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La experiencia del dolor

La experiencia del dolor

jueves 21 de agosto de 2008, 16:54h
De Madrid siempre se ha dicho que es la ciudad alegre y confiada. Y realmente lo es, además de dinámica, abierta y tolerante. Es alegre hasta que deja de serlo porque en algún punto de su geografía se cierne la desgracia en forma de decenas de muertos. En la tarde del miércoles, Madrid se convirtió en la ciudad del duelo. Ciento cincuenta y tres personas que querían volar no lo lograron porque esa línea tan fina que a veces separa la vida de la muerte se rompió de manera inesperada en forma de un inexpugnable bola de fuego.

   Otra vez un enorme columna de humo, desconcierto y ansiedad, tal y como ocurrió hace 4 años con el incomparable atentado del 11-M. la tragedia de barajas es otra cosa pero con un punto en común que no es otro que su resultado final: decenas de vidas truncadas y un numero indefinido de obligadas y definitivas despedidas.

   Y Madrid, la ciudad alegre y confiada, vuelca de nuevo su dinamismo en un excepcional protocolo de asistencia cuyo secreto no son solo los medios materiales, si no la extraordinaria vocación y profesionalidad de sus integrantes. En un tiempo record Madrid estuvo en el aeropuerto de Barajas.

   Y así, a base de experiencias terribles podría decirse que Madrid se ha convertido en una ciudad sabia en esto del dolor. Y es el dolor lo que suele sacar lo mejor de nosotros mismos y de ahí ese batallón de voluntarios llegados de otras partes de España. Para los familiares de las victimas cualquier observación que traspase sus propios sentimientos no existe. Cuando se esta a la espera de saber si un hijo vive no hay mas universo que esa inexplicable angustia.

   Los demás, los no directamente afectados, nos ocupamos de averiguar las causas, buscar estadísticas y estar pendientes de las ruedas de prensa y todo ello con el impacto que produce lo inesperado. Y de ahí, mientras rebuscamos sobre lo ocurrido nos topamos de bruces co el bálsamo que produce la solidaridad, el afán de acompañamiento, el deseo de sanar a los que sufren y todo esto lo representa los hombre y mujeres integrados en los distintos servicios de asistencia de Madrid.

   Nada evita la tragedia y sus consecuencias pero en medio del sobrecogimiento no deja de producir un punto de orgullo el saber que España, en esto de asistir al dolor y gestionar los duelos es un país admirado y admirable.

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