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Belén López comparte su experiencia

‘Mi cáncer de mama y yo’: para esa gente que tiene más buena voluntad que yo paciencia

‘Mi cáncer de mama y yo’: para esa gente que tiene más buena voluntad que yo paciencia

miércoles 08 de septiembre de 2010, 10:40h
Siendo fiel a mi capacidad para clasificar todo de forma bastante gráfica, a excepción de las prendas de mi armario por colores como hacen las celebrities, he establecido tres grupos claros de amistades teniendo en cuenta su reacción y comunicación conmigo en este momento peculiar de mi vida. No he incluido a quién no ha dado señales de vida, se cuentan con los dedos de una mano y cada uno tendrá sus motivos.
Grupo 1: la gente incondicional y que tiene el valor y la cercanía de estar todos y cada uno de los días ahí. Mi sostén propiamente dicho. Este grupo está muy condicionado por la confianza que había antes y, por eso, instintivamente también han sido elegidos por mí pues son como “estar en casa”.

Grupo 2: la gente que apoya desde la retaguardia y mucho. Grupo mayoritario que se caracteriza por estar compuesto de amigos y amigas que ya tenían consistencia suficiente para saber tú que no iban a fallar y que te hacen siempre tener muy claro que en el momento en el que les pidas un deseo se hará realidad. Gracias a ellos me estoy volviendo una egoísta-caprichosa insoportable.

Grupo 3: la gente que conocí hace poco o no veía hace mucho y te han dejado perpleja con su reacción y posterior preocupación continua. Como Mónica, a la que me encontré en el hospital después de mucho tiempo sin vernos, y con los nervios de la noticia, se comió enterita la puerta corredera de entrada de 50 mm de grosor, o Camila, a quién no conocía de casi nada y por circunstancias laborales le otorgué el “marronazo” de enterarse de las primeras. Este grupo es uno de los valores añadidos positivos de la enfermedad pues bien tonta sería en perder de vista el resto de mi vida a quién me ha demostrado todo cuando yo no podía dar nada.

El pasado viernes salí a cenar por primera vez desde que empecé con este lío. Mi amigo Alberto confirmaba mis sospechas diciéndome que tampoco sabían muy bien cómo reaccionar ante esta nueva situación pues, del mismo modo, lo era para ellos. Entendí que estamos en el mismo barco, cargaditos de despiste y condenados a entendernos por lo que quiero señalar que en la actualidad, no me parece molesto que me pregunten o digan absolutamente nada sobre mi enfermedad y menos la gente a la que quiero, si es cierto, que debido a los subidones y bajones de venenos y cortisonas varias, en ocasiones, hasta me enfado con mi adorada Patty Smith cuando me canta en el ipod del coche su “People have the power”. Con decir eso lo digo todo.

Y es que a veces en la vida desarrollamos roles que despiertan idénticas inquietudes y reacciones en la gente. Por ejemplo, inmediatamente después de contarle a alguien que te dedicas a los “altos vuelos”, ese alguien te dice habitualmente: - “ah…¿y qué ruta haces?”. Tú tienes la opción de contar todo el proceso de programación mensual de la línea aérea en la que trabajas, y de hecho, en ocasiones lo haces, o arreglarlo con un: - “uyyyyy...pues muchas”. Y ni eres culpable tú de que te canse siempre la misma pregunta, y mucho menos tu interlocutor o interlocutora, a quién seguramente, es la primera vez que se le plantea esa duda en su vida y hace bien en preguntar.

A esta elección entre ambas actitudes, la de extenderse o la de cortar, se refiere nuestra psicóloga cuando le cuento lo que me molestaba a mí inmediatamente después de conocer mi rol de enferma de cáncer. En primer lugar, creo que no contestaba casi nunca el teléfono por miedo a la pregunta lógica y retórica de: - “Belén, ¿qué tal?”, me sentaba fatal tener que recordarles que mal. Y la otra recomendación fastidiosa que escuchaba una y otra vez era: - “bueno, pues ahora lo que tienes es que estar muy animada...¿vale?..que eso es imprescindible para tu curación”, y yo sintiéndome fatal por no tener ganas de ir a “gastar pista” con la París de Noya, orquesta de renombre mundial y que tocaba en las fiestas del Carmen de mi pueblo.

Mamá lo tiene algo más difícil. Entre sus amistades, cuenta con el, ya denominado, “sector plañidera”, grupito muy majo e instruido que la tiene totalmente al tanto de los médicos, su profesionalidad, carácter y cuáles son los “mejores de La Coruña”, de las nuevas pruebas y avances, tanto de la ciencia como tecnológicos y de todos los casos de cáncer que han conocido en su vida, que, teniendo en cuenta la elevada incidencia de dicho mal y los años de las interlocutoras, son unos cuántos por supuesto. Tampoco se molestan en excluir los de final no tan feliz.

Las madres suelen estar poco o nada entrenadas en asertividad y aguantan carros y carretas por no ofender. Pero hemos llegado a un acuerdo con la psicóloga y va a contestar latiguillos tipo: - “pues todo bien gracias, encaminado ya...”. Ya os contaré si es capaz.

Gracias a Marga y a Tomás por leerme y ser tan valientes.



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