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La radio como terapia

miércoles 09 de enero de 2008, 18:13h
La mayoría de los enfermos mentales llevan una vida normal, pero a algunos la dolencia les arrebata la capacidad de relacionarse, de salir o de convivir con su familia. Un programa de radio emitido desde Villaverde se ha revelado como una excelente terapia para ayudarles a recuperar el compás de sus vidas.
Cada lunes, a las 10.30, Manuel se dirige a los oyentes desde su micrófono de Onda Merlín. Junto a siete compañeros más, habla durante una hora sobre actualidad, deportes, injusticias, música y todo lo imaginable, y de vez en cuando aprovecha para "meter una pullita a quienes se están portando mal con la sociedad". Ni él ni sus compañeros de 'Ábrete camino' son periodistas, pero ejercen su labor muy conscientes del poder de las ondas y de que, ante el 'micro',"si te equivocas, te has equivocado: son los gajes del directo", explican. Pero eso es lo de menos. Lo importante, aseguran, es que la emisión de 'Ábrete camino' les abre, y nunca mejor dicho, nuevas posibilidades de recuperación.

Los locutores y el técnico del programa tienen algo en común: padecen una enfermedad mental crónica grave que les ha hecho perder habilidades para relacionarse con su entorno o mantener su autonomía personal. La radio forma parte de la terapia que siguen en el centro de rehabilitación psicosocial Los Cármenes, en el distrito de Carabanchel. "Se trata de la actividad más normalizadora que tenemos en el centro, porque se dirige hacia fuera, y con la que más satisfacción tienen, porque no se centra en su enfermedad, sino en sus capacidades", asegura Marta Rosillo, directora del centro.

En la actualidad, Los Cármenes cuenta con noventa usuarios, el cien por cien de su capacidad, "aunque en breve tendremos lista de espera", apunta Rosillo. Son los servicios de psiquiatría quienes los derivan a alguno de los 22 centros de estas características con los que cuenta la Comunidad para ayudarlos a recuperar alguna habilidad psicosocial perdida, casi siempre a raíz de un trastorno de la personalidad, una esquizofrenia o un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

En realidad, y a pesar de que se calcula que tres de cada cien madrileños padecen alguna enfermedad grave, la mayoría de ellos convive sin problemas con su dolencia. El objetivo del centro no es curarlos —ese es el trabajo, cuando resulta posible, de los psiquiatras—, sino ayudarles a rescatar su vida cotidiana: volver a quedar con los amigos, a  trabajar, a convivir con la familia. Así, el trabajo se desarrolla también con los familiares de los usuarios, a quienes les proporcionan información sobre la enfermedad y sibre cómo afrontar las situaciones cotidianas con el enfermo. Si este se encuentra en una situación de vulnerabilidad social, también se le deriva a otros recursos: "Tuvimos algún usuario que estuvo a punto de quedarse en la calle", relata Puerto, la trabajadora social, "así que le ayudamos a conseguir una residencia transitoria".

La cocina, el taller literario, el club de lectura y las actividades deportivas completan el programa del centro. "Cualquier excusa es buena para la terapia", asegura Rosillo. Pero no resulta un trabajo fácil, porque, así como la pérdida de las habilidades puede llevar años, también resulta largo el esfuerzo de recuperarlas. La media de asistencia a Los Cármenes es de tres años y medio; alguno incluso lleva diez.

Para Rosillo, uno de los principales problemas es la estigmatización de este tipo de enfermedades, que tradicionalmente se han asociado con la violencia. Esta es una imagen que nada tiene que ver con la realidad. "Un enfermo mental está condicionado en un 1 por ciento por su enfermedad, pero el 99 por ciento de su vida se desarrolla con normalidad ", explica Rosillo. "De hecho, hay mucha más violencia en otros ámbitos, como en el de los malos tratos o las drogas, que en el contexto de las enfermedades mentales, y así lo demuestra cada uno de nuestros usuarios", concluye.
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