A cara descubierta

853 asesinatos, 2.632 heridos, 86 secuestrados, 22 niños asesinados, más de 7.000 víctimas, casi 400 crímenes sin resolver, incontables amenazados, extorsionados y exiliados, 50 años de actividad criminal. Esto es ETA y estos son sus números. Datos por encima del relato que nos quieren contar. Porque, aunque diga la señora Chivite que “pasar de la violencia a la palabra es un éxito de la democracia”, no es verdad ¿qué diríamos si el asesino de su mujer y de sus hijos fuera en una lista electoral? ¿También sería un éxito de la democracia?

EH Bildu ya no son los herederos de los del tiro en la nuca, de los asesinos que sembraron el miedo y tiñeron de sangre España durante medio siglo; ya se han quitado la capucha para decirnos que son ellos. Entre los 44 terroristas de sus listas hay 7 condenados por asesinato dispuestos a reabrir las heridas, a recordar el dolor, a volver a sembrar el terror, a re victimizar a las víctimas. Podrían haber optado por hacer las listas sin ellos pero han elegido ponerlos, están envalentonados y no me extraña, por algo son socios de Gobierno.

La memoria histórica es recordar que ETA mataba, secuestraba, extorsionaba y quería causar el mayor daño posible. Todos fuimos sus víctimas, porque su objetivo éramos todos. Y ahora están en las instituciones financiándose con nuestro dinero y permitiéndose hablar de derechos humanos. Hay personas que no se pueden reinsertar, hay daños que no se pueden reparar. A muchos jóvenes no les dice nada el nombre de Miguel Ángel Blanco, lo cual demuestra que el terrorismo es una asignatura en la que lamentablemente suspendemos y eso es responsabilidad de toda la sociedad.

La madre de madre de Joseba Pagazaurtundua, exjefe de la Policía Local de Andoáin y militante socialista asesinado por ETA el 8 de febrero de 2003, le dijo a Patxi López tras su asesinato “Haréis y diréis cosas que nos helarán la sangre” y no se equivocó, sus palabras fueron premonitorias. Y así estamos, con la sangre helada por culpa de los que parecen no tener ni sangre, ni memoria, ni alma, ni dignidad. Los que permiten que los malos parezcan buenos, los que ensucian la democracia a cambio de un puñado de votos.