OPINION/Victor Gijón
miércoles 27 de agosto de 2008, 16:17h
No me gustan los congresos a la búlgara ni los falsos consensos propiciados por el oportunismo más que por la oportunidad. Dicho lo cual no soy ajeno a esa extendida opinión popular que convierte en voto de castigo las disidencias internas en los partidos políticos.
Por eso que el dirigente socialista Juan Guimerans exprese su deseo de unir al preacuerdo existente con Lola Gorostiaga a la tercera posible candidata en liza, la alcaldesa de Torrelavega, Blanca Rosa Gómez Morante, me parece una actitud muy oportuna. Sigo, no obstante, sin ver claro cual son las diferencias política que separan a la actual secretaria general de los socialistas cántabros de la presidenta de su Ejecutiva.
Tengo la impresión –corroborada por las declaraciones de la propia Gómez Morante-- de que se trata más de cambios en las personas que deben pilotar la nave que en cambiar el rumbo de esta. Pero si es de eso de los que hablamos no parece que el momento elegido sea el más adecuado.
En primer lugar porque el debate nominativo está siendo aprovechado por la oposición para poner en cuestión tareas de gobierno especialmente necesarias en tiempos de crisis como los que vivimos. Y, en segundo lugar, porque por razones estatutarias --éste es el último mandato posible para Gorostiaga como secretaria general-- el relevo en la dirección socialista se dará indefectiblemente dentro de cuatro años.
Guimerans ha explicado las razones que le han llevado a él y a su grupo a renunciar a legítimas aspiraciones de liderar el PSC-PSOE. La más destacada de ellas la posibilidad de compartir con el sector que lídera Gorostiaga, hasta ahora mayoritario, el diseño de un proyecto de futuro para un PSC-PSOE con vocación de partido mayoritario en la región. Dado que entre las razones para presentar su candidatura estaba la duda de que hubiera esa voluntad en la dirección saliente, parece lógico pensar que en las conversaciones mantenidas ha detectado ese querer y poder.
La renuncia de Gómez Morante, si es que llega a plantearse, exigiría algunas explicaciones más. Y es que la alcaldesa de Torrelavega lo que ha puesto en duda es la capacidad de Gorostiaga para liderar el partido. Aceptar de nuevo ese liderazgo a cambio, por ejemplo, se seguir ostentando la presidencia del partido, sin mediar explicaciones o disculpas, sería poco comprensible para una gran parte de la opinión pública. Y si hay algo que aleja más a los ciudadano de los políticos que divisiones y enfrentamientos internos, esos son el pasteleo y los besos de Judas.
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