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Juan Carlos Lecompte actual marido de Ingrid Betancourt no fue a Francia para no seguir siendo humillado

Juan Carlos Lecompte actual marido de Ingrid Betancourt no fue a Francia para no seguir siendo humillado

miércoles 09 de julio de 2008, 02:29h

Regresar después de seis años secuestrada en la selva colombiana no es volver de un crucero ni de un viaje de placer... Según las crónicas desde París, donde se encuentra ahora  Ingrid Betancourt, su familia ha quedado muy dividida y las imágenes de concordia dicen que son puro cuento...

Para empezar, está el tema del supuesto romance de Ingrid con el ex senador Luis Eladio Pérez, liberado el 20 de febrero pasado por las FARC por razones de salud. “Fue una relación espiritual”, le confesó Ingrid el jueves pasado a un miembro de la delegación francesa durante el vuelo de regreso a París. “Ingrid me aseguró que Luis Eladio Pérez se había enamorado de ella, pero que el amor no fue correspondido”, comentó su primer marido y padre de sus dos hijos, el ex diplomático francés Fabrice Delloye, preocupado sinceramente por la situación de Juan Carlos Lecompte, el actual esposo de Ingrid, con quien habría tejido una sólida amistad cuando luchaban juntos para lograr la liberación de la ex candidata presidencial.

De acuerdo con Christian Riavalle, corresponsal en Francia del periódico argentino Perfil, el mejor testimonio del lazo entre Delloye y el publicista colombiano Lecompte fue el abrazo que el primero le prodigó el jueves, cuando llegó a Bogotá en el avión de la delegación francesa junto con sus hijos, Melanie y Lorenzo.

Sobre la distancia de Ingrid hacia su actual esposo, baste recordar el fugaz abrazo, sin ternura ni calidez, que ella le dispensó el miércoles anterior, cuando él fue a recibirla al pie del helicóptero que la había traído desde la jungla.

Como es natural, la mujer que más acaparó la atención mundial en el último año, se negó a hablar en público sobre su vida sentimental. “Por el momento, quiero poner mis ideas en claro. Me tomaré unos días de descanso con mis hijos y trataré de pensar”, dijo. Pero como recuerda el cronista de Perfil, en todo caso, Ingrid anunció que “seguirá unida a Luis Eladio Pérez en la lucha para obtener la liberación de los otros rehenes”.

No obstante, otros asuntos ensombrecen el “hermoso espectáculo” de “toda la familia unida”, según el discurso pronunciado en el Palacio del Elíseo por el presidente Nicolas Sarzoky, cuando recibió a la sobreviviente de la selva, que arribó a Francia acompañada del papá de Melanie y Lorenzo, pero sin Lecompte, quien, se afirma, decidió permanecer en Bogotá para no seguir sufriendo humillaciones públicas.

En paralelo al prolongado cautiverio, de cuya sorprendente resolución cinematográfica aún ignoramos casi todo, también se hizo trizas la relación sentimental de Astrid, hermana de Ingrid, con el diplomático francés Daniel Parfait, ex embajador en Bogotá y ex director del departamento América Latina de la Cancillería francesa, quien aceptó el cargo de embajador en México. Según Perfil, Astrid, “aislada del grupo familiar, apenas disimulaba las divergencias que había mantenido en los últimos años con los adolescentes Melanie y Lorenzo. Esas fricciones se habían trasladado incluso a los grupos que militaban por la liberación de Ingrid” y mientras el ex Delloye y sus hijos se mantuvieron cerca de Sarkozy apoyados por ciertos comités de París, Astrid y su mamá, Yolanda Pulecio, respaldadas por grupos de izquierda, se acercaron al presidente Hugo Chávez invocando razones pragmáticas por el papel de mediador desempeñado por el venezolano en 2007 mientras se lo pidió su par colombiano Àlvaro Uribe. “Esa actitud, resentida por la diplomacia francesa, terminó por provocar la ruptura de Daniel Parfait”, se afirma aquí.

Trascripción del texto publicado en Milenio:
Ingrid: amor en la jungla
Por Irene Selseru (Buenos Aires)

Estar de regreso en la vida real tiene sus bemoles. Y según las crónicas desde París, donde se encuentra por estos días Ingrid Betancourt, su familia ha quedado muy dividida luego de más de seis años de cautiverio.

Para empezar, está el tema del supuesto romance de Ingrid con el ex senador Luis Eladio Pérez, liberado el 20 de febrero pasado por las FARC por razones de salud. “Fue una relación espiritual”, le confesó Ingrid el jueves pasado a un miembro de la delegación francesa durante el vuelo de regreso a París. “Ingrid me aseguró que Luis Eladio Pérez se había enamorado de ella, pero que el amor no fue correspondido”, comentó su primer marido y padre de sus dos hijos, el ex diplomático francés Fabrice Delloye, preocupado sinceramente por la situación de Juan Carlos Lecompte, el actual esposo de Ingrid, con quien habría tejido una sólida amistad cuando luchaban juntos para lograr la liberación de la ex candidata presidencial.

De acuerdo con Christian Riavalle, corresponsal en Francia del periódico argentino Perfil, el mejor testimonio del lazo entre Delloye y el publicista colombiano Lecompte fue el abrazo que el primero le prodigó el jueves, cuando llegó a Bogotá en el avión de la delegación francesa junto con sus hijos, Melanie y Lorenzo.

Sobre la distancia de Ingrid hacia su actual esposo, baste recordar el fugaz abrazo, sin ternura ni calidez, que ella le dispensó el miércoles anterior, cuando él fue a recibirla al pie del helicóptero que la había traído desde la jungla.

Como es natural, la mujer que más acaparó la atención mundial en el último año, se negó a hablar en público sobre su vida sentimental. “Por el momento, quiero poner mis ideas en claro. Me tomaré unos días de descanso con mis hijos y trataré de pensar”, dijo. Pero como recuerda el cronista de Perfil, en todo caso, Ingrid anunció que “seguirá unida a Luis Eladio Pérez en la lucha para obtener la liberación de los otros rehenes”.

No obstante, otros asuntos ensombrecen el “hermoso espectáculo” de “toda la familia unida”, según el discurso pronunciado en el Palacio del Elíseo por el presidente Nicolas Sarzoky, cuando recibió a la sobreviviente de la selva, que arribó a Francia acompañada del papá de Melanie y Lorenzo, pero sin Lecompte, quien, se afirma, decidió permanecer en Bogotá para no seguir sufriendo humillaciones públicas.

Hay que tener presente que junto al prolongado cautiverio, de cuya sorprendente resolución cinematográfica aún quedan demasiadas incógnitas, también se destruyó la relación sentimental de Astrid, hermana de Ingrid, con el diplomático francés Daniel Parfait, ex embajador en Bogotá y ex director del departamento América Latina de la Cancillería francesa, quien aceptó el cargo de embajador en México. Según Perfil, Astrid, “aislada del grupo familiar, apenas disimulaba las divergencias que había mantenido en los últimos años con los adolescentes Melanie y Lorenzo. O sea que la familia no es muy unida que se diga…

Esas fricciones se habían trasladado incluso a los grupos que militaban por la liberación de Ingrid” y mientras el ex Delloye y sus hijos se mantuvieron cerca de Sarkozy apoyados por ciertos comités de París, Astrid y su mamá, Yolanda Pulecio, respaldadas por grupos de izquierda, se acercaron al presidente Hugo Chávez invocando razones pragmáticas por el papel de mediador desempeñado por el venezolano en 2007 mientras se lo pidió su par colombiano Àlvaro Uribe. “Esa actitud, resentida por la diplomacia francesa, terminó por provocar la ruptura de Daniel Parfait”, se afirma aquí.

Y para muchos, hay una trama terrible, digna de una novela de John Le Carré, y que envuelve los últimos meses de negociaciones para lograr la liberación de los más célebres rehenes de las FARC, incluyendo a los tres contratistas estadunidenses del Departamento de Estado, que por supuesto ya vendieron su historia a Hollywood.

Se trata de saber cuánto fue lo que se le pagó a la guerrilla; si fue medio millón de dólares o 20 millones la suma entregada bien sea al “empelotado César” o también a otros miembros de la cúpula “rebelde”.

Otras incógnitas se plantea la prensa… ¿hizo a un lado Uribe a Sarkozy de la Operación Jaque por miedo a que el francés impidiera el operativo armado, si es que hubo tal? ¿Quién pagó el rescate o se dispuso de un fondo común entre Bogotá, París y Washington, que procuraba el regreso de sus tres cautivos? ¿Qué papel jugó Suiza en la negociación, ya que el ministro de Defensa de Colombia involucró el fin de semana al mediador suizo Jean-Pierre Gontard como el posible portador del medio millón de dólares que las FARC guardaban en una hacienda en Costa Rica y que fueron confiscados en marzo por el ejército colombiano gracias a la información obtenida de las computadoras del ex número dos de la guerrilla, Raúl Reyes, tras el ataque a su base en suelo de Ecuador? Tanto Gontard como el ex cónsul francés en Bogotá, Noël Saez, eran los únicos “facilitadores” para el intercambio de rehenes
autorizados por Uribe.

El vocero de la cancillería suiza, Georg Farago, respondió que la suma confiscada estaba ligada al secuestro extorsivo en el 2000 de dos miembros de una empresa suiza, liberados en 2001, y negó cualquier liga con el caso actual.

Conocer los intríngulis de la participación de expertos israelíes y británicos en la Operación Jaque (de hecho, ese puede ser el nombre del próximo filme: Operación Jaque, rescate en la selva) será algo sin duda estremecedor, lo mismo que el papel que habría jugado en la seducción millonaria la esposa del guardia César; o el desempeño en todo esto de Hugo Chávez y del mismísimo Fidel Castro, opuesto a la política de secuestros de las FARC y a la existencia misma de ese remedo de guerrilla, una “forma anacrónica” de lucha, como afirmó hace poco Chávez en Caracas sin ser cuestionado desde La Habana.

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