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Brecha Digital

Brecha Digital

viernes 08 de febrero de 2008, 01:41h

Cuando las investigaciones económicas enfatizaron la demostración de las diferencias entre países, en términos económicos, se comenzó a utilizar la frase Brecha Económica. El análisis de las diferencias sociales de lectura clasista, propusieron la denominada Brecha Social que establecía la marcada diferencia entre ricos y pobres, para resumirlo de manera simple. Cuando el siglo XXI nos decanta en una situación paradigmática entre acceso a información y a la tecnología, la frase se adapta para generar una nueva categoría  que hoy la conocemos como Brecha Digital.

Que significa la Brecha Digital. La primera asociación que debemos hacer para comprender esta categoría, es con la asimetría. Pues si bien, las Tecnología de Información y Comunicación (TIC) son cada vez más influyentes en la sociedad humanas, su presencia y acceso no son homogéneas, ni entre países, ni entre segmentos dentro de un mismo país.  Una Segunda asociación, es que la Brecha es un problema que debe ser superado, al menos como premisa.

Asumido el vértigo causado por este impresionante desarrollo, asumidos los miedos a la figura de un Big Brother vinculado al control, las TIC han permitido vislumbrar renovados optimismos especialmente en los ámbitos comerciales y financieros. Las anécdotas de Senderistas y Zapatistas generando opinión y recursos en la red, permitió superar el inicial miedo a esa “conexión con el Pentágono”. La discusión entre apocalípticos e integrados ha rebasado las “intencionalidades” ideológicas discutidas en un principio y hoy su tratamiento aborda el campo de las oportunidades de acceso a esa dimensión de la realidad.

El acceso a las TIC se viene convirtiendo en un indicador de desarrollo humano, esto se traduce en el acceso al ícono de esta dimensión denominado Internet. Las agendas de Estado ya han incorporado está temática como prioritaria y las políticas y presupuestos se vienen  ensayando con mayores impulsos según avanza el tiempo.

Sin embargo y para frenar el vértigo de esa “tecno-fascinación” que nos agobia, debemos mencionar que el  límite del universo Internet se encuentra en el acceso pagado, en la restricción a la tarjeta de crédito, en el limbo de los que pueden comprar y vender, respecto de los que no pueden hacerlo. Por tanto idealizar las horizontales e infinitas posibilidades de acceso a la información a través del soporte, todavía resulta iluso.

Al tener la red su final en la limitación económica y tecnológica, el conocimiento por tanto dista mucho de ser universal. En la web 2.0 la limitante es el acceso a la transacción electrónica y el “pay per wiew”. La brecha digital separa generaciones, estados, países, bloques y se constituye en el reparo de diferencia insalvable a estas alturas de la historia.

Por los flujos unidireccionales de la información internacional, se manifiesta la existencia de un sistema global de comunicaciones con un centro de poder principal que se ocupa de la innovación tecnológica y de los parámetros y formatos de lo “informable”. El centro es una maraña de intereses políticos, económicos y estratégicos, que establecen las prioridades de atención para los espacios públicos internacionales, con la fuerza de su soporte tecnológico y su difusión inclusiva de grandes contingentes de mercado.

Pese al avance tecnológico, en democracias débiles como las latinoamericanas, los medios tradicionales son todavía los referentes principales. La “tecno-fascinación” no ha logrado cundir en ámbitos importantes de las sociedades de la región. En realidades como la latinoamericana, los estudios de Desarrollo Humano establecen aún indicadores bajos en el acceso a la tecnología, pero tomando en cuenta el avance de los últimos años, la región no tardará en ser asumida como otro gran mercado de consumidores digitales. 

¿Donde reside la sociedad de la información? ¿Es una sociedad paralela?, son preguntas que se deben comenzar a dilucidar para que la marcha de la historia no se imponga por sobre nuestra capacidad crítica y propositiva. Los latinoamericanos, estamos en el un lado distinto al de los productores de la innovación y el conocimiento tecnológico. Vale decir a un lado de la brecha digital, en el que nuestro papel es el de gestores, usuarios y consumidores de los productos de la tecnología.

Valga la provocación para generar algún debate.

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