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Tamames

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 27 de febrero de 2023, 12:36h

En 1956 se hizo público el encarcelamiento, procesamiento y juicio de siete personas que tuvo gran impacto en la opinión pública adormecida de aquella época. Éramos Dionisio Ridruejo, Miguel Sánchez Mazas, José María Ruiz Gallardón, Enrique Múgica, Javier Pradera, Ramón Tamames y yo. Estábamos comprometidos en un intento de apertura universitaria que pronosticaba el camino hacia una convivencia pluralista entre personas de distinta orientación política. Tamames era el más joven del grupo y hoy solo sobrevivimos él y yo.

Durante los largos años transcurridos desde entonces hasta la Transición cada uno eligió su ruta hacia el futuro político de España. Había dos vías: reforma o ruptura. Los rupturistas se acercaron al comunismo, más que por convicción ideológica por considerar que el PC era la única fuerza antifranquista operativa. Recuerdo oir varias veces a Javier Pradera decir que su flirteo con el comunismo provenía de su cansancio de escuchar la consigna “Franco sí, comunismo no” y decidió que él diría “Franco no, comunismo sí”. De todos los otros solo Tamames se vinculó institucionalmente, llegando a ocupar escaño comunista en el Congreso. Múgica llegó con el socialismo de Felipe González y Ruiz Gallardón y yo fuimos diputados de la Alianza Popular antecedente del actual Partido Popular.

Cuando los Pactos de la Moncloa hicieron viable la reforma política en torno al eje de la monarquía todos volvimos a encontrarnos en una concordia pluralista en la vida pública que desembocaría en un proyecto constitucional redactado por una comisión parlamentaria formada por miembros de todos los partidos con representación parlamentaria ganada en unas elecciones libres que figuran retratados en uno de los más solemnes salones del Congreso. Esta Constitución fue aprobada por las Cortes Generales, es decir Congreso y Senado, y después refrendada por el pueblo.

Es una vileza, propia de advenedizos llegados a la política como aves de rapiña, mantener que la aceptación de la Transición por parte de los antiguos rupturistas obedeció al miedo a reacciones del tardofranquismo que es como considerarles cobardes o traidores. Su decisión valiente e inteligente fue consecuencia de su lealtad al sentimiento mayoritario de los españoles que no dio respaldo popular estimable a la ruptura y se expresó inconfundiblemente deseosos de una mutación del sistema pacífica y legalista, asumiendo el proceso “de ley a ley” que predicaba Torcuato Fernández Miranda. Tanto fue así que Felipe González se desprendió de las asperezas rupturistas y marxistas y ganó las primeras elecciones en favor de la izquierda con la palabra más tranquilizadora de “cambio”.

Ramón Tamames pasó por distintos avatares del flujo político pero siempre continuó siendo un funcionario, como economista del Estado, al servicio de los españoles y un magnífico catedrático de Economía con una visión de la estructura económica de España que arranca desde los años en que tuvo ocasión de trabajar por la europeización de nuestra economía en los tiempos del ministro Alberto Ullastres. En nuestros días se le ha ocurrido a Santiago Abascal, presidente de VOX, presentarlo para encabezar una moción de censura constructiva sin probabilidades de éxito. Quienes consideran frívola esta iniciativa y que carece de interés por su previsible derrota parten de una interpretación rácana del artículo 113 de la Constitución que permite al Congreso exigir responsabilidades al Gobierno con una fórmula lo suficientemente abierta como para que varias mociones puedan debatirse a partir de la propuesta de la décima parte de los miembros del Congreso. Si solo pudiera presentarse la censura cuando se contase de antemano con la mayoría absoluta garantizada estarían de sobra estos debates como confrontación teórica.

Hay quien opina que el probable fracaso de esta moción de censura es ofrecerle un triunfo a Pedro Sánchez. No es ningún triunfo que Pedro Sánchez tenga que recurrir, una vez más en vísperas electorales a quienes él llama “bloque de investidura”, hoy tan fraccionado y contradictorio y aficionado a marcar diferencias que aleje a cada uno del sombrío declive de Sánchez registrado en todos los sondeos de opinión. Si este mantiene, y previsiblemente mantendrá, su asociación con tardocomunistas y separatistas, será para prolongar unos meses su estancia en la Moncloa y será, como otras veces, a cambio de negociaciones visibles o tapadas, con privilegios económicos o rebajas en las defensas jurídicas del Estado en favor de las minorías antisistemáticas y disgregadoras que forcejean por destruir la idea de España como nación. Concesiones repelentes y chapuzas legales que contribuyen al rechazo creciente que suscita el presidente del Gobierno.

El actual presidente no se va a beneficiar por el intento de censura. A Sánchez le tiemblan las piernas en sus pantalones de pitillo al pensar cómo enfrentarse en escena cara a un personaje con la trayectoria, el talento y la independencia de Tamames, tan superior a su imagen desacreditada a pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación oficiales u oficialistas. No podemos imaginar que recurra al fácil argumento de afearle que acepte una iniciativa que parte de VOX. VOX es un partido constitucional como otro cualquiera, a la derecha de la derecha y sin otra tacha que lo estigmatice. No es nada comparable al corro de la patata con que tendrá que contar Sánchez de tardocomunistas, intervencionistas desde la economía hasta el sexo de los españoles o enemigos sin disimulo de la unidad nacional. El Congreso no se frivoliza con esta iniciativa sino que procura una mayor visibilidad que se le regatera con el abuso a que le somete el Gobierno con su exceso de decretos y la falta de trasparencia en sus comparecencias y contestaciones. VOX solo ganará una cuota de publicidad por su feliz ocurrencia durante unos días y el PP no tendrá nada que ganar ni que perder contemplando un debate ajeno a su propia estrategia electoral con la que seguirá siendo el partido de amplio espectro de centroderecha como única fuerza capaz de desmontar a Sánchez del poder. Por el contrario, Sánchez solo puede presentar una legislatura de indignidades y chapuzas ante el posible alegato de Tamames.

Al PP no le perjudicará nada que otro partido, más a su derecha, pueda disfrutar de unos días de protagonismo de pantalla y que Ramón Tamames analice el momento político desde la tribuna del Congreso. Ramón Tamames ha acertado al aceptar su designación como candidato y prestándose a exponer con su sola presencia la posibilidad de concordia de los españoles frente a la España fracturada de Sánchez. Esta moción de censura desinteresada frente al Gobierno de Sánchez y sin ambición de sustituirlo necesariamente solo dañará a Sánchez y dejará en sus posiciones consolidadas al PP y a VOX que seguirán siendo lo que son. Los españoles generosos le agradecerán a Tamames su salida a escena, sin ambición ni beneficio personal, con un mensaje de clarificación frente a un Gobierno de oscuros compromisos con los sectores más excéntricos de la política antiespañola.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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