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Dos pescadores cubanos capturan por azar a un tiburón como en 'El viejo y el mar'

Dos pescadores cubanos capturan por azar a un tiburón como en "El viejo y el mar"

jueves 24 de julio de 2008, 03:10h

Dos pescadores cubanos capturaron por azar y en una embarcación de sólo 3 metros largo, a un tiburón de 370 kilogramos y cuatro metros de longitud cerca de la costa del municipio de La Habana Este, informó hoy la prensa local.

La proeza les hizo recordar a los pescadores la hazaña del protagonista de "El viejo y el mar", la famosa novela que el Nobel estadounidense Ernest Hemingway escribió en Cuba en 1951 y publicó al año siguiente.

El pasado 15 de julio, los hermanos Wilber y Javier Marzo Companioni, de 37 y 35 años, respectivamente, estaban a bordo de "Batallita", su pequeña barca de motor, cuando un tiburón hembra, de vientre blanco y cuerpo prieto se tragó su anzuelo a unos 200 metros de profundidad, según relataron al diario oficial Juventud Rebelde.

Los hermanos Companionia estaban a poco más de 6 kilómetros de la costa del municipio de La Habana Este.

"Estábamos pescando y ese tiburón se embuchó la carnada con anzuelo y todo. Cuando salió a la superficie, aunque se veía sangrando mucho, herido de muerte, no lo soltamos, porque iba a morir de todas maneras. Por eso lo trajimos a tierra", precisaron al rotativo.

En una maniobra similar a la que narra el Nobel norteamericano en su novela, los hermanos tuvieron que luchar con tenacidad para sacar el pez a la superficie y demoraron dos horas para lograr arrimarlo a la derecha de su embarcación.

"Estuvimos más de dos horas tratando de arrimarlo al barquito nuestro. Nos hizo recordar a El viejo y el mar, la novela de Ernest Hemingway. Tuvimos que pedir ayuda al barco Calixto, de la misma base nuestra, pero fue imposible", dijo Javier.

Las dimensiones del escualo no permitían subirlo al barco por lo que intentaron pedir ayuda, pero sin éxito a la base de pesca "Ernest Hemingway" de la capital cubana.

"El animal retrocedía en el agua y halaba duro el barco hacia atrás", pese a que agonizaba y, "aunque el motor estaba funcionando, avanzaba con mucha dificultad por la resistencia que hacía el tiburón", indicó Javier.

Si en medio del forcejeo, el tiburón "amarrado y moribundo" hubiera continuado revolcándose en el agua enfilando su cuerpo hacia el fondo, la única solución hubiera sido "picar la soga" para no hundir el barco.

"El bicho era demasiado grande para el Batallita. Seguro antes de morir soltó al mar varias de sus crías. Es curioso, porque tenía muchos dientes fuera de la boca, de pulgada y media de largo, y sin labios. Para subirlo a un camión fue tremendo, y hubo que doblarlo para que cupiera", apuntaron los pescadores.

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