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No movilizan

No movilizan

sábado 23 de febrero de 2008, 15:14h
   Tantos meses de precampaña, tantas acusaciones cruzadas, y al final ni PSOE ni PP han conseguido, hasta ahora, movilizar a los ciudadanos que no parecen muy ilusionados con ir a votar.

   El índice de participación ha ido descendiendo en España elección tras elección. Dicen los expertos que el clima de crispación de la vida política contribuye muy poco a ilusionar a la gente y que, en esta larguísima precampaña, los mensajes de "se rompe España" (aunque ahora ya sabemos que eso nunca lo dijo el PP) o "estamos en una recesión económica y el Gobierno no se entera" no movilizan. Pero tampoco lo hacen las amenazas socialistas de "que viene la derechona". Con ese argumento no va a conseguir Zapatero que los jóvenes acudan a las urnas masivamente como hicieron el catorce de marzo de 2004.

   Es cierto que el Partido Popular tiene una base electoral de una fidelidad que para si la quisiera el PSOE. Unos votantes que hagan lo que hagan meten en el sobre la papeleta con sus siglas, aunque no vayan a retirar la ley de matrimonios homosexuales, ni a derogar la del aborto. Pero les faltan votos para lograr la investidura y Rajoy va a tener que convencer en los debates y en campaña a esos electores de centro para quien la economía y el bolsillo pesa mucho más que la ideología. Aunque, de momento, Pizarro no le ha hecho un buen servicio esta semana.

   La preocupación en el PSOE es mucho más intensa. Si no consiguen que la participación supere el setenta por ciento pierden las elecciones. Así de claro. Y, hoy por hoy, en Cataluña, uno de sus graneros electorales,  las previsiones no pueden ser peores: las encuestas dan un descenso de la participación en torno al diecisiete por ciento con respecto a las últimas generales. Es verdad que ha llegado el AVE, pero los catalanes llevan demasiados comicios a las espaldas y les pilla cansados y cabreados.

   De ahí la importancia que los equipos de campaña están dando a los dos debates en televisión. En Génova confían en la capacidad dialéctica de Rajoy  y esperan superar con creces el resultado del debate de Pizarro del que prefieren no hablar. En Ferraz se darían con un canto en los dientes porque a Zapatero le saliera tan bien como a Solbes, con tanto aplomo, tanta solvencia y tanta retranca.

   Pero, al margen de a quien perjudique o beneficie la abstención, lo cierto es que supone un empobrecimiento de la vida democrática. Por tanto el primer deber de la clase política es lograr la participación.

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