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Nihil obstat

domingo 06 de julio de 2008, 09:53h

Nuestros abuelos y nuestros padres venían con el nihil obstat de serie. El clero garantizaba que “no había impedimento” a que se desarrollara su vida porque ya habían entregado desde la misma cuna a la Iglesia católica, apostólica y romana todo lo que le interesaba: su bautismo y comunión, su educación, su matrimonio, la procreación y educación de sus hijos y hasta la muerte. Sus herederos nos hemos librado en este país bastante de aquella marca indeleble aunque nos van quedando algunos tatoos por el cuerpo.

Además de las cruces que te da la vida las encuentras delante de las narices en montones de sitios públicos, hasta el punto que no parece admisible un comprometer un cargo o una responsabilidad oficial  si no se hace ante una imagen del crucificado por mucho que se empleen formulas de compromiso como aquello de “prometo por mi conciencia y honor”. Creyente o agnóstico da igual porque o pides unas tenazas o, en la mayoría de los casos, los ciudadanos se van al otro mundo bajo la tapa de un ataud con la cruz bien grande. Tampoco hay en España concepción de un funeral si no hay Iglesia de por medio. Y lo que es peor, las normas deontológicas a seguir con enfermos terminales las sigue imponiendo la moral cristiana, que es la moral que impone la última voluntad y no la del enfermo o la de sus familiares. Cuidados paliativos, desconexión de aparatos que alargan artificialmente la vida o ayudas a morir en paz que acorten el sufrimiento del moribundo además de pecado siguen siendo casi imposibles

El PSOE voluntariosamente vanguardista del 37 Congreso se ha propuesto quitar costumbres e imposiciones eclesiales que aún condicionan la vida y la muerte de los ciudadanos. Y bienvenidas sean las resoluciones aunque a algunos se nos antojen cortas porque sigo sin entender por qué debo financiar con mis impuestos, tache o no la casilla del IRPF, los privilegios de una confesión religiosa a la que el Estado mantiene de manera abiertamente inconstitucional.

Zapatero y Blanco, los supernúmero uno y supernúmero dos del socialismo español -¡enhorabuena a Leire Pajín!- han decidido una estrategia basada en más derechos sociales a desarrollar en cuatro años frente a los coyunturales problemas económicos de difícil solución. Siguiendo el camino emprendido con el reconocimiento del matrimonio homosexual Zapatero se quiere a situar en la avanzadilla de los derechos ciudadanos, quitando imposiciones de sotana que pesan sobre la vida de los ciudadanos y buscando alinearse con la vanguardia mundial en los derechos de las mujeres sobre su concepción. Son tomas de posición a las que aguarda un largo de recorrido para hacerse efectivas a la espera de consensos sociales y políticos. Cabe esperar que el PP replique desde ya al Gobierno que se deje de utopías modernistas para el futuro y busque soluciones ya para las penurias económicas de los ciudadanos de ahora. Las más llamativas resoluciones del congreso socialista no parecen tratar, ciertamente, materias tan urgentes como frenar precios, lograr bajadas de hipotecas o propiciar más empleo. Pero alguien le habrá dicho al oído al supersecretario general -impagables esos 14 votos en blanco que rompen la unanimidad en su elección- que la crisis económica antes o después pasará, pero que lo que no pasará nunca es el fin de los no tan píos imperativos eclesiales sobre la vida y la muerte de los ciudadanos. Y si efectivamente se logra así será. Y será para bien. Además, el asunto tiene su morbo: ¿saldrá de nuevo en manifestación el PP con los obispos cuando Rouco monte en cólera y Martínez Camino vuelva a clamar contra la persecución de los cristianos?

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