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Nacer Bolivia

Nacer Bolivia

viernes 08 de agosto de 2008, 20:36h

Muchas personas nacidas en este país, en algún momento de nuestra vida, tuvimos una crisis de identidad, acompañada de la terrible pregunta ¿por qué nací en Bolivia? Yo, por ejemplo, tuve esa crisis a mis 19 años; en una tertulia con mi padre lamenté no haber nacido en Grecia, en el siglo V, para ser colega de Herodoto y amigo de Aristóteles. Mi padre me respondió: “¿Y qué tal si hubieras vivido en Atenas, en el siglo V, pero de esclavo?”. El mensaje lo he digerido a lo largo de mi vida y, en esta semana que recordamos el nacimiento de Bolivia, he decidido compartirlo, sobre todo, porque ese lamento aún lo escucho, incluso de gente privilegiada. Así que los invito a jugar una ruleta ante una máquina del tiempo y trasladarnos a otras épocas y otros países para ver si tendríamos mejor suerte que nacer en este espacio y en este tiempo.

Nacer en el Imperio Inca, para una mujer, tiene dos posibilidades, ser la esposa del Inca con todo el poder que significa o nacer ajlla y ser regalada, como premio de su valentía, a un guerrero espantosamente feo. Para un hombre, la posibilidad de ser parte del Gobierno inca o un mitimae de castigo, obligado a dejar sus tierras de origen, por rebelde. Nacer en Alemania tiene dos posibilidades, vivir en la actualidad, tener un buen trabajo, una jubilación asegurada (sin que a nadie se le ocurra confiscar sus ahorros) o ser joven en 1942 y morir en la trinchera, después de muchos días de balas y de sangre.

Nacer en la Colonia para una mujer tiene dos posibilidades, ser esposa de un rico azoguero potosino y disfrutar de la vida, o ser la hermana a la que le toca ir a un convento por toda su vida, para rezar por la familia. Para un hombre, una posibilidad es ser el corregidor, la segunda es ser mitayo, sufriendo el turno de trabajo en las minas. Nacer en el Imperio británico tiene dos posibilidades, vivir en el siglo XIX, ser empresario exitoso, ser miembro de un club y disfrutar del poder mundial, o ser homosexual y ser desterrado por el conservadurismo victoriano, o peor, ser católico irlandés y ser perseguido y humillado por los ingleses. Nacer en la gran cultura egipcia tiene dos posibilidades, nacer Faraón, vivir gloriosamente y luego ser enterrado en una pirámide, o nacer esclavo y pasar toda la vida cargando piedras para la pirámide del Faraón. Nacer en Roma nos puede deparar la suerte de ser parte de la corte del emperador, disfrutar de las orgías y tener un sitio privilegiado en el Coliseo, o ser un gladiador que, después de dos tardes de victoria, es devorado en la tercera por un exótico león. Nacer en Chile, en el siglo XIX, tiene dos posibilidades, o ser un banquero de Valparaíso, triunfador y respetado entre todos los empresarios del continente, o ser araucano y ser reducido, día a día, a un rincón de lo que era antes su extenso territorio. Nacer en Estados Unidos, en el siglo XIX, puede deparar la suerte de ser uno de los felices protagonistas del sueño americano, o, por el contrario, ser negro, esclavo, en las peores condiciones, cultivando algodón; o, ser apache y ser derrotado y despojado por los cowboys.

¿Quién quiere jugar la suerte? En todas partes y épocas existe lo bueno y lo malo. Lo importante es superar dificultades. Nacer no es fruto de nuestra decisión; pero hacer y crecer es responsabilidad nuestra, por lo menos, desde los 20 años. Es cierto que para algunos las circunstancias son más favorables, pero lo que uno no ha podido ser no se le puede culpar a un país; muchas y muchos de las grandes mujeres y grandes hombres de la historia consiguieron el galardón por su capacidad de superar los obstáculos.

* Historiador y catedrático

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