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Felipe González tira balones fuera

martes 13 de septiembre de 2016, 08:08h

Felipe ha sido una referencia a la hora crucial de abrir la mente a la reflexión entre las filas socialistas. Su proposición de “dejar gobernar al otro” cuando tiene más apoyo electoral no sólo recoge una experiencia positiva que ha permitido la gobernabilidad del país en el pasado, sino que supone una visión menos sectaria que la del actual secretario general Pedro Sánchez, instalado en el NO sin mayor visión de Estado.

Es decir, Felipe González ha propuesto una alternativa al pensamiento cerrado de Sánchez que ha permitido ampliar la perspectiva de los socialistas, algo que significa en realidad ampliar la visión de la socialdemocracia en España.

Pues bien, en los últimos días se le ha ocurrido una propuesta que introduce un matiz desorientador. Ahora Felipe plantea que, dado que los líderes de las cuatro principales fuerzas políticas no son capaces de superar el bloqueo político, deberían ser consecuentes y dimitir de sus cargos para dejar a otros que intenten la formación de gobierno.

La propuesta tiene ese atractivo que poseen todas las propuestas demagógicas. Suenan muy bien, muy simpáticas, pero están fuera de la realidad. Son un saludo a la bandera, apenas un adorno estético para la coyuntura. González, previsiblemente cansado de que la dirección del PSOE no le haga caso alguno, parece dispuesto a hacer concesiones, a no perder imagen. Y para ello no se le ha ocurrido mejor cosa que tirar balones fuera.

La sugerencia de González tiene recorrido muy corto. De hecho, su limitación surge de los propios argumentos del expresidente socialista. Porque Felipe siempre dejó claro que la necesidad de dejar gobernar al PP no se basaba en que ese partido ni su líder, Mariano Rajoy, tuviera que caernos especialmente bien o se mereciera la investidura. Nada de eso. La razón de fondo procede de la necesidad de facilitar la gobernabilidad del país, siguiendo la inclinación del voto de la ciudadanía. Es decir, orientados por suficiente sentido de Estado.

Por eso su propuesta actual distorsiona el debate acerca de cómo desbloquear la situación política. Felipe sabe de sobra que ninguno de los partidos en presencia va a aceptar esa ocurrente invitación. Es decir, sabe que está haciendo juegos de artificio.

El problema más grave, creo, no es que su propuesta sea irreal, sino que tiene efectos pertinentes respecto de la cultura política. Si tal proposición se hiciera en otro país europeo, más proclive a la negociación y al compromiso, no tendría efectos perniciosos. Pero en la cultura numantina que impera en España, todo emborronamiento de la necesidad de dejar gobernar al otro, significa otorgar puntos preciosos para quien, como Pedro Sánchez, se apoya en los rasgos más sectarios de nuestra cultura política. Cada vez que González difumine su clara visión alternativa al NO de Sánchez, disminuirá su capacidad de ampliar la reflexión de los votantes socialistas. Y sería bueno recordar una regla futbolera: con frecuencia quien se dedica a tirar balones fuera acaba perdiendo el partido. Un partido que, lamentablemente, estaríamos perdiendo todos.

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