Más allá de una estrella

A veces, la vida no lo pone fácil. Tiene ese lado inexplicablemente cruel que te noquea haciendo que te tambalees, de manera, que no sabes por dónde te viene el golpe, dejándote sin capacidad alguna para entender nada. Paradójicamente, tiene la extraña habilidad de regalarte lo mejor y arrebatártelo en un segundo para convertir tu mejor día en el peor de tu vida; ¿cómo encontrarle explicación a algo así?

La futbolista, Olga Carmona, pese a su juventud, experimentó esto el domingo cuando pasó a la historia marcando el gol que coronó a España como Campeona del Mundo en fútbol femenino. Fue tan generosa que el tanto se lo dedicó a su mejor amiga, que había perdido a su madre hacía unos días, subiéndose la camiseta y dirigiendo su gesto al cielo, sin saber que allí quien la estaba mirando realmente orgulloso era su padre.

No puedo ponerme en la piel de la madre de Olga, que fue a Sidney a apoyar a su hija junto a su hermano mellizo, en un viaje imagino interminable y lleno de dolor y, a su vez, repleto de esperanza, ilusión y absoluta entrega. Esta madre, generosa y admirable, habiendo fallecido su compañero de vida el día anterior, decidió no dar la noticia a su hija y al equipo para no desestabilizarlas. Ella sabía que había una nueva estrella en el firmamento que la haría brillar y cumplir su sueño, ese con el que soñaba cada noche desde que cambió los tacones de flamenco por las botas de fútbol.

El tatuaje que comparten Olga y su madre es más que un símbolo; solo desde ese infinito se entiende el amor con el que ha antepuesto el mejor, al peor momento de su vida. Un amor infinito que le hizo cruzar el mundo después de despedir a su marido para abrazar a su hija y acompañarla en la alegría inmensa y en el dolor inconsolable.

El 20 de agosto, España se olvidó de regiones y de colores porque todos vibramos y soñamos con nuestro país. Un equipo de mujeres nos emocionó, demostrándonos que con esfuerzo, ilusión, pasión y tesón hay sueños que se consiguen, barreras que se rompen y techos de cristal que se traspasan. Gracias por este regalo, gracias por ser referentes para tantas niñas y niños que querrán jugar como las chicas de la selección ¡Habéis hecho historia!

Gracias, en especial, a Olga y su familia por la lección de amor y vida que nos dejan. Mi oración y mi abrazo con todo el cariño en estos momentos de duelo. Os reitero toda mi admiración, respeto y gratitud.