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Pobres, pero seguros

viernes 31 de marzo de 2017, 08:31h

La Ministra Cospedal ha vuelto a sorprendernos con su incontinencia verbal. “Pobres, sí; pero honrados”. Así se definían, en otros tiempos, las gentes más humildes. En aquella contundente declaración se mezclaban el orgullo mal entendido, la impotencia y la resignación. Hoy en día, peritos como somos en la globalización digitalizada, aunque persistan las condiciones objetivas que alumbraron ese dicho popular, nadie se atreve a recuperar el chascarrillo. En todo caso, se modifica adecuadamente para adaptarlo a las circunstancias actuales. Eso es lo que ha hecho nuestra inefable Ministra de la Defensa. Desde que su nombre se imprimió en el Boletín Oficial del Estado María, Dolores de Cospedal se manifestaba con discreción y sensatez, pero el ejercicio protocolario del cargo que desempeña ha terminado por desatarle la lengua. La buena señora no puede evitarlo.

En el asunto que nos ocupa, recientemente, Cospedal explicaba en Washington los asuntos tratados con su colega norteamericano James Mattis, general por más señas y hombre clave en la nueva administración de Donald Trump. La Ministra pudo utilizar el manual diplomático en uso y hablar de las excelentes relaciones que España y Estados Unidos mantienen en la materia. En lugar de hacerlo, improvisó un alegato novedoso, tan peculiar como discutible. “De nada nos valen el subsidio de paro, la sanidad pública y la educación universal si no estamos seguros”. Cospedal actualizaba aquello de “Pobres, pero honrados” para convertir la frase en “Pobres, pero seguros”. Un lema que le suena a la Ministra más moderno y actual.

Con esa lindeza argumental Cospedal pretendía justificar una de las exigencias más reiteradas de Trump: que los aliados dupliquen sus aportaciones económicas destinadas a la defensa de Occidente. Si España atendiera con puntualidad esa reclamación, el Ministerio de Hacienda tendría que recortar otras partidas fundamentales de los Presupuestos Nacionales. Con el dinero extra que nos pide el Tío Sam se podría, sin ir más lejos, afrontar el déficit anual de la Seguridad Social. Es posible que Trump no lo sepa, pero Cospedal conoce perfectamente los problemas presupuestarios que nos agobian. Seguramente, digo yo, los pensionistas españoles vivirían más tranquilos y seguros si se resolviera, de una vez por todas, el problema que enturbia su futuro, pero esa cuestión importa un rábano al General Mattis y al Presidente Trump.

En lugar de templar gaitas y contentar al patrón, nuestro Gobierno debería revalorizar el compromiso activo que España protagoniza en ese terreno. Recuérdenlo: Zapatero y Obama acordaron que se instalara en el sur de España un escudo antimisiles. Con esa vanguardia operativa se blindó el mar Mediterráneo. Rota fue el lugar elegido. Desde entonces, en esa base atracan cuatro destructores de la Navy dotados con misiles SM-3, capaces de interceptar un ataque enemigo en un radio de 500 kilómetros. Cerca de 3.000 militares estadounidenses se acuartelan en el complejo. El despliegue se complementa con una fuerza de intervención inmediata compuesta por 2.200 marines y 21 aviones de combate. También se mantiene abierta la base militar de Morón de la Frontera.

Nuestras fuerzas armadas están involucradas en once misiones exteriores, algunas de ellas ubicadas en territorios tan peligrosos y comprometidos como Afganistán, Iraq, Somalia, Mali, Líbano o Turquía. Colaboramos también en la persecución de la piratería marítima en el Índico y reprimimos el tráfico de seres humanos en las costas de Libia. En ese empeño, con crisis o sin ella, hemos contribuido con los correspondientes recursos económicos. Por el camino nos hemos dejado las vidas de numerosos soldados españoles. A Trump le puede parecer poco, pero muchos pensamos que no se nos puede pedir más.

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