Los transportistas amenazan con nuevas huelgas en octubre

Antes de verano, el 16 de junio, los transportistas afiliados a Fenadismer, Confedetrans y Antid decidieron suspender “temporalmente” la huelga que paralizó durante una semana las carreteras, los supermercados y las gasolineras de toda España al mismo tiempo que las exportaciones cayeron un 4% en junio. Para estas asociaciones, las medidas acordadas con el Ministerio de Fomento no eran otra cosa que “parches” que no solucionaban la raíz del problema pero, ante la presión social, decidieron conceder una tregua.

   Una tregua que parece haberse terminado. 25.000 empresas con 80.000 camiones se han adherido, en la primera semana de septiembre, a la Plataforma Nacional de Transportistas que, junto a la Unión Independiente de Transportistas Autónomos ha puesto una fecha límite al gobierno para que desbloquee la situación: “Si dentro de tres meses no hay una solución que sea efectiva, habrá paros de nuevo, seguro”, señala el presidente de la UITA, Unión independiente de Transportistas Autónomos, José Fernández.

    Los transportistas piden que, al menos, se aprueben nuevas medidas que sancionen el incumplimiento de las acordadas en junio. Es decir, que se castiguen a los que paguen el servicio por debajo de las tarifas acordadas en junio. En este sentido, los transportistas no piden más de lo que han obtenido sus homólogos franceses a portugueses.

   Desde el Ministerio de Fomento se dice que se estás trabajando para desarrollar, “lo antes posible” los acuerdos. El Gobierno recuerda a los transportistas el coste económico que tiene una huelga como la llevada a cabo en junio. Al respecto un portavoz de Economía señala que “la inflación, ese mes se disparó como consecuencia de la subida de los precios alimenticios perecederos al producirse cierto desabastecimiento en los mercados”. Es decir, las  huelgas de los transportistas no sólo son impopulares sino que afectan directamente a la economía y, en las actuales circunstancias, de una manera virulenta.