www.diariocritico.com

Marcel Garcés

Nuevas tareas para Cuba y para Fidel

Nuevas tareas para Cuba y para Fidel

miércoles 27 de febrero de 2008, 18:13h

Marcel Garcés

 

Nuevas tareas para Cuba y para Fidel

 

No me voy a resistir a reflexionar en torno a la determinación de Fidel Castro, Fidel a secas para varias generaciones de latinoamericanos, de dejar sus cargos de presidente del Consejo de Estado y de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de su país.

Los títulos son sin duda impresionantes, así como impactante, para los medios informativos, fue su anuncio.

Pero lo importante es que era un proceso en marcha desde hace meses, quizás años, o por lo menos 19 meses, cuando se hizo público y evidente el delicado
estado de su salud.

Hace tiempo, según todas las evidencias, venía declinando poderes y facultades en otros cuadros, en un proceso de alejamiento paulatino, meditado -sin precipitaciones-, defendiendo lo esencial de su  proyecto, más patriótico que socialista, de dignidad  como de pragmatismo económico comercial.

Sin duda la noticia del alejamiento del poder de un hombre que ha gobernando
durante 49 años su país, y que ha tenido una presencia continental y mundial, es de las que se suele caracterizar como histórica y debe generar situaciones de las que se ha hablado, en un proceso de transición, de cambios, que se considera inevitable.

El tema es que Fidel entró en nuestra vida desde el romanticismo de los 50,
la intensa lucha ideológica de los 60, la utopía fracasada de  convertir a América Latina en “uno, dos, tres Vietnam”, el sacrificio heroico pero inútil del Che, la intervención del Imperio en la vida política, militar y económica de la región, la experiencia dramática de las dictaduras militares, la compleja pero esperanzadora recuperación democrática.

 

Pero, analizar a Fidel, su Revolución, su régimen de 49 años, no se puede al margen de las circunstancias históricas, económicas y sociales en que surge la Revolución Cubana como respuesta a una tiranía local y a una política de dominio regional por parte de Estados Unidos tanto en lo político , lo económico, lo social y ante todo en lo militar.

Son los años del Pacto de Ayuda Mutua, de la Alianza para el Progreso, de la Guerra Fría, y por cierto sigue siendo la época de América para los Americanos”.

Es de esa fragua donde surge y se desarrolla la Revolución Cubana, ante todo un producto original, latinoamericano y latinoamericanista, Martiana, Bolivariana sin recurrir y quizás sin conocer al héroe venezolano (les bastaba sus héroes patrios).

Un proceso que debe sobrevivir, fortalecerse en medio de la presión, y que ve en una alianza estratégica a nivel continental, un seguro para defender su existencia, incluso como país, aunque en muchos casos equivoca el camino como en Venezuela, o en Bolivia, con guerrillas ajenas a la idiosincrasia y la realidad local.

O cuando extiende su práctica “internacionalista” (una nueva aventura poco feliz) al África, asumiendo una tercera identidad para América Latina, la raíz africana, lo que es - sin hablar de sus objetivos políticos y militares, un original aporte, para entender, -y entender significa actuar sobre- una realidad indígena, criolla-hispana y negra de nuestra región.

Por otra parte Cuba, aislada, empobrecida, con carencias innegables, sin embargo, fue capaz de superar el desmoronamiento del mundo del “socialismo real”, que se derrumbó desde su vanguardia, la Unión Soviética (URSS), y su cabeza dirigente, el Partido Comunista de la Unión Soviética, la debacle histórica del “sistema socialista mundial”.

Los comentaristas internacionales, vinculados a la manera de pensar del Pentágono y de los Think Tanks  de Estados Unidos, pronosticaron un inmediato derrumbe de Cuba y su gobierno, o por lo menos la sumisión de Fidel a los dictados de Washington, o un franco retroceso político de la revolución.

Nada de eso pasó. Por lo menos  en la magnitud y dirección supuesta.

Sin embargo, Cuba, Fidel Castro, y según se piensa, sobre todo su hermano Raúl, pero también analistas políticos, organizaciones como el PC de Cuba, y otros, se dieron cuenta de los cambios que se vivían en la realidad internacional y como ella se estaba expresando en la realidad interna de Cuba.

Con esos acostumbrados pasos adelante y otros en falso, viviendo la experiencia propia, y como todo en la vida, iniciaron hace años el camino de la transición, previendo lo que hoy parece, simplemente  inevitable. E inminente.

Ahora bien, si hay algo que Fidel temía era el desborde de las pasiones, el surgimiento de una etapa de “acumulación primitiva del capital”, “el capitalismo salvaje” que vivió Rusia, tras  alejarse de losa dogmas económicos  del “socialismo real”, que poco parecieron tener fundamentos en el marxismo. y el abandono de la ética política que da sentido a la lucha por el socialismo.

Mantener bajo control los procesos, que no se escapen los acontecimientos, no es necesariamente un atributo de ideologías o sistemas políticos, de gobernantes, sino que parece natural del ser humano.

Hoy Fidel señala que quiere meditar, escribir, esperando, dijo, que “tal vez mi voz se escuche”, y prometiendo “ser cuidadoso”.

Quizás pueda aportar, con toda su experiencia y conocimiento, a explicar mucho de lo que hoy ha quedado oculto en el tiempo y sobre todo la nebulosa de un mal entendido compromiso, lealtades o los “intereses de Partido”.

Necesitamos los latinoamericanos comprender mejor nuestro tiempo. De alguna
manera se trata de una responsabilidad histórica, el dar a conocer todas las verdades.

Y nada mejor que un protagonista y testigo privilegiado como él, un hombre con visión política continental y voluntad de poder, declarado enemigo  por Estados Unidos, que por cierto no ahorró ni calificativos ni conspiraciones para eliminarlo, un critico del modelo económico neoliberal, un sobreviviente de la guerra fría- quizás la más cruel, prolongada y cruenta confrontación planetaria vivida por la humanidad.

Un hombre que imaginó un mundo mejor, que puso su esfuerzo en generar condiciones objetivas y subjetivas para la revolución, en nombre de cuyas ideas, objetivos y tácticas, murió mucha gente, un hombre que, viendo la realidad del fracaso de muchas aventuras insurgentes, pragmático, objetivo, con la frialdad del estratega, puso finalmente paños fríos a la ultra que persistía en caminos que los llevaban hacia el martirologio.

Un hombre cuyo aporte a los procesos de derrota democrática de las dictaduras de la Seguridad Nacional y de la transición democrática, aún no es valorada, y generalmente ignorada, tanto por los demócratas de nuevo cuño, como por los “revolucionarios” del siglo 21.

Y que merece, sin duda, ser estudiado, en profundidad.

Un capítulo especial debe ser también el análisis de la realidad cubana, del carácter de su régimen, de la relación entre el sistema vigente en Cuba y la democracia política, social y económica, sin perder lo realizado pero sobre todo pensando en el devenir.

Pero esto es en primer lugar una responsabilidad propia, irrenunciable, de los propios cubanos, un debate que ya esta en marcha, y donde deben ser recibidos todos, los de Cuba, por cierto y en primer lugar, pero también los de afuera, los del exilio político y económico.

Y donde la intervención extranjera es indeseada y que lo que haría sería alterar el diálogo que deben restablecer los cubanos entre todos sus hermanos.

Cuba sin duda vive momentos de expectativas. Y nada desearíamos más los latinoamericanos a los cubanos que encuentren  un camino para todos, sin
subordinar a nadie, sin excluir a nadie de los que quieran aportar para su
futuro.

Cuba tiene entonces nuevas tareas. Y también Fidel. Y debemos también acompañarles.

 

Diario Hispano Chileno

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios