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Sánchez en campaña

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
viernes 21 de abril de 2023, 11:44h

“Hemos convertido un problema en un derecho”. Es el truco de prestidigitación de Pedro Sánchez en los inicios de su campaña electoral para las próximas elecciones municipales y autonómicas. Vale para todo eso de convertir palabras en derechos sin mencionar nunca las realidades. Los problemas siguen ahí y el derecho que va a solucionarlos se aplicará cuando las elecciones ya se hayan celebrado. ¿Es que no es consciente de que lleva gobernando cinco años? Estas promesas puede hacerlas un candidato de la oposición pero un presidente ejecutivo debe basar su discurso en realidades palpables, problemas resueltos y no proyectos de fecha imprecisa.

La realidad no puede ser más demoledora. 50.000 viviendas de la Sareb prometidas un domingo y a media semana convertidas en 9.000 disponibles. Otras están “okupadas”, deterioradas o aún por construir. Días después, en sede parlamentaria, degradada en mercado de trampantojos, ya hay otras 50.000 con cargo a fondos europeos aún no concretados. Llave no se habrá entregado ninguna antes de las elecciones y, después, ya se verá. No importa. La falsedad valía para un mitin o para cien. El derecho será objeto de una ley que se quiere aprobar aceleradamente antes de las elecciones, improvisada, sin cálculos de resultados y sin garantizar que la ley sea cumplida o no cumplida y sigan las “okupaciones”. Se va a legislar en unas semanas lo que no se supo hacer prácticamente en cinco años. Así son las precampañas del gran embaucador. Y visita a Joe Biden como traca final.

Pedro Sánchez está protagonizando una campaña de entidades territoriales desoyendo los consejos de su propio partido que le advierten que su presencia resta más que suma. Completa su presencia con la diarrea de ofertas legislativas poco estudiadas pero cuyas consecuencias servirán como propaganda preelectoral. Después de cinco años al frente del Gobierno, Sánchez promete lo que no fue capaz de hacer como si se tratase de un candidato novato a unos comicios en cuyas listas no está incluido. Es un derrape populista que lo confunde con los partidos parias, Podemos, Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Cataluña, Bildu y compañía. Pero todos estos parias a su izquierda tienen la disculpa de que ellos no han gobernado durante cinco años sin poner un ladrillo.

Se diría que miente lo suficiente para que las elecciones municipales se tiñan de tono plebiscitario y los votantes vayan a las urnas con más antipatía ante él que ante algunos conocidos alcaldes o discretos presidentes de la Comunidad que podrían resistir mejor por sí mismos que con su mala sombra de gobernante desahuciado. Es un caso psicopático de alguien que se cree imbatible cuando sus éxitos no han llegado nunca como producto de un liderazgo positivo sino como resultado de compraventas y concesiones encadenadas con todos aquellos que minan, a cambio de apoyos parlamentarios, la solidez del Estado Constitucional que Sánchez ha prometido defender. Amartelado con socios indeseables se permite asustar a los electores moderados del centro-derecha con el espantapájaros de VOX como si este legítimo partido constitucional fuese más repugnante que sus asquerosos asociados.

Sánchez desprecia la autocrítica y miente sabiendo que miente pero no le importa porque cree, como decía Goebbels, que una mentira a base de repetirse se convierte en verdad. No le importó romper semanas y semanas el Derecho Penal que defendía a los españoles de los delincuentes sexuales ni debilitar el respaldo en la calle a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Solo piensa en términos de una propaganda que le permita “volver a empezar”, como la vieja canción. Él es “progresista” un adjetivo que permite no rendir cuentas a nadie más que a su propio deseo de progreso personal. También se creían progresistas en sus días Napoleón, Stalin o Hitler, pero estos psicópatas megalómanos se apoyaban en fuertes medios militares y policiales como instrumento de gestión totalitaria. Sánchez solo se apoya en una escenografía barata —“Defiende lo que piensas”— que es como decir “piensa en mí” a un público cuidadosamente elegido entre quienes no tienen costumbre de pensar por sí mismos sino de hacer palmas al solista de turno como los palmeros de un tablao. Él se complace en ese entusiasmo relativo coral y artísticamente programado, e intenta sonreír pero no puede, por esa fría antipatía que produce la autocomplacencia vanidosa que inmoviliza los músculos de su cara de palo, tan recortada y repeinada por unos asesores de imagen tan aduladores como cantamañanas. Actúa como un charlatán de feria para defender su “lugar en la historia” sin asumir responsabilidades ni culpa alguna. Es un mentiroso pertinaz y sería un gran seductor si fuese capaz de alternar sus trolas con alguna verdad a medias.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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