La semana pasada dije en este mismo periódico (dónde si no) que la princesa
Letizia me había decepcionado porque la había visto fría, hierática, nerviosa. Bueno, pues he cambiado de opinión. Estoy en Cáceres, en el III Congreso de Nuevo Periodismo que organiza mi periódico (somos así de importantes) y que han inaugurado los príncipes de Asturias.
Como nuestro periódico es el organizador, hemos estado muy cerquita de los dos. Y hemos hablado con ella. Lo primero que tengo que decir es que vayan dónde vayan, ella es la estrella. El príncipe no despierta la misma curiosidad. La gente quiere hablar con ella. Y ella, lo sabe. Vaya si lo sabe. Y lo hace bien. Creo que es la típica persona que gana en las distancias cortas.
Letizia observa, piensa, mastica y luego habla. Puse mi fino oído en una charla que la mantuvo más de veinte minutos hablando con periodistas (becarios). Pude escuchar cómo decía: Honestidad, claridad…y se refería a la información. Es princesa, pero no puede olvidar su pasado de periodista. Una muchacha (muy atrevida ella) le dijo: “
Oye, y no echas de menos el periodismo?” Atención: oye y tratándola de tú (¡qué barbaridad!) La princesa, rauda, contestó: “
Para nada”, mientras movía la melena negando con la cabeza, “
no lo echo para nada de menos”.
Lo más sorprendente de todo esto es que los príncipes han estado (especialmente ella) mucho tiempo charlando con la gente, sobre todo con los blogueros. Ha habido un trato de tú a tú, muy lejano al rígido protocolo que siempre rodea a los príncipes. La princesa ha estado muy habladora (muy gesticulante como siempre), muy metida en su papel. Ha contestado a las preguntas que el grupo de becarias le hacían, comentaba con ellas poniendo ejemplos como si estuviese dando una lección magistral de periodismo. El príncipe, sin embargo, permaneció más en segundo plano charlando sobre todo con Ibarra. La estrella, indiscutiblemente, fue ella.
Viendo esos precedentes, mi compañera de periódico,
Lourdes Carmona y yo, le pedimos una foto (somos así de pelotas) y ella, muy solícita, accedió. Después de la foto, la princesa nos preguntó nuestros nombres y a qué nos dedicábamos (stupenda pregunta para una cortesana como yo). Como nuestro periódico es el que organizaba y nuestro querido jefe (qué pelota que soy)
Fernando Jáuregui acompañó todo el rato a los príncipes, doña Letizia ya sabía perfectamente cómo son nuestras estupendas páginas. ¿Qué se le puede preguntar a una princesa? Pues de todo. Yo le pregunté por las infantas, pero no por sus reales cuñadas, sino por sus hijas. Me sorprendí a mí misma diciéndole: “
la infanta Leonor es muy rica”. Ella sonrió y asintió:
“sí, la verdad es que sí”. ¡Qué va a decir ella que es su real madre!
Por cierto, hablando de la infanta Leonor. He estado haciendo averiguaciones sobre ella. No voy a desvelar con quién. Pero sí les cuento lo que me han contado: con su lengua de trapo saluda a todo el mundo que ve en su casa que es la Zarzuela. Los nombres que se conoce los dice mal, pero los dice y le encanta más que jugar posar para los fotógrafos. Tiene muy aprendido el saludo y siempre mira con atención todo lo que se mueve a su alrededor. En eso se parece a su madre.
Pues eso, que ahora vuelvo otra vez a ser fan de Letizia. Qué simpática y encantadora que ha sido.
Si (
No(
