Agazapados en el PP

Al líder popular Mariano Rajoy se le había reprochado tantas veces que era ambiguo que salió de su inmenso caparazón para dejar al menos tres cosas claras: una, quiere seguir al frente del PP como jefe de la Oposición, con un equipo renovado; dos, desea ser candidato a la presidencia de su partido en el congreso de Valencia, y tres, pretende optar, por tercera vez, a la Moncloa en las elecciones de 2012. Ahora se puede decir de Mariano Rajoy que está equivocado pero no que no haya sido claro. Ni 'gallego', en el mal sentido que a veces dicen esas cosas en Madrid.

Otros son ahora los ambiguos. Otros son ahora los agazapados. Otros son los que le mueven el piso para que se caiga. Son momentos complicados para Mariano Rajoy, pero en realidad lo son para todo el Partido Popular, lo cual es lógico tras perder las elecciones. Un revés así se puede saldar de mil maneras y la política es tan flexible que caben todo tipo de guiones; ahora bien, esta vez sí va a pasar algo en el PP, ya sea con Rajoy al frente y un equipo nuevo o con una candidatura alternativa en el congreso de Valencia. Cualquiera de esas dos grandes soluciones puede ser válida para los populares. La única que es esencialmente negativa es la de fustigar a Mariano Rajoy sin dar la cara ni ofrecer una alternativa.

Los agazapados del PP y, sobre todo, de sus radicales entornos mediáticos tratan por todos los medios de derrotar psicológicamente a Rajoy y de cuestionar su nuevo equipo -ellos tienen apellidos; ella es Soraya, como advierte la periodista María R. Sahuquillo-, en lo que parece una calculada operación política que recuerda los tiempos cainitas de la UCD. La democracia permite eso y mucho más. Otra cosa bien distinta es que eso tenga futuro en las urnas, que es donde se fabrica realmente la política. No en las ondas ni en los reservados.