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El invierno que no llega

Las altas temperaturas, impropias del invierno, han influido en el reloj biológico de especies de flora y fauna de la Comunidad

viernes 19 de enero de 2007, 14:46h

Madrid vive un invierno atípico. Desde el mismísimo asfalto hasta la serranía, el paisaje deja ver los efectos del clima en la Comunidad, que no esconde secretos. Flores en los rosales, copas repletas de hojas, cigüeñas incubando y hasta prados de hierba que empiezan a amarillear en pleno mes de enero, el más cálido desde el siglo XIX. En el Ayuntamiento aseguran que  han comenzado a regar algunas medianas y, si el cielo no lo remedia, en breve habrá que hacerlo en los parques.

Rosales de Ciudad Lineal en el mes de eneroMientras las hojas del calendario caen con rapidez agotando los meses de invierno, las de los árboles se resisten a hacerlo, encantadas de vivir su segunda primavera. Pocas veces los madrileños habrán visto a mediados de enero calles enteras de ejemplares con las copas marrones, pero abarrotadas. Muy pocas habrán podido disfrutar de los rosales del Retiro llenos de flores de colores. En pocas ocasiones los jardineros se han visto obligados a 'ejecutarlas' por la necesidad de la poda. "Ya no deberían estar ahí", se quejan, sintiéndose un poco verdugos.

Y es que la naturaleza es la menos ajena a la impuntualidad del clima. Flora y fauna basan su sistema de vida en una férrea disciplina cíclica, con la que cada temporada repiten sus hábitos al compás del tiempo. Este año, sin embargo, el reloj va retrasado y Madrid no ha visto aún sus cumbres cubiertas de nieve, ni ha padecido los rigurosos hielos de otros inviernos. Es, según los expertos, "un prolongado y anómalo periodo de temperaturas altas, donde apenas se han registrado valores por debajo de cero" y que podría ser síntoma del tan citado cambio climático.

Los árboles de la calle Velázquez aún con hojasSea o no el anuncio de ese gran giro del clima, la mayoría prefiere hablar de este invierno como de una "anécdota" cuyas consecuencias patentes en el paisaje, la flora y la fauna son, por el momento, nada más que un "contratiempo". Santiago Soria, subdirector general de Patrimonio Verde del Ayuntamiento de Madrid, repasa estas extrañezas invernales. "Es cierto que está siendo atípico, y le aseguro que nos está afectando".

Para empezar -explica- muchos árboles, sobre todo los plátanos y los chopos, no han tirado la hoja. Los rosales tienen flores y la hierba está empezando a amarillear. "Lleva ya un mes sin llover y hemos empezado a regar algunas medianas. De seguir así -asegura este ingeniero de Montes- tendremos también que regar los parques, y entonces el césped crecerá, y habrá que segar, algo impensable en el mes de enero".

A eso se suman las 'malas hierbas' que tampoco son propias de este tiempo y que ya están dando trabajo a los jardineros municipales. Soria se pregunta, además, cómo se desarrollará la brotación de los árboles: "Algunos aún no han tirado las hojas y otros, como los fresnos de El Pardo, ya tienen brotes. Desde luego como empiece a helar fuerte los brotes se quemarán, igual que va a ocurrir con los árboles frutales". Haciendo valoración de daños, Soria le quita hierro . "Si esto sólo se da este año, será algo esporádico y quedará como una curiosidad. Si es una tendencia, veremos cómo cambia la flora y la fauna"

"Un año adelantado"
Para Felipe Ruza, jefe de Área de Protección y Gestión de Flora y Fauna de la Comunidad de Madrid  "la impresión general es que el año va adelantado" y habla de "época prenupcial" para referirse al apareamiento más temprano que de costumbre de aves como las cigüeñas comunes o las perdices. Ruza advierte, igual que su colega en el Ayuntamiento de Madrid, que el campo está falto de agua y en su estado, las pocas heladas lo han empeorado, "porque se ha quemado más". En el entorno de la sierra el invierno rezagado se ha dejado sentir menos, explica este experto, quien sin embargo asegura que "en ningún caso el fenómeno que estamos viviendo este año se puede calificar tajantemente como de cambio climático o hecatombe. Unas especies sufrirán más y otras menos, y las más resistentes tendrán que ir adaptándose a los cambios que vengan y que, en ningún caso, serán cambios radicales, de la noche a la mañana".

 Como las cigüeñas, que según cuentan en Faunia "ya están incubando los huevos de sus polluelos", otras especies han decidido no emigrar, o aparearse antes de tiempo, o incluso las veremos revolotear con toda seguridad antes de tiempo. Así va a ocurrirles a las mariposas del Mar de Ontígola, que conoce muy bien el ingeniero forestal José González Granados, uno de los responsables del mariposario del Regajal, que la Comunidad de Madrid tiene en Aranjuez. "Con estas temperaturas -asegura González Granados- algunas especies de las mariposas no esperán a abril a dejar de ser orugas o imagos, sino que las tendremos antes, seguro que en febrero".

Mientras los embalses aguantan firmes, al 68 por ciento de su capacidad,  a pesar de que el cielo no les manda un regalo desde hace un mes. El problema del agua es que no hay nieve en las cumbres y por tanto no habrá reservas. En cuanto empiece a hacer calor bajarán las reservas y, si es así, viviremos un año seco aún peor que el anterior", dice Santiago Soria. Sea como sea, los meteorólogos ya prevén para la semana que se avecina un cambio radical de tendencia. Si el reloj climático se pone las pilas, quizá Madrid llegue a tiempo de sentir los rigores invernales. El cielo tiene la última palabra.

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