El delantero paraguayo Roberto Ovelar a los 15 minutos y el volante argentino José Luis Díaz a los 91 marcaron los goles que hicieron justicia a lo visto en el campo, pues San Martín fue más que un rival errático en defensa y sin solvencia ofensiva.
La superioridad de River en nómina y sobre todo en historia se quedó en el papel. El cuadro limeño controló desde el comienzo y Ovelar y el experimentado Pedro García superaron a una defensa que dejó muchas dudas en la zona de Eduardo Tuzzio y Gustavo Cabral.
En ese marco llegó el primer gol: el uruguayo Mario Leguizamón ejecutó un tiro libre desde 40 metros con un pase al área y Ovelar le ganó en viveza a la dormida zaga argentina para quedar solo frente al arquero Juan Pablo Carrizo y dejársela fuera de su alcance.
River intentó mejorar, pero no pudo. Ariel Ortega naufragó y el chileno Alexis Sánchez se perdió en individualismos y lujos innecesarios. El único que salía de esa mediocridad era el delantero uruguayo Sebastián Abreu, que se las ingeniaba para crear algún peligro, sobre todo por vía aérea.
San Martín, entretanto, generaba susto con García, aunque erraba en la jugada final. En el medio, los fuertes volantes de contención "santos", Edwin Pérez y John Hinostroza, imponían su candado.
En el segundo tiempo la tónica se mantuvo. En River ingresó el delantero colombiano Falcao García, pero para jugar lejos del arco contrario, con lo que carecía de contundencia. Además, Abreu perdió protagonismo. Los locales por su parte se metían presión a sí mismos al no poder transformar en goles sus buenos contragolpes.
Al promediar el segundo tiempo las acciones cayeron en la imprecisión. River empujaba con más coraje que prolijidad y San Martín recuperaba pelota pero no la administraba bien. El ambiente era de tensión, pues lo estrecho del marcador dejaba abiertas todas las posibilidades.
Y en efecto el equipo de Buenos Aires tuvo una linda ocasión de igualar a los 82 minutos, cuando Jorge Huamán erró en un rechazo y dejó a Abreu sólo ante el arco. El "charrúa" disparó solo pero el arquero Leao Butrón salvó la situación.
Pero aún había tiempo para lo mejor. Cuando todo indicaba que el partido terminaría 1-0, Díaz, que había ingresado poco antes, tomó la pelota en su propio campo y avanzó eludiendo contrarios hasta marcar una gol con pinceladas de arte.
Al final la celebración fue para los pocos espectadores que acudieron al estadio Monumental de Lima. San Martín, un club con cuatro años de existencia, escribió así con buena letra su primera página internacional, si bien algunos lamentan que se perdiera la ocasión de ganar por un marcador aún más amplio frente a un rival con tantos pergaminos.
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