Por idiotas como tú

Habiendo escuchado al presidente Correa llamar “gordita horrorosa” a una periodista y “vieja pelucona” a una señora guayaquileña, creíamos haber llegado al tope de los insultos. Sin embargo, el Presidente, amparado en su popularidad, siempre encuentra la manera de volvernos a desconcertar.

La más reciente víctima de sus ofensas, ésas que unos cuantos celebran y otros tantos confunden con firmeza u hombría, es un ecuatoriano residente en España. Una cámara de televisión filmó el suceso. El migrante reclamaba algo al Presidente, quien, rodeado por su seguridad, le dijo: “por idiotas como tú es que queda mal toda la comunidad ecuatoriana”.

Este nuevo insulto se diferencia de los anteriores (también injustificables) en algo esencial: no fue dirigido a una persona vinculada a los vapuleados medios de comunicación, ni a un miembro de la “oligarquía”, ni a un representante de la “partidocracia”.
 
Esta vez el Presidente ofendió a un ciudadano común y corriente, peor aún, a uno de los tantos migrantes por cuyo regreso este gobierno dice estar trabajando.

Lo más irónico del caso es que el insulto se dio cuando el Presidente promocionaba su plan de retorno para los ecuatorianos que viven en el exterior. Más allá de que las medidas económicas que el Gobierno ha tomado (directamente o a través de la Asamblea) no fomentan la creación de nuevas oportunidades, va a ser difícil que este ciudadano (y los demás que presenciaron la escena) quiera retornar al país habiendo recibido semejante trato de parte del propio presidente.

Seguramente escucharemos las consabidas excusas para justificar el incidente: que el migrante se había dirigido en malos términos al Presidente, que no fue Correa el primero en faltar al respeto. Lo cierto es que Rafael Correa no es cualquier persona, es el presidente del Ecuador, aunque con muchos de sus comportamientos parezca no estar conciente de la dignidad que ejerce. Por eso, sus actos tienen una repercusión mucho mayor que los de un ciudadano común. Ojalá el Presidente aprenda a controlar sus frecuentes excesos, ya que ellos son capaces de menoscabar el nombre del Ecuador mucho más que los desatinos que pueda cometer algún migrante.

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