www.diariocritico.com

Estatutarios o don Tancredo

lunes 16 de junio de 2008, 16:13h

Pocas cosas hay más deleznables en el estilo que utilizar la terminología taurina -o náutica- en plan metafórico. Pero más como un homenaje a José Tomás que como un recurso literario, me voy a permitir hoy diferenciar entre los llamados estatuarios y el conocido don Tancredo. Los dos consisten básicamente en lo mismo: no moverse; pero mientras los primeros encierran arte y valor, incluso una especie de misticismo o arrobamiento (en el caso de José Tomás) y culminan con el toro pasando una y otra vez por el engaño, el don Tancredo carece de estética y hasta de razón porque se basa en hacer creer a la res que aquello inamovible es una cosa contra la que -por su propia bien- no debe embestir.

Se preguntará el lector a qué viene esta disquisición taurina escrita, además, por alguien que ni es demasiado aficionado y que odia estos símiles. Pues viene a cuenta de la ya casi inmediato Congreso del PP y de no pocos congresos anteriores de casi todos los partidos. Cuando los líos aquellos entre guerristas y felipistas, los congresos del PSOE se empeñaban en hacer el don Tancredo mientras que cuando Felipe decidió aquel portazo -que se sabía muy bien que lo daba con el billete de vuelta- para pasar del marxismo como base de la ideología socialista, lo que hacía el ex secretario general con su efímera renuncia, era paradójicamente, un estatuario. El toro enorme del aparato no se paro en seco sino que fue entró al trapo y la faena fue un éxito.

El no mover los pies, el no moverse, eso de no retroceder ni para tomar impulso, es una de las grandes estupideces de la humanidad y algo, además, muy español, muy de raza. Claro que hay que moverse y retroceder y adelantar unos pasos y encontrar el mejor terreno para la faena. Pero todo con estética y con una razón, no porque sí. Pues bien, en el congreso del PP pueden ocurrir varias cosas: que Rajoy y lo suyos se queden como estatuas, quietos en sus posiciones y el toro de los críticos ni tan siquiera envista. Mal asunto. Otra posibilidad es la contraria: que el don Tancredo lo hagan los críticos y entonces todo sería mucho peor porque ni siquiera habría toro en la plaza ante el que no moverse; conociendo a don Mariano, si nadie levanta la voz, no la va a levantar él que sólo aspira al sosiego. La tercera posibilidad, la más deseable, es que unos y otros se planten en Valencia dispuestos a los estatuario, es decir, a no ceder en sus argumentos y en sus criticas hasta culminar la faena sin haber dejado terrenos al contrario. Luego un pase de pecho para que todo vuelva a la normalidad y, lógicamente, sin estocada final. Hacer sangre nunca ha dado buenos resultados.

Para abominar de los símiles taurinos, no he estado mal. Pero resumo tanta metáfora. ¿Cuál es la realidad del PP a día doy? Que ha perdido dos elecciones y que tiene la obligación de preguntarse por qué, de enderezar su política sin moverse del terreno que le es propio pero sin empecinarse en insistir en cosas que ni resultan, ni conducirían más que a perder, otra vez, en 2012. Ya sé que escribir estas recetas es mucho más fácil que tragarse luego las píldoras prescritas porque aquí no hay toro y torero en la soledad de la plaza sino una amalgama de sinceridades opuestas, deseos de poder, necesidad de sacrificios y vanidades personales. Pero las cosas están así y aunque nadie se lo quiera plantear en serio, el final de la UCD, aquella voladura controlada de lo que no era un partido, tenía -peligrosamente- los mismos ingredientes que este Congreso del Partido Popular. No se va a repetir la historia, pero les quedan cuatro años para convivir y es mejor llevarse bien.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios