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Su popularidad cae al nivel de Nixon

George Bush va de nuevo por una reforma migratoria

George Bush va de nuevo por una reforma migratoria

miércoles 24 de enero de 2007, 01:38h
Con la popularidad más baja para un presidente estadunidense antes de un discurso sobre el estado de la Unión, desde Richard Nixon, meses antes de que renunciara en 1974 por el escándalo Watergate, según un documentó que adelantó la Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, instará al Congreso de su país para que apruebe una reforma migratoria integral que abra el camino a la regularización de indocumentados. El año pasado, la reforma migratoria que había prometido Bush, tres años antes, quedó bloqueada por la oposición de los republicanos de la Cámara de Representantes.
El presidente estadounidense, George W. Bush, llamará al Congreso la noche de este martes, en su discurso sobre el estado de la Unión, a aprobar una reforma de la ley de inmigración que abra el camino a la regularización de indocumentados, como lo desea la oposición demócrata.

"El presidente llamará al Congreso a aprobar una reforma migratoria completa", informó la Casa Blanca, al adelantar los principales temas que planteará Bush en su discurso anual al Congreso, controlado este año por primera vez por los demócratas desde que llegó al poder hace seis años.

"Tenemos que tratar el problema de la inmigración ilegal y tener un sistema que sea seguro, productivo, ordenado y justo", añadió el documento transmitido a la prensa por la presidencia estadounidense, antes del discurso sobre el estado de la Unión previsto a las 21:00, hora local.

Según el texto, la ley deberá "garantizar la seguridad de las fronteras, mejorar las medidas policiales (...), crear un programa de trabajo temporal y resolver, sin animosidad y sin amnistía, la situación de los inmigrantes que ya están aquí, así como promover la asimilación en nuestra sociedad".

Bush debe asimismo pedir que "todos los elementos sean tratados juntos", porque en caso contrario, "no se solucionará ninguno", aunque el documento de la Casa Blanca no fijó plazo para la aprobación de la ley.

El año pasado, la reforma migratoria prometida por Bush hace tres años quedó bloqueada en el Congreso por la oposición de los republicanos de la Cámara de Representantes, que sufrieron una severa derrota en las elecciones de noviembre tras centrar su campaña en la lucha contra la inmigración ilegal.

El Congreso sólo aceptó la construcción de un muro de cerca de mil 200 kilómetros en la frontera con México, a pesar de las multitudinarias manifestaciones celebradas por todo el país de marzo a mayo para exigir la regularización de los indocumentados.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, ya se comprometieron a trabajar con el presidente si demostraba en su discurso la voluntad de sacar adelante una reforma que prometió hace tres años exactamente.

Hace un mes, Bush había manifestado su intención de trabajar con los demócratas y su propio partido para poder cumplir este año su promesa de reformar el sistema de inmigración y crear un sistema de trabajo temporal para los extranjeros, que abriría el paso a la regularización de millones de indocumentados.

Para aumentar la presión sobre el Congreso, una amplia coalición ha sido creada la pasada semana que incluye a sindicalistas, empresarios, obispos, así como organizaciones hispanas.

A pesar del compromiso de Bush y de los demócratas, el futuro de la reforma todavía no está muy claro.

Como advirtió el senador hispano Ken Salazar del estado de Colorado, el tema debe ser tratado antes de que el país entre plenamente en la campaña para las presidenciales de 2008 y se compliquen así las posibilidades de aprobar una reforma que los republicanos bloquearon en septiembre antes de las elecciones legislativas de noviembre.

Además, Bush deberá convencer a su propio partido de no bloquear la ley.

"La batalla va a tener lugar esta vez en el Senado y no en la Cámara de Representante como en la última legislatura", explicó Daniel Restrepo, del Center for American Progress.

En el Senado, "los republicanos menos favorables a la reforma tienen la posibilidad de bloquearlo o hacerlo muy difícil", explicó el analista, en alusión a los 41 votos sobre 100 que pueden impedir la aprobación de un proyecto de ley o las trabas que se pueden poner para retrasar el debate.

Popularidad de Bush cae al nivel de la de Nixon

La popularidad de George W. Bush es la más baja para un presidente estadunidense antes de un discurso sobre el estado de la Unión, según coincidieron varias encuestas.

Un sondeo de CBS News situó la popularidad de Bush en 28 por ciento, la más baja que le ha dado esta encuesta, que indica que 64 por ciento de los estadunidenses desaprueba su desempeño.

Otra encuesta, de la ABC y el Washington Post, mostró el lunes, un día antes del discurso anual del mandatario estadunidense, una aprobación de 33 por ciento, que iguala el mínimo en su popularidad según este estudio registrado en mayo de 2006.

Según el Washington Post, los últimos dos presidentes en ofrecer un discurso sobre el estado de la Unión con cifras de apoyo tan bajas fueron Nixon en 1974 y Harry Truman, durante la guerra con Corea en 1952.

Nixon renunció posteriormente, ese año, para evitar una inminente destitución por parte del Congreso, en medio del escándalo por el ingreso clandestino y espionaje en las oficinas del Partido Demócrata, en el edificio Watergate de Washington.

Asimismo, en un sondeo de NBC News y el diario Wall Street Journal la popularidad de Bush se situó en 35 por ciento la más baja que un instrumento estadístico de esos medios le haya otorgado.

Un 67 por ciento de los encuestados desaprobó la gestión de Bush en Irak, en este sondeo realizado entre 1.007 adultos entre el 17 y 20 de enero, con un margen de error de 3.1 por ciento.

La encuesta de ABC y el Washington Post indicó que 71 por ciento de los interrogados considera que Estados Unidos va en mala dirección, la cifra más alta de pesimismo de la última década.

El 51 por ciento desaprobó la labor de Bush, contra un 17 por ciento que le brindó un apoyo firme
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