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El tremendo compromiso de José Tomás

El tremendo compromiso de José Tomás

miércoles 04 de junio de 2008, 18:51h
Este 5 de junio estoy seguro que va a quedar en la Historia de la Plaza de Toros de Madrid como una de sus fechas claves. Después de seis años de ausencia, José Tomás vuelve a pisar el albero de la primera plaza del mundo para asumir la responsabilidad de reeditar sus grandes éxitos en la plaza que le encumbró en 1996 y por cuya Puerta Grande ha salido en cinco ocasiones.

No lo va a tener fácil, pues pese a la incondicional admiración que el público de Madrid siente por su toreo y por su extraordinaria personalidad, en los tendidos de Las Ventas también estarán quienes llevados de otros gustos y de otros intereses están dispuestos a empequeñecer su actitud, el tamaño de los toros que lidie, lo afilado de sus pitones, su colocación ante las reses y a medir el temple de sus engaños. Muchos serán los mismos que caen embelesados ante el ventajismo, la vulgaridad, la firmeza sin clase, la valentía atropellada  de otros, y quienes cierran los ojos ante los engaños tropezados de otros diestros. Otros los que se sentirán más atraídos por el poderío de “El Juli”, el clasicismo de Manzanares, la sinceridad interpretativa de “El Cid”, el encanto de Cayetano o la rotunda disposición de Perera. También habrá quien por razones inconfesables desee el fracaso del torero que desde su reaparición ha superado todos los límites de exposición, de riesgo personal, de entrega sin condiciones al servicio de devolver al toreo la emoción y el gusto por el sobresalto de una profesión que se realiza ante un animal indómito y criado para acometer fieramente una muleta.

Pero en general, la mayoría del público que atiborre esa tarde –y la del 15 de junio- la Monumental de Las Ventas acudirá esperanzada y confiada en que José Tomás se justificará a si mismo, justificará también la expectación despertada en todas las plazas desde su retorno y los altos emolumentos que viene percibiendo por torear. Y puedo afirmar con rotundidad que una de sus cuatro oportunidades –dos toros el día 5 y otros dos el 15 de junio-   le permitirán alcanzar uno de sus grandes éxitos. Poco le importa al torero y a su entorno más íntimo que buena parte de la crítica encuentre en él los defectos que en otros son virtudes excelsas; poco que  haya toreros que gracias a la proyección social de su pareja se hable más de él que por sus méritos taurinos y poco que las redacciones, los estudios de televisión y radio estén huérfanos de su palabra, de su reflexión y hasta de su queja pública o de su sensato razonamiento. Esta excepción en un mundo tan mediático y mediatizado como el de nuestros días, es la que alienta algún inmerecido desprecio y muchos de los desaires que le dedican a su actitud irreprochable, y  a su generosa entrega corporal y artística merecen.

Solo él es responsable de haber puesto el listón tan alto; solo él es responsable de exigirse a si mismo el máximo; solo él es responsable de haber diseñado un retorno a los ruedos buscando la calidad y el sosiego para torear cuando, donde y por el dinero que quiere, privilegio al alcance solo de quien es de verdad una figura del toreo y no la figura del toreo que conviene a las empresas y a los medios de comunicación. Por eso, dentro de muchos años el nombre de José Tomás figurará en letras de oro de la historia del toreo de este tiempo, no solo por su trayectoria taurina, no solo por su arte acreditado y su impresionante valor; sino también porque será leyenda y mito porque por encima de la conveniencia de su profesión asumió el compromiso de todo artista y en 2007 quiso-y consiguió- devolverle a la plaza de toros de Barcelona su categoría de ruedo legendario y de paso al toreo cuanto hay en él de heroico, de arte lleno de emoción y no solo basado en una técnica y en un ejercicio científico. Al tiempo.

Carlos Abella, escritor y autor del libro “José Tomás, un torero de leyenda”, ya a la venta en librerías.
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