o buscar financiamiento para proyectos que complazcan el ego de autoproclamados redentores que, disfrazados de defensores del pueblo, tanto daño le han hecho a Latinoamérica.

Oliver Stone está en la frontera que deslinda democracia de totalitarismo y salvaguarda la dignidad humana de cualquier proceder que pueda vulnerarla. Ojalá no la cruce.

Marcos R. Carrillo P.
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