www.diariocritico.com

El Dalai Lama en Sabin Etxea

viernes 11 de abril de 2008, 06:40h

Hace unos años pasó por Bilbao el Dalai Lama. Tuvimos la suerte de que nos visitara en Sabin Etxea, nos pusiera su estola blanca y comiera con nosotros. Recuerdo que no comía carne y se comió un platazo de verduras de aúpa. Tenía buen saque y una conversación inteligente .Eran los tiempos de Aznar y oficialmente no fue recibido por ninguna autoridad hispana. Hoy vuelve a ser noticia porque el Tíbet sigue ocupado y sigue soportando una dictadura que se presenta ante el mundo con la cara amable de unos Juegos Olímpicos y un crecimiento económico bestial sustentado en la explotación del ser humano mientras se ahoga la libertad de expresión.

No se puede permitir que China enmascare bajo el término de "asunto interno" una situación que arrastra ya 50 años, contra la voluntad de un pueblo que jamás se ha sentido parte de China y que nunca lo ha sido.

No se puede permitir que hoy en día la población tibetana sea minoritaria en su propio país, gracias a la política china que favorece el asentamiento en el Tíbet de la población de etnia han, mediante ventajas económicas, laborales y de vivienda. La postura internacional tendría que ser firme y homogénea para que China tuviera que replantearse seriamente sus continuas negativas a negociar con el Dalai Lama una auténtica autonomía del Tíbet

Es difícil, y más con respecto a España, donde ninguno de sus presidentes se ha dignado recibir oficialmente al Dalai Lama cuando ha visitado Madrid, y que pone pegas continuamente a conceder visados, cuando alguno de los tibetanos en el exilio de la India quiere visitar el estado español. Me temo que dentro de poco nadie hablará del Tíbet, como ya nadie habla de Birmania.

Nuestra capacidad de reaccionar ante la tragedia que están viviendo los tibetanos se topa, al menos, con tres dificultades. No sabemos lo suficiente sobre lo que está pasando, porque las autoridades chinas están decididas a impedir que nos enteremos, y para ello expulsan a periodistas, aumentan su habitual censura de Internet y cuentan mentiras. Además, nos sentimos impotentes ante tanto horror. Y tenemos que buscar el equilibrio entre nuestra profunda simpatía hacia los tibetanos y nuestro interés en que haya una evolución positiva en China. Apaciguar a Pekín pensando sólo en las ventajas políticas y comerciales a corto plazo es despreciable; tratar de garantizar que las medidas que tomemos en ayuda de Tíbet no sean un obstáculo para la evolución de China no lo es. Es un ejemplo de política de Estado, y una cuestión moral,

Si establecemos ese principio, enviemos tres mensajes importantes a Pekín: que no es tan fácil dividir a las democracias; que el Dalai Lama representa verdaderamente -me atrevería a decir que encarna- la vía de la no violencia y la negociación, y que queremos tener relaciones con una China en el camino hacia la modernidad y celebrar unos Juegos Olímpicos maravillosos el próximo verano, pero no sobre los cadáveres de los monjes budistas.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios