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Alcorcón, unidad y firmeza contra la violencia

miércoles 31 de enero de 2007, 12:37h

Hay quienes pretenden vincular el conflicto vivido en Alarcón este pasado fin de semana con el aumento de una población inmigrante latinoamericana que produce mayor inseguridad y violencia en las calles.


Los datos desmienten abrumadoramente esta pretensión. La población inmigrante en la Comunidad de Madrid se acerca al 14 por ciento; en Alcorcón no llega al 8 por ciento. En cuanto a los inmigrantes procedentes de América Latina, suponen el 7 por ciento en la Comunidad de Madrid y el 4 por ciento en Alcorcón. Sin embargo, cuando comprobamos la sensación de inseguridad de los hogares españoles encontramos que el 18,7 por ciento de los hogares españoles manifiestan padecer problemas de delincuencia o vandalismo en la zona, en tanto que sólo el 10,7 por ciento de los hogares de Alcorcón perciben esa situación de inseguridad.

La conclusión lógica es que una situación de violencia como la vivida en Alcorcón tiene poco que ver con la inmigración y mucho más que ver con un fenómeno de violencia juvenil que puede estallar en cualquier lugar de la geografía nacional y sobre el que hay que reflexionar para combatir las causas y no sólo correr despavoridos tras las consecuencias.
 
Ante la violencia sólo cabe la unidad y la firmeza de la sociedad, tal y como han dejado claro más de 200 organizaciones sociales reunidas en la Universidad Rey Juan Carlos el pasado 25 de enero. Pero hay que recordar que la policía actúa cuando las políticas fallan y en materia de políticas públicas para los jóvenes hay demasiadas insuficiencias que hacen que parezca normal lo que nunca debe serlo. No es normal que exista fracaso escolar en niveles educativos básicos. No es normal que los centros educativos padezcan problemas de convivencia. No es normal que el 64 por ciento de las familias en las que el padre y la madre trabajan pueden dedicar poco tiempo a la atención de los hijos porque pone de relieve que esa conciliación entre la vida laboral y personal de la que tanto se alardea es muy escasa.
 
No es normal que la mitad de los jóvenes trabajadores tenga contratos temporales y que sus salarios medios se acerquen más a los 600 euros que a los “mileuristas”. No es normal que la edad media de emancipación de los jóvenes sea de 35 años frente a los 23 de la Unión Europea. No es normal que para acceder a una vivienda los jóvenes contraigan hipotecas de más de 180.000 euros durante periodos de 40 años.
 
Todo esto es lo habitual, pero no es normal por más que se repita. Esa es la gran reflexión que la sociedad y sus administraciones tienen que abordar y corregir porque en una sociedad consumista y del triunfito personal los jóvenes son las víctimas, lo cual termina generando una insatisfacción personal y social que propicia estallidos de violencia donde menos los esperas y cuando menos previsibles los consideras.
 
Unidad y Firmeza contra la violencia. Responsabilidad social y política para combatir las causas antes de padecer las consecuencias.
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