El TS tal vez cometió una imprudencia al dar a conocer el fallo contra el FGE sin haber redactado la sentencia, con los razonamientos jurídicos pertinentes. Claro que sabiendo que si esperaban a redactarla alguien la iba a filtrar, pues en España las filtraciones tienen premio y no castigo, era mejor adelantarse.
Lo preocupante es la reacción que se está produciendo. Con la excusa de que la sentencia “es injusta” se da el salto a la acusación de “lawfare” y al ataque a la independencia judicial en su totalidad.
Que esto lo haga la vicepresidenta del gobierno llamando directamente a la insurrección contra la judicatura, y que amplifique el mensaje eso que se ha venido en llamar el Equipo de Opinión Sincronizada, es un zarpazo a la médula misma de nuestro sistema democrático. El Poder Judicial ha de tener absoluta y completa libertad de movimientos y su independencia frente a cualquier otro poder garantiza la existencia misma del concepto justicia.
Es perfectamente lógico que haya personas a las que la sentencia no les parezca justa y están en su legítimo derecho de mostrar su desacuerdo. Pero desacuerdo con la sentencia, no con el TS y menos aún con todo el poder judicial. Además, les queda la apelación al constitucional y a Europa si hay fundamento en derecho.
Llevamos una legislatura larga en la que el gobierno de Sánchez ha puesto en solfa muchas instituciones del estado, desde el paradigmático caso del CIS hasta un tribunal Constitucional reconvertido en tribunal de casación pasando por una amnistía muy irregular, un código penal a la medida de los acusados, el levantaré un muro entre mi gobierno y la derecha y la formación espuria de un ejército de corifeos y periodistas bien pagados, manipuladores profesionales a tanto la frase de apoyo y a tanto doble la de insulto al contrario. El ataque sistemático a la integridad de las instituciones tiene un rédito político muy claro para este gobierno, pero el peligro de desapego y descreimiento es grande.
El poder judicial no pasó una transición como la del resto de las instituciones y, aunque se le lavó la cara en varias ocasiones, lo cierto es que nunca nadie se metió a fondo con la renovación de la justicia. Pero eso no empece para que sea un desastre y un ataque a las instituciones el comportamiento activista de todo el gobierno y sus lameculos contra el TS.
El Poder judicial necesita más jueces, más medios, más dinero, conexiones integradas lógicas, mejores juzgados y un sinfín de añadidos que pasan casi todos ellos por más presupuesto. Ahora Elisa Beni ha alzado la voz en defensa del TS (no de su sentencia sino de su trabajo) y el gran demócrata Ignacio Escolar la ha echado del periódico. La libertad de expresión, es el colmo la de veces que hay que recordarlo, es el derecho de gente que no te gusta a decir cosas que no te gustan. Y como poderoso caballero es don Dinero, ahí están los opinadores a sueldo de un lado y del otro soltando su bilis, destrozando la convivencia y llevando siempre el ascua a su sardina.
¿Es culpable el FGE Álvaro García Órtiz del delito de revelación de secretos? No tengo ni conocimientos jurídicos suficientes ni conozco el caso en sus detalles, para eso están los tribunales. En este caso, como se trata de un aforado, le ha tocado la china del TS y ahí le han condenado. Para mí es suficiente, Roma locuta, causa finita. Dentro de un tiempo, cuando salga la sentencia y leamos razonamientos y veamos cargas de prueba, entonces tal vez podamos emitir una opinión más fundada, pero saltar como viejas histéricas a gritar lawfare y togas fachas solamente porque el fallo no es el apetecido por los cómplices sin tener idea del proceso es, simplemente, vergonzoso.
Lo que Sánchez y sus secuaces mediocres han hecho con nuestra democracia es grave, nada desde luego que no se cure con una buena pasadita por las urnas, pero la polarización y la estupidez que han sembrado no se quita con el agua de dos lluvias.
Si (
No(
