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Corpus en la plaza

Corpus en la plaza

lunes 26 de mayo de 2008, 03:00h
La convocatoria al festejo de Corpus Christi, que se hiciera desde diferentes organismos pertenecientes al ámbito de la Arquidiócesis de Buenos Aires, fue recibida por los que se invitó, de diferentes maneras.
          
Unos fieles a las fechas del calendario litúrgico, agradecieron el recordatorio de la festividad que nos muestra como Jesús se da todo, cuerpo y sangre, como lo que es: Amor. De entre estos muchos recordaron que la fecha  guarda especial relevancia por la cercanía del festejo con las fiestas mayas, y como los de este grupo suelen guardar memoria con todo lo que tiene que ver con la vida: también  se prendieron al pecho la celeste y blanca.

Otros creyeron vislumbrar la posibilidad de ser espectadores de una vuelta más a las idas y venidas verbales ( sobre materia explícita  o supuesta )  que mantienen con  el Cardenal Jorge Bergoglio, junto a tantos otros, el ex presidente Néstor  Kirschner   y la actual presidente de la Nación Argentina la Sra. Cristina Fernández.

Estos posibles espectadores ante el temor de  verse involucrados en un enfrentamiento en la Plaza de Mayo tal como el que hubo entre los distintos bandos  por el tema de las retenciones al campo, aprovecharon y se quedaron en sus casas viéndolo por televisión. Algunos  concurrieron y se mantuvieron a prudente distancia preparados a darse a la fuga ante un eventual conflicto, una anciana emponchada le decía a su vecina” yo no falto a Corpus, pero por si acaso me vine en zapatillas”.

Los enérgicos luchadores de siempre, esperaban escuchar la voz de la Iglesia a través de su pastor más notorio, fustigando con las verdades de la Doctrina Social los dichos de políticos y funcionarios. Estos convocaban a otros para ser “número”

Entre la multitud en medio de  miembros de santas cofradías, abuelas con hijos y nietos en cochecitos, gente de hablar aristocrático, consagradas y religiosas, abanderados de escuelas cristianas y católicas, gente de hablar muy humilde, portadores de estandartes de diferentes movimientos de Iglesia, turistas curiosas y muchos representantes de la prensa;   se podían ver  algunos hombres discretamente vestidos que no solo no sabían los cantos con los que se acompañó la liturgia, sino que debían sufrir de alguna amnesia selectiva pues no embocaban las contestaciones habituales que el pueblo da durante la misa ( uno cerca de mí , no se descubrió la cabeza ni durante la consagración, a lo mejor lo juzgo mal y era un previsor ciudadano que le temía a las palomas que sobrevuelan la plaza!).

El Cardenal que había recibido en la  estación de Once a las columnas de los jóvenes que marcharon por la ciudad recogiendo en urnas los pedidos de la gente para la misa, llegó en subte a la Catedral y  luego de revestirse inició la Celebración

Las columnas de los jóvenes que hicieron su jubilosa entrada a la Plaza, asustaron a más de un desprevenido que al no distinguir la letra de las canciones por el volumen de los bombos y redoblantes supuso que los muchachos de algún piquetero conocido se estaban acercando.

Todo se hizo silencio cuando al comenzar el oficio religioso avanzaron hasta el frente del altar los padres de algunas de las víctimas de Cromañón  llevando en andas una reproducción de la Piedad de Miguel Ángel  y sus pancartas y remeras con las fotos de sus muertos en el incendio y sumándose a la lista aparecen ya las de los jóvenes padres que no pudieron superar las pérdidas y también han fallecido.

Las autoridades de la Ciudad presentes en lugar destacado quedaron así rodeadas de pacíficos feligreses que siguieron participativamente la Misa.  Hay que destacar que a esto último contribuyó la excelente  animación musical que sorprendió a muchos por lo contagioso del ritmo de algunas canciones.

Y la esperada homilía fue una pastoral-llamada a la paz y la responsabilidad. Si alguno esperaba diatribas encendidas se habrá sorprendido. El tono amable y fraternal con que el Cardenal se dirigió a su Pueblo, no fue vacío de contenido. Sus palabras ameritan una segunda reflexión, ya que como es habitual en él, las líneas pastorales de acción se ven cuando se analiza la manera en que expone los contenidos teológicos.

Luego de la procesión por la Plaza que no todos siguieron (vimos emigrar raudo y veloz por la vereda de la Catedral hacia tierras más cálidas seguido por su apurada custodia a uno de los afortunados que tuvo silla frente al altar)  se hicieron los rezos finales y se bendijo a la multitud.

Cuando los muchos medios presentes levantaban cámaras y enrollaban cables, los periodistas seguían a los obispos y sacerdotes con sus micrófonos y grabadores, más de uno buscaba un café para resarcirse del frío, el que esperó ver correr sangre se debe haber puesto en camino desilusionado.

En la Plaza de Mayo la Fiesta  de Corpus fue tan sólo eso: “la Fiesta de Corpus”.
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