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La libertad

miércoles 22 de abril de 2020, 07:41h

Otra hoja del calendario, otro día que tachamos y un día más que sumamos.

Y el día de hoy no parece que vaya a ser muy distinto al de ayer, ni al de antes de ayer, ni posiblemente a ninguno de la pasada semana. Aunque ya nos encargamos nosotros de ponerle algo diferente en esta tarea que tenemos de sobrevivir para poder vivir a los días que vendrán. Y está claro que ese toque de optimismo se lo tenemos que poner nosotros, porque parece que el COVID 19 de momento no tiene buenas noticias. O al menos así nos lo transmiten sus gestores, que cuando parece que nos van dar un “halo de esperanza”, lo hacen de tal manera que se vuelve del revés. Y lo que creíamos que iba a ser una buena noticia, termina siendo mala y generando más incertidumbre. Y si no, que se lo pregunten a los padres con niños menores de 14 años, que después de ayer se han quedado peor de lo que estaban ¡En fin...!

La realidad es que seguimos confinados y cada día nos vemos menos capaces de planificar, porque no sabemos cuándo terminará el confinamiento y si recuperaremos realmente nuestra libertad. Algo que cada vez parece más dudoso, al menos en un futuro inmediato. O quizá lo que tienen preparado para nosotros sea una “libertad vigilada” ¡Quién sabe!

Y vuelvo a esa vida que teníamos antes del 15 de Marzo. Y suspiro añorando esa libertad de salir y entrar, de planificar, de coger el coche, el tren, el avión... Pero a la vez, me paro a pensar y me planteo ¿Realmente éramos libres...? Porque no sé si nuestra libertad es compatible con un mundo que nos marca el camino. Estamos llenos de “tienes que”, “debes de”, “hay que”... En definitiva, tan llenos de obligaciones y mochilas, que si pensamos en nuestra capacidad de elección es insignificante. Tan pequeña, que puede que nuestra libertad sea más bien una ilusión. La ilusión necesaria de sentirnos libres.

Pero es ahora cuando más valoramos esa libertad, aunque estuviera condicionada. Y en este pararme a pensar, lo que sinceramente creo es que muchas veces esos condicionantes nos los ponemos nosotros. Somos prisioneros porque siempre nos falta algo. Somos prisioneros de la queja. Somos prisioneros de la impaciencia. Somos prisioneros de la envidia. Somos prisioneros de las apariencias. Somos prisioneros de nuestro pasado. Somos prisioneros de nuestra ansiedad por el futuro. Somos prisioneros de la falta de tiempo. Somos prisioneros del apego. Somos prisioneros de nuestra dependencia. Somos prisioneros de nuestras vidas perfectas. Somos prisioneros de la culpa. Somos prisioneros de nuestra autoexigencia. Somos prisioneros de nuestra mente, esa que no podemos callar. Somos prisioneros de estar conectados permanentemente, aunque olvidemos lo más importante, la comunicación...

Por eso cuando esto pase, que pasará... Seremos más libres. Porque recordaremos que hubo un virus que vino y de verdad nos arrebató nuestra libertad. Y no sólo la libertad de movernos o la de tener, sino la más importante, la de Ser. Y fue entonces cuando fuimos conscientes, que en esa normalidad en la que nos gustaba vivir y en la que nos creíamos libres, realmente estábamos encarcelados. Pero era más fácil culpar a la vida o a los otros, antes que darnos una vuelta por nuestra celda y así no corríamos el riesgo de encontrar la llave, porque entonces se nos acabarían las excusas... Ojalá y nunca olvidemos que vivimos una época en la que nos privaron de ser libres y fue entonces cuando paramos, valoramos y recobramos nuestra verdadera Libertad.

Esther Ruiz Moya

Periodista

Esther Ruiz Moya es comunicadora, creativa, escritora y motivadora. Premio Círculo Rojo 2021. Colaboradora en medios en España y Estados Unidos. Autora del libro 'Cuando esto pase...', sobre la pandemia y el confinamiento. Autora del podcast 'A Contraluz', disponible en Spotify

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