OPINION/Victor Gijón
miércoles 04 de junio de 2008, 16:16h
Estoy con el alcalde de Santander en que con los maltratadotes tolerancia cero. Pero con sentencia definitiva y también sin sentencia definitiva. Es una triste realidad que el policía local, condenado ya sin recurso posible por tres agresiones a su ex compañera sentimental, haya seguido gozando en los cuatro años transcurridos desde que cometió el delito de una relevancia social que le permitió seguir persiguiendo a su víctima.
Incluso con denuncias falsas, muy recientes en el tiempo, para las que buscó el amparo de sus compañeros de la Policía de Santander, ante la negativa de la Policía Nacional a entrar en su perverso juego.
Durante el tiempo en que su víctima perdió posibilidades de trabajo y amigos, sufrió rechazo y su versión de los hechos fue puesta en duda, por no hablar de otras consecuencias sobrevenidas menos visibles, su maltratador siguió ejerciendo de policía, portando armas --ahora dicen que no le dejaban llevar la pistola a casa, ¡qué consuelo!-- y dirigiendo un sindicato que le reeligió, a pesar de tener conocimiento de su delito, hace unos pocos meses.
Por cierto que en la clausura del congreso de la organización sindical policial estaba prevista la intervención del alcalde Iñigo de la Serna, finalmente anulada tras publicar este confidencial una nueva entrega informativa de este controvertido asunto. Y es que la noticia, que parece ahora poner en marcha todos los mecanismos solidarios, no es nueva. La sentencia declarada ahora firme tiene un año de vigencia, pero ningún medio de comunicación de Cantabria, salvo Cantabria Confidencial, la quiso publicar.
Mientras tanto el agresor se paseó ufano por el Parlamento regional, donde fue recibido por la diputada del PP, Isabel Urrutia, se hizo fotografías con el dirigente del PP, Ignacio Astarloa, y posó en actos oficiales con el concejal de Policía siendo alcalde Gonzalo Piñeiro, Miguel Ángel Sañudo.
No tengo claro que cuando De la Serna dice que el Ayuntamiento quiso personarse como acusación particular en el proceso, cuando él todavía no era alcalde y sólo un mero concejal, fuera para acusar al policía o para defenderle.
Y es que la única medida real, efectiva y directa que llevó a cabo el Ayuntamiento de Santander contra el policía maltratado fue cesarle como responsable de la Oficina de la Policía Local para la atención a mujeres maltratadas. Pero tal decisión, vistos los antecedentes del funcionario, no es precisamente para andar sacando pecho.
Si (
No(
