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La plaza de Oriente: El sueño de José Bonaparte

viernes 11 de abril de 2008, 12:55h
La plaza de Oriente ha sido uno de los sueños de los monarcas españoles desde el siglo XVIII. Todos ellos contemplaron construir un gran espacio abierto frente al enorme Palacio Real, pero fue José Bonaparte, en 1808, el primero que tomó decisiones prácticas para llevarla a cabo.
Para explicar la situación de este emplazamiento en el día del levantamiento hay que remontarse a 1736 cuando el arquitecto Juan Bautista Sachetti, maestro mayor de las obras reales, vio la posibilidad de abrir un espacio en esta zona monumental una vez se encargó de la construcción de las obras del Palacio después de la muerte de su maestro Filippo Juvara.

El arquitecto ideó, aunque no concluyó, entre otros muchos proyectos que rodearían al nuevo Palacio -como la construcción del viaducto sobre la calle Segovia, la catedral de la Almudena y el convento de las Salesas Reales-, la creación de una zona ajardinada en la parte oriental del edificio palaciego.

La reforma urbana no pudo llegar a término ni entonces ni en los años sucesivos. Sin embargo, José Bonaparte , hermano de Napoléon, trajo en 1808 las ideas francesas de renovación que incluían, en el ámbito urbaanístico, cambiar radicalmente la estructura de una ciudad imperial eentonces repleta de calles estrechas y sin espacios abiertos al público.

Comenzó, en consecuencia, a llevar a cabo demoliciones para ganar esos espacios. Y uno de los primeros lugares en los que incidió esta política fue en los alrededores del Palacio. Quería crear una gran avenida entre el Palacio Real y la Puerta del Sol, lo que obligaba a demoler bloques enteros de casas y varias iglesias, proceso que se llevaría cabo entre 1809 y 1810.

Todo menos una plaza
Pero eso fue después del levantamiento del 2 de Mayo. Esa jornada, el lugar donde se sitúa actualmente la plaza de Oriente era de todo menos plaza. Calles estrechas entre edificios como moles de ladrillo. El suelo estaba empedrado como correspondía a los alrededores de la casa del Rey, pero había numerosos terraplenes, calles en cuesta y desniveles.

En la parte más occidental de esta zona se erigía, majestuoso, el Palacio Real  que, por entonces, contaba con menos de un siglo de vida. Una de estas calles, la que posteriormente se llamaría Bailén como burla del pueblo madrileño al francés por la victoria del contingente del general Castaños ante el ejército del general Dupont, separaba las dependencias reales de la ubicación de la futura plaza.

Frente a él se ubicaba la Casa del Tesoro y, más allá, el teatro de los Caños del Peral. Al norte estaba el Monasterio de la Encarnación, un edificio barroco de 1616 diseñado por Juan Gómez de Mora y junto a él estaba el Huerto de la Priora que dotaba de un espacio verde al monasterio y a las manzanas de casas bajas de los alrededores.

También estaba emplazada en la zona el convento franciscano de San Gil El Real -construido en 1536 y rehabilitado en 1613 bajo un proyecto de Gómez de Mora-, la parroquia de San Juan -construida en el siglo XIII, donde  fueron enterrados varios linajes nobiliarios como los Herreras, Solises y Lujanes, así como el pintor Diego de Velázquez y cuya destrucción provocó la construcción de la plaza de Ramales- y el Juego de Pelota.

Masones
José I comenzó prácticamente el proyecto derribando la mayor parte de estos edificios entre 1809 y 1810, bajo un gran descontento popular. Existen varias hipótesis acerca de la denominación de la plaza. La más aceptada por los historiadores apunta que su situación geográfica, al oriente del Palacio Real, decantó su nombre. Por extensión, el edificio pasó a ser conocido por los vecinos como el Palacio de Oriente.

Otra teoría apunta a que la presunta pertenencia a la masonería del rey galo, principal impulsor de esta renovación urbanística de la ciudad en la época, y su obediencia al Gran Oriente de Francia, se encontraría en el origen del nombre de la plaza, bautizada así en honor de dicha logia.

Los proyectos posteriores hicieron de la plaza un objeto de descontento continuo por parte de los urbanistas. Nadie la veía suficientemente bien para el sitio de la ciudad en que estaba localizada. Hubo reformas por parte de Fernando VII, cuando comenzó la construcción dell Teatro Real, se niveló el suelo y se rediseñó la plaza de forma simétrica sobre una planta semicircular construyendo tres edificios a cada lado del teatro.

Isabel II las continuó: acometió el rediseño de la plaza acorde a la fachada del Teatro Real que se inauguró bajo su reinado; se cambió la planta por un modelo rectangular, se redujo el número de manzanas de viviendas a dos y se construyeron los edificios concretados en el planeamiento; se derribó el teatro de los Caños del Peral y se instaló la estatua ecuestre de Felipe IV, creada por Pietro Tacca y colocada en 1843 junto a los 4 leones de bronce.

También se hicieron obras bajo el reinado de Alfonso XIII  -durante la regencia se culminaron las obras de la plaza de la Armería en 1896- pues se crearon los jardines de Lepanto en 1911 y los de Cabo Noval en 1912 y se colocaron las 44 estatuas del siglo XVII de los reyes españoles..

Estatuas de reyes
Posteriormente, también hubo cambios durante la Segunda República , pues se crearon los Jardines de Sabatini,  y en la posguerra del siglo XX cuando en 1941 se acometió el último rediseño de la plaza y se redujeron a 20 las estatuas de los monarcas. En cada una de las remodelaciones fueron rediseñados los jardines para adaptarlos a la nueva realidad del emplazamiento.

Los últimos retoques a la plaza fueron concretados por el Ayuntamiento de Madrid en una obra que culminó en 1996. El Gobierno del entonces alcalde, José María Álvarez del Manzano, remodeló por última vez la plaza. Se soterró la calle de Bailén, que separaba la plaza propiamente dicha de la fachada oriental del Palacio Real, con lo que ahora la plaza se extiende hasta este edificio.

También se ganaron otros espacios peatonales en los aledaños del Teatro Real, y se puso nuevo empedrado. Bajo la plaza se construyó un aparcamiento subterráneo, dentro de un proyecto que inicialmente contemplaba la creación de un centro comercial en el subsuelo, idea que fue desestimada.

Durante las obras se descubrieron diferentes restos arqueológicos, que fueron destruidos en su inmensa mayoría, una vez documentados. Entre ellos destacan los cimientos de la Casa del Tesoro -demolida por orden de José Bonaparte-, parte de una atalaya musulmana del siglo XI -que se exhibe en la primera planta del aparcamiento-, parte de la muralla cristiana de la ciudad y la torre de los Huesos. Actualmente, la plaza se divide en tres cuadrantes: los jardines centrales, los Jardines del cabo Noval y los Jardines de Lepanto. La planta es rectangular pero se cierra al este con una línea curva culminada en el Teatro Real.
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