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"Espe" se pone el mundo por montera

martes 22 de abril de 2008, 09:00h
Hace ya muchos años que conozco a Esperanza Aguirre. Casi todos los periodistas ya algo veteranos que vivimos en Madrid la conocemos, y ella nos conoce. Nos sonríe casi siempre y casi siempre tiene una palabra amable para nosotros. Hay también algunos periodistas de fuste que le son deudores, y son, sobre todo, dos o tres de ellos quienes la impulsan a la batalla. Qué duda cabe de que Aguirre, desenvuelta, sin pelos en la lengua, a veces fresca como una lechuga, desacomplejada ante lo que ignora -todos ignoramos mucho más de lo que sabemos, claro-, cae bien a los votantes madrileños. Ha hecho una labor bastante buena en cuanto a la economía de una Comunidad que revienta por los costados, en la que anidan las sedes de las empresas, el Ejecutivo, el Legislativo, gran parte del Judicial y los más fuertes medios de comunicación.

Otra cosa es, por supuesto, que Esperanza Aguirre tenga las mismas posibilidades de éxito fuera de la Comunidad de Madrid. Los sondeos dicen que su influencia empieza y acaba en la CAM, y los ‘barones’ regionales del PP ya le han puesto la proa, de manera que tendría muy difícil hacerse con la presidencia del partido, y más aún convertirse en la candidata de los ‘populares’ ante las elecciones generales.

Aguirre, que ya empieza a ser generalmente conocida como ‘Espe’, reina como una diosa en los ambientes antes citados, porque ha podido distribuir muchos bienes a su paso, poniéndose el mundo por montera; al fin y al cabo, cuando tienes que tomar decisiones acabarán enfadando a los propios o a los ajenos, así que es mejor -así me lo explicó una vez- contentar a los propios y que se enfaden los ajenos. Y, al indiferente, la legislación vigente, como reza el dicho.

Mala enemiga para Rajoy, no tanto por ella misma cuanto por el entorno que la rodea y anima a dar la batalla: son gentes dispuestas a llegar hasta el final, dejándose cuantas plumas sean necesarias en la refriega. Finalmente, como ya había declarado en otras ocasiones, Aguirre ha anunciado que ella no dará esa batalla. Pero, como hizo cuando proclamó que a Rajoy le prefieren los socialdemócratas, quedándose para ella con la patente de liberal, ha agitado las aguas, de manera que alguna barquichuela, alguna patera y quién sabe si uno que otro pesquero y remolcador acabarán hundiéndose. Ella no quería, pero business is business, y eso es lo que cuenta: la cuenta (valga la redundancia) de resultados.
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