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“La fuerza del periodismo depende de su independencia”

Entrevista con Juan Villoro, Premio Internacional de Periodismo 'Rey de España'

Entrevista con Juan Villoro, Premio Internacional de Periodismo 'Rey de España'

· Una mirada de la “narcocultura”, los deberes informativos, el costo de la verdad y las debilidades de un Estado en guerra

miércoles 07 de abril de 2010, 20:16h
Existen tipos que lo apuestan todo por contar historias. Hombres y mujeres valientes que, usando las palabras del malogrado *Orlando Sierra, se sienten “invulnerables frente al computador y al ver publicadas las cuartillas escritas, tiemblan de pánico”. Es gente a la que le gusta ser invisible, postergar muchas de sus necesidades, anteponer su curiosidad y buscar las verdades incómodas, esas que sólo se encuentran al filo de las mentiras poderosas.
Hace un mes, exactamente, el jurado del Premio Internacional de Periodismo “Rey de España” apostó por un hombre que corrió el riesgo de analizar a su país en medio de una década plena de sangre y plomo. Se trata del mexicano Juan Villoro y su crónica “La alfombra roja del terror narco”.

Considerado un teórico de la crónica como género híbrido entre el discurso literario y periodístico (el mismo lo llamaría “el ornitorrinco de la prosa” en un ensayo que ya es célebre), poco se imaginaba el autor el éxito enorme que tendría este trabajo publicado en su versión original el 01 de febrero de 2009 en el Periódico de Catalunya.

Hace unas semanas cuando el escritor buscaba a su hija en el colegio, un padre lo felicitó a gritos porque el rey de España le iba a dar un premio: “Pensé que se le habían cruzado los cables, pero al regresar a casa mi esposa me aclaró la sorpresa. Voy a dar la mitad del monto al CIAM, albergue para mujeres y niños maltratados que la periodista Lydia Cacho lleva en Cancún, junto con otras mujeres heroicas”, explica.

Su admiración por la labor de la reportera es patente, al punto de que afirma: “Lydia ha sido perseguida por sus reportajes sobre la pederastia e incluso fue secuestrada. Me parece importante que una crónica que habla de la violencia vaya a dar a quienes ayudan a las víctimas”.

Piezas como “La alfombra roja del terror narco” suscitan diversas lecturas por la complejidad de la temática abordada y las diversas aristas que, con maestría, Villoro desmenuza para explicar la tragedia de la última década mexicana. Una mirada sociológica de la narcocultura, un ensayo sobre la naturaleza del mal, una crónica acerca de la violencia imperante en el enfrentamiento de los carteles y el Estado mexicano, son algunos de los registros alcanzados por el autor. No en vano el jurado resaltó “las perspectivas múltiples (plásticas, musicales, literarias, políticas y sociológicas) usadas para analizar el fenómeno del narcotráfico”.

“Lo que escribo trata de resumir y articular datos de muy diversas fuentes (la literatura, el reportaje, la sociología, la música, las artes plásticas, etc.). Soy rápido escribiendo crónicas pero muy lento pensándolas”, puntualiza el ganador. Villoro no se amilana para sentenciar la gran tarea que les queda por delante a los reporteros recién salidos de las universidades: “Ellos no se pueden olvidar de la calle. Los periódicos cada vez están más delgados y los periodistas más gordos porque no hacen ejercicio. Podemos dar noticias en línea pero debemos buscarlas en el mundo de los hechos”.

La tragedia violenta de la serpiente emplumada

-Usted afirma en su crónica que “La utopía mexicana ha consistido en disponer de 15 minutos de impunidad”. La aceptación social de este modelo de gobierno (alguna vez llamado la dictadura perfecta) ¿Qué vicios o fallas denotan en la sociedad mexicana?


La violencia comienza en la familia, la escuela, las relaciones con los vecinos. La impunidad ha sido un valor cultural muy alto en México. El narcotráfico puede actuar en buena medida porque se ha afianzado el prestigio de lo que ocurre en la oscuridad, sin rendirle cuentas a nadie. Es lo que el PRI ejerció durante 71 años en el poder y lo que la mayoría de los padres ejercen en sus casas. Amigos colombianos se sorprenden de lo extendida que está la corrupción en México y un amigo italiano me dijo en forma inolvidable: “Vine a vivir a México porque aquí todos podemos ser corruptos; en Italia hay que ser muy poderoso para serlo”.

-Habla de los códigos violentos que se manifiestan en la cobertura informativa. Los medios han popularizado las “firmas” de cada ejecución y éstos hasta se han subido a la web. Junto al éxito de otras manifestaciones de esa subcultura como son los “narcocorridos” ¿Cuánto cree que se ha insertado la narcocultura en el imaginario mexicano?, ¿Lo domina y crea deseos aspiracionales en algún sector de la población?

Hay muchos niveles en los que el narco ha entrado. Se trata de una guerra santa, como sostiene con agudeza la antropóloga Rossana Reguillo. El peligro de muerte no frena a los sicarios, los excita. Saber que llevarán una breve vida intensa es un aliciente similar al de quienes tienen mascotas venenosas. Si mueren, lo decisivo es dejarle una casa a su madre. El narco ha elevado el nivel de vida de muchas comunidades y se les ve como “Robin Hoods”. Vivimos en un mundo donde la piratería se practica de muchas maneras: vendiendo armas o en la bolsa de valores. En muchos lugares del país el narcotráfico es una subcultura, es decir, una normalidad paralela ya asentada. Los narcocorridos, que suelen ser pagados por los propios protagonistas, pretenden elevar el estatus del narco al de guerrero heroico. No es fácil cambiar hábitos que comenzaron a consolidarse hace 40 años (aunque sus orígenes son aún más remotos).

- En esta pieza se refiere a la naturaleza de los procesos legales evidenciando que en muchas ocasiones la sentencia no es la finalidad última de las medidas jurídicas sino que el proceso es el castigo. ¿Por qué algunos gobiernos permiten que las irregularidades judiciales se conviertan en una sanción, sin importar la sentencia final?

Tenemos un sistema judicial muy fallido. Una de sus características es la “prisión preventiva” que se ejerce sin juicio de por medio. Se trata de un uso discrecional de la ley. Para demostrar que el gobierno sí investiga a los políticos, el presidente Calderón arrestó a 25 funcionarios del gobierno de Michoacán. Lo hizo porque se trata de un Estado gobernado por la izquierda. Durante 8 meses, los funcionarios sufrieron cárcel “preventiva”. La mayoría de ellos han sido liberados por falta de pruebas. Como el gobierno tiene muy poco margen de maniobra, encuentra en el abuso legal una forma de acción política. La guerra contra el narco es un montaje de Calderón para legitimarse, luego de pasar por unas elecciones muy sucias y discutidas. Dos célebres detenidas, Sandra Ávila (la Reina del Pacífico) y la francesa Florence Cassez son parte de esta estrategia de politizar la ley. Se trata de mujeres hermosas, llamativas y mediáticas que demuestran que al presidente no le tiembla la mano para castigar. En una sociedad machista esto se celebra aún más. Ambas son culpables de tener amistades peligrosas, pero sus expedientes no confirman que sean responsables de todos los delitos que se les imputan.

-¿Cuánto afecta este concepto ballardiano de la “posibilidad ilimitada” a sociedades como las nuestras?, ¿Incide esta concepción con la proclividad de ciertos sectores poblacionales a los negocios turbios, el dinero fácil y los fastos de la breve vida que signa a los narcos?

“¿Qué es asaltar un banco comparado con fundarlo?”, se preguntó Bertolt Brecht. Vivimos en un mundo donde China practica la piratería de Estado. ¿Cuántos financieros han sido arrestados por el pillaje global que perpetraron y que llevó a la caída de la bolsa en Nueva York? La impunidad y el tráfico de influencias abarcan muchos sectores. En México, Carlos Slim recibió los teléfonos en régimen de monopolio. Es inconcebible que una sociedad de mercado permita que un bien nacional se privatice en favor de un solo dueño. Obviamente, hoy en día Slim es el mexicano más rico del mundo. El segundo más rico es el “Chapo Guzmán”, líder del cártel de Sinaloa. Se trata de dos formas de la impunidad.

-¿Qué razones llevan a las sociedades a ver ciertos procesos sociales, violentos e incontrolables como algo ajeno?, ¿Por qué ciertos regímenes esperan a que el estallido los salpique para tomar cartas en el asunto?

En este caso el gobierno no esperó a que estallara la violencia: la propició. La guerra contra el narco fue iniciada por el gobierno de Calderón en un intento desesperado por ganar legitimidad. Durante los gobiernos del PRI, el narcotráfico pertenecía al capitalismo sin copyright, algo similar a los megaconsorcios que evaden impuestos. El incremento de muertes comenzó con un combate absurdo y desigual. No se han tocado las redes de financiamiento del narco ni se ha investigado a sus cómplices en el gobierno. Mientras se siga comprando droga en Estados Unidos habrá venta (el mercado nacional también importa pero no es tan decisivo).

La izquierda y sus tareas pendientes

-¿Están dadas las condiciones políticas para que México tenga un gobierno de izquierda como pensaba Andrés Manuel López Obrador?

De ninguna manera. La izquierda se ha borrado del mapa en luchas intestinas. Si después de las injustas elecciones de 2006, López Obrador hubiera revertido su indignada derrota en una lucha constructiva sería el líder moral del país. Ahora la izquierda busca hacer alianzas con el partido en el poder (el PAN). Como el regreso del PRI parece inevitable (el desastre ha revalorizado la vieja impunidad, que funcionaba mejor), la izquierda se une con la derecha, algo tan lógico como ser vegetariano carnívoro.

-¿Cómo ve las medidas tomadas por algunos gobiernos continentales de izquierda que intentan tener una hegemonía comunicacional?

La fuerza del periodismo depende de su independencia. El presidente ha pedido que hablemos “bien” de México para realzar la imagen del país en un momento en que el turismo cae en picada. Hablar bien de tu país significa quererlo, es decir, contar la verdad por amarga que sea para que las cosas puedan mejorar. El año pasado 12 periodistas fueron asesinados en México: ésa es una cuota demasiado alta por buscar la verdad, pero no podemos cerrar los ojos.

-México vive el azote de una violencia informe y omnipresente donde no se sabe quién está en la vanguardia o la retaguardia. Se trata de un Estado que se muestra cada vez menos asertivo en sus políticas, casi indefenso y totalmente penetrado por las redes del narco. Venezuela sufre de un enorme grado de violencia y polarización política exacerbada desde las entrañas del mismo gobierno ¿Son dos caras de la misma moneda?, ¿Somos los latinoamericanos pueblos esencialmente violentos?

Los españoles también están polarizados, el clima de crispación y divisionismo de España es tremendo. El mundo hispanohablante ha sido propenso a las confrontaciones y a negar por completo al adversario. La tolerancia es un atrevimiento porque preserva los derechos de las ideas enemigas. Debemos luchar en favor de ese atrevimiento. Cuando hablé ante López Obrador durante su campaña, le dije: “Un gobierno de izquierda debe ofrecer las mejores condiciones para ser criticado”. Es la gran asignatura pendiente de nuestro continente.

-Como ha vaticinado recientemente Jorge Volpi en un agudo ejercicio de futurología, ¿Cree que le espera por lo menos otro centenar de años de diatribas y guerras al continente antes de plantear las alianzas económicas y políticas de una posible integración unipolar?


Los mexicanos tenemos complejo de hermano menor: esperamos ser los consentidos de España o Estados Unidos (nuestros big brothers) antes de pactar con América Latina. En la telenovela colombiana Café con aroma de mujer, cada vez que los fabricantes latinoamericanos se reunían en Londres, la delegación mexicana prometía apoyarlos y luego los traicionaba. Cada país debe hacer su tarea en favor de la alianza latinoamericana. Los mexicanos debemos hacer la nuestra. Durante décadas, fuimos un país de asilo para gente de toda América Latina. Mi director de tesis fue argentino, estuve en el taller del guatemalteco Augusto Monterroso y en el del ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, mi jefe en un periódico fue el argentino Miguel Bonasso. Además hago trabajo voluntario en la casa para escritores perseguidos que preside el colombiano Alvaro Mutis, uno de los mejores amigos de mi vida fue el italo-venezolano Alejandro Rossi, otros grandes cómplices son los venezolanos Alberto Barrera y Ednodio Quintero … Este recuento muestra lo que un destino le debe a los latinoamericanos. Sin embargo, en forma ombliguista, pensamos que los demás deben venir a visitarnos. México debe desviar la vista al sur. Hasta ahora, cuando se dice “la frontera”, siempre nos referimos al norte.




*Orlando Sierra era el subdirector del diario La Patria de la ciudad colombiana de Manizales. Famoso por sus reportajes críticos acerca de los grupos violentos de todo signo fue abaleado a la entrada de ese diario el 01 de febrero de 2002. Su muerte sigue sin ser esclarecida.
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