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Liberalismo y horarios comerciales

sábado 05 de abril de 2008, 16:29h
La liberal presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha puesto en marcha los mecanismos necesarios para sacar adelante una ley llamada de Modernización del Comercio (¡qué modernos¡) que permitirá tener abiertos los establecimientos 24 horas al día de lunes a sábado. También los 22 domingos y festivos autorizados por la Comunidad de Madrid. Lo primero ha sido  encargar al consejero de Economía y Consumo, Fernando Merry del Val, la elaboración de un anteproyecto de ley que, después de ser evaluado por el Consejo Económico y Social (CES), llegará a la Asamblea de Madrid para que, una vez que haya sido debatido con la previsible oposición de IU y del PSM, sea  convertido en norma.

Antes de analizar este nuevo triunfo del liberalismo (doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa individual, y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural, según la RAE) sería conveniente reflexionar sobre la necesidad, o no,  de medidas de este tipo que, sin ninguna duda, tiene en los grandes empresarios a sus principales beneficiarios.

Los comercios tradicionales, de nuevo, los grandes olvidados. Estas tiendas de barrio, que todavía dan vida a muchos pueblos y barrios de la capital, desaparecen poco a poco de las grandes urbes madrileñas, en las que se apagando la vida en sus calles ahora ocupadas por monstruos impersonales que llevan nombre de multinacional y que hacen del sector un negocio financiero alimentado por empleados que engordan la lista del trabajo precario y mal pagado. A ellas acudíamos para comprar de casi todo y éramos tratados como un vecino por el tendero, que era otro vecino, y no como otro cliente  más. ¿Quién va a competir con sociedades mercantiles que compran, por ejemplo, miles de litros de leche a productores que cobran a plazos y los venden al momento, obteniendo cash, dinero constante y sonante, por un producto que pagarán semanas después de llenarse el bolsillo? Los pequeños comerciantes no dan saltos de alegría ante la total liberalización de los horarios.

Tampoco los usuarios que también son empleados de estos negocios. Si desaparecen las pocas pequeñas tiendas que se han mantenido a flote,  lo hará también el barrio como lo hemos entendido hasta ahora, y el tejido social se rasgará. Si tantas ventajas tiene la libertad de horarios, ¿por qué no aplicar las bondades del liberalismo, por ejemplo, a la banca? Quizá porque este sector cuenta con convenios laborales que impiden tratar al empleado como ganado por parte de los tratantes en que se han convertido los que mueven sus negocios con los molinos tirados  por mano de obra barata. El Parlamento Europeo  aprobó en 2006 una directiva que liberalizará totalmente el comercio y que en 2009 tiene que estar a pleno rendimiento. Ahora que todos somos europeos y que el dinero y sus dueños tienen más libertad de movimientos, nuestros dirigentes quieren llevarnos a ese modelo mientras se olvidan de los  derechos sociales que tienen nuestros vecinos de Europa.

Queremos tener las ayudas que muchas europeas tienen cuando dan a luz, los derechos de muchos parados europeos cuando pierden su empleo, el trato que dan a las personas diferentes por su orientación sexual, color de piel, nacionalidad, edad o discapacidad. Aspiramos a contar con las mismas posibilidades que ellos de  vivir dignamente o pasear por ciudades llenas de barreras, no sólo arquitectónicas. Parece ser que lo moderno y liberal es adorar al euro, facilitarle la vida y garantizar que sus dueños nos compren a un moderado precio.
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