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El comodín de último minuto

El comodín de último minuto

lunes 17 de marzo de 2008, 22:57h

El gobierno se dio cuenta que no tiene más tiempo, tiene una bomba en las manos y no sabe como sacársela de encima. Buscó ayuda de su aliado, el presidente de la Corte Nacional Electoral quien recogió - con cabeza baja - las órdenes de Palacio y quiso paralizar los referendos: las Cortes Departamentales se le rieron en la cara. La pérdida de la institucionalidad de la CNE es responsabilidad directa del poder ejecutivo y de su empleado: El presidente de la CNE.

Tiene demasiados elementos en conflicto, poco tiempo y para colmo, las estrategias autoritarias no dan resultado. La oposición regional ha generado fuerza propia y pocos analistas ven una salida pacífica sin que el gobierno retroceda en sus totalitarias actitudes, es en este escenario peligroso donde la Iglesia Católica ha aceptado ser mediador y terminó siendo el comodín gubernamental, se ha convertido en la posibilidad de tiempo, alargar los plazos.

Las convocatorias a diálogo del gobierno tienen un factor común: No importa lo que se diga ni por cuanto tiempo, al final se hace lo que Evo dice - o lo hacen decir -. Son el paso previo a diferentes crisis sociales son claros resultados de confrontación. La última y sin ir más lejos fue el diálogo convocado para solucionar el problema del recorte al impuesto a los hidrocarburos (IDH), los 9 prefectos bien sentados escuchando por horas las justificaciones gubernamentales a lo que simple y llanamente es - fue - el recorte gubernamental y la minimización del poder de las regiones, los prefectos lo saben y luchan contra la pérdida del elemento más preciado en democracias frágiles: El dinero y la posibilidad de generar clientelismo.

Por varias horas y días se reunieron, vimos a los prefectos y al presidente con sus perros de caza a los lados, intercambiar: críticas, quejas y hasta insultos pero todo terminó en un decreto que ponía fin a todo lo conversado, el recorte se imponía, el diálogo con los prefectos fue el respiro y tiempo que necesitaba el ministro de hacienda para dar por terminada su tarea y finalmente hacer a lo que está llamado: cumplir con los designios indígenas supremos, en este caso la orden de Evo Morales.

De nada sirvieron las horas de conversación y diálogo, todo ya estaba cocinado y en el momento de servir los platos se les pidió a los invitados retirarse a los regiones sin plata y con las ganas en el cuello.

La Iglesia Católica ha sido una de las instituciones más golpeada y atacada por el gobierno de Morales, es cierto que los ataques llegaron de los secuaces con mentes marxistas - leninistas pero también del propio Presidente que en varias oportunidades se negó a la ayuda "colonial". Morales sabe que es la última carta de tiempo que juega, necesita tiempo pero todavía no sabemos para qué y ahí está el problema.

Las variables son muchas pero siempre apuntan a un objetivo maestro: imponer SU constitución, la misma viciada de nulidad cercada por milicias y manchada de sangre. La que modificaron los asesores y que los oficialistas votaron sin saber a qué levantaron la mano o el puño.

El elemento que se repite alarmantemente es una oposición política frágil, desmembrada y poco atenta a las jugadas sucias del gobierno, ¡las mismas jugadas que ellos inventaron!. Se las hicieron varias veces y todavía no aprenden, el problema termina siendo un tema de plata o cuánta plata. La pelea con los prefectos podía haber terminado con una negociación de compensaciones, ¡ese es el problema!. Para la oposición política todo se arregla con un número porcentual.

La Iglesia Católica ha jugado un rol determinante en la historia de la democracia en Bolivia y su lucha por reconsquistarla, varias veces fue utilizada y maltratada por los diferentes gobiernos de turno, pero hoy la apuesta es mucho mayor, por que puede quedar pegada a un fracaso tan grande como las mentiras del gobierno o las inutilidades opositoras. Si bien es loable la intención del episcopado, de ayudar a encontrar una salida democráctica a todos los conflictos, la línea que divide la lucha por la democracia con la colaboración a los afanes dictatoriales de Evo Morales es extremadamente delgada.

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Martin P. Gutiérrez M.C.M.
Comunicador

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