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El fuego que no cesa

jueves 21 de agosto de 2025, 09:53h

Ha hecho de la mentira su principal arma de gobierno y, sin embargo, paralelamente exige que el común de los mortales, -españoles o foráneos, da lo mismo-, crean sus palabras a pies juntillas. Con los incendios que están asolando España durante este mes de agosto de 2025 no va a ser menos.

tres días después de que el caudillo Sánchez se refugiase en La Mareta para huir de la multitud de problemas internos, externos y mediopensionistas que atribulan a su excelencia, varios incendios forestales se desataron con violencia nunca antes vista en Ponteceso y Vilardevós (Galicia), y en La Bañeza, Zamora y el sur de Badajoz. Después vendrían los de Las Médulas, Zamora, Ávila, Palencia y Tarifa, además de Cáceres.

Y, como la cosa estaba caldeadita, al ministro Puente -el graciosillo oficial del ejecutivo-, no se le ocurrió otra cosa que hacer unos chistes (a su juicio ingeniosos), sobre incendios y sobre la torpeza y la desidia ante su extinción de Mañueco, así es que, cómodamente tumbado sobre la arena de alguna playa perdida del Sur se aplicó en repartir cera a diestra y siniestra a dirigentes varios del PP.

Ministros afectados como Sara Aagesen, Robles o Grande-Marlaska, con la lección bien aprendida, como mucho se asomaban a las teles para contemplar aterrados la magnitud de la catástrofe, pero sin mover el culo para acercarse al foco del horror.

El supremo líder, disfrutando en Lanzarote de la inmensidad del Atlántico, sólo estimó conveniente asomar la patita cinco días después de iniciado el infierno a través de una videoconferencia en una reunión de coordinación para seguir haciendo frente a la catástrofe.

Y aún necesitó tres días más para acercarse personalmente a varios puntos de la geografía calcinada, eso sí, durante menos de media hora en cada uno de los puntos elegidos en Castilla-León o Extremadura y Galicia, no vaya a ser que los lugareños consiguiesen acercarse a menos de 200 metros del líder y consiguieran que este llegase a escuchar su desesperación, su cabreo y su rabia.

Y, como consecuencia de esa gira veraniega disruptiva de sus vacaciones de ensueño, se le ocurre la brillante idea de proponer un gran «pacto de Estado contra la emergencia climática, en lugar de movilizar a gran parte del ejército y ponerse a trabajar desde ese mismo momento y sin condiciones (aún le persigue aquello de la Dana, “si necesitan algo que lo pidan”), para que la cosa no se repita de nuevo el año que viene, y que este mismo las consecuencias no sean aún mayores cuando en otoño vengan las lluvias y arrastren las cenizas a embalses o ríos. Y lo hace, por supuesto, presidiendo una comitiva en la que no faltan sus Falcon, sus helicópteros y la ristra de coches oficiales de su séquito.

Una contradicción que está seguro de que el pueblo no llegará a detectar, sumido como lo tiene entre ayuditas, subvenciones y demás fuegos de artificio (perdón por la metáfora, excesivamente siniestra tratándose de incendios), y eso le permitirá argumentar a posteriori que los presidentes de las autonomías gobernadas por el PP no saben apreciar su generosidad, su visión de estado y sus miras de verdadero estadista y dirigente universal que sólo los mezquinos ciudadanos de su propio país no saben distinguir.

Casi 400.000 hectáreas quemadas han hecho falta para que Sánchez abandone su refugio en La Mareta y apreciar en primera persona los efectos de su falta de presupuestos y de previsión, de seguir emperrado en no abandonar la Moncloa a cambio de todo tipo de concesiones a sus socios catalanes y vascos y, mientras tanto, salga el sol por Antequera o quémese España por los cuatro costados, que yo estoy aquí, en La Mareta, ayudando a hacer frente al fuego a todos estos ineptos presidentes autonómicos del PP. Otro gallo cantaría si los que estuviesen allí fueran mis gentes (mi admirado Illa, por ejemplo). En el fondo, sin decirlo expresamente, es eso lo que piensa, lo cual da una idea exacta de la talla moral del personaje.

Pero el gobierno es siempre un ejemplo de acción impecable como ya pudo verse en la gestión de la pandemia, en la erupción del volcán de la Palma, en la Dana de Valencia y Castilla-La Mancha y ahora en el incendio generalizado de media España. A él que lo registren porque no es responsable de nada. Todo ha sido por Franco, por los presidentes autonómicos del PP, y hasta por los Reyes Católicos. Pero al gobierno Sánchez ni lo miren, porque él no es nunca responsable de nada.

Ni siquiera de que España vaya a destinar este año el récord de 42 000 millones a intereses de la deuda, cuatro veces más que a I+D, infraestructuras o seguridad. Gastemos alegremente, sin ton ni son, y sigamos esquilmando al contribuyente que en eso y en la inacción gubernamental frente a cualquier problema sobrevenido sí que somos los campeones europeos.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023) LInkedIn: https://www.linkedin.com/in/josé-miguel-vila-8642271a/

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