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¿Estamos locos o qué?

Follonero, te has quedado corto

Follonero, te has quedado corto

martes 16 de junio de 2009, 11:47h

Jordi Évole, más conocido como el follonero, es un tipo, a priori, simpático. Hace unas preguntas con un tono que no ofende y en ocasiones te hace reír. El mérito tampoco es cien por cien suyo, porque detrás de un gran entrevistador en la Sexta hay una batería de guionistas que crecieron mamando la gran leche de las ideas que es Globomedia. El programa Salvados tienen general bastante gracia (a mí por lo menos me la hace). El follonero se adentra en los jardines que puede y no siempre sale bien parado. Otras sí. Es un humor diferente que se basa en ver quién tiene más cara dura y hasta dónde pueden llegar. Memorable el día que le entregó a Benedicto XVI la guitarra del chikilicuatre. No es que sea pa matarse de risa pero tuvo su aquél.

Tienen mi admiración los reporteros que ponen en un compromiso a los que nos gobiernan. Me gustan los que hacen preguntas impertinentes que los comprometen delante de una cámara. Preguntas que tienen que ver con el ejercicio de sus responsabilidades públicas. Por eso no entiendo que el Follonero el otro día se sentara con Arnaldo Otegui y no le preguntase asuntos más importantes. Vale, para romper el hielo puede preguntársele al batasunero: ¿Si Euskadi se independiza podemos contar con vuestros 12 puntos para España en Eurovisión? Pero a continuación perdió una oportunidad de oro para hacer otro tipo de cuestiones, digamos, más relevantes.

Follonero, por si te lo vuelves a encontrar, te sugiero algunas preguntas. Podrías empezar por preguntarle si tiene hijos y qué cuentos les lee antes de acostarse. Podrías seguir indagando cuántos tiros en la nuca son necesarios para ser un héroe, cuántas bombas lapas para ser un súper héroe y cuantos atentados indiscriminados para alcanzar la gloria abertzale. Le podías también sonsacar qué siente cuando se levanta y se mira al espejo los días que sabe que algún pistolero va a matar a alguien (porque él seguro que lo sabe de antemano). ¿Cuáles son los sentimientos que le pasan por la cabeza, por el estómago? También le podrías comentar, de paso, que qué opina de las viudas y los huérfanos cuando lloran delante de las cámaras de televisión mientras entierran a sus muertos. O por ejemplo, qué piensa de Txapote cuando pega golpes contra los cristales blindados en la Audiencia Nacional. O averiguar si en el fondo no tiene náuseas cuando brinda con champán por un atentado cometido o si es capaz de dormir con la conciencia tranquila. Tenías que haberle preguntado qué piensa cuando en la soledad de la noche mira el cielo y se encuentra consigo mismo y la inmensidad del universo, ¿qué escuchas Arnaldo? ¿Tienes una conciencia que te dice que eso no está bien? Tenías que haberle dicho todas esas cosas y no las bobadas que le dijiste.

Follonero, se me ocurren tantas preguntas que sentados ambos en la escalera le podías haber hecho. Pero sólo puedo decirte una cosa: has perdido una oportunidad de oro como reportero y otra de de platino como ser humano. Le tenías que haber dicho; de parte del pueblo civilizado y democrático: eres un hijo de puta.

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