Yolanda y un italiano

Luca Constantini, un italiano nacido en Bolonia en 1983 se ha atrevido a escribir una biografía de Yolanda Díaz con el subtítulo de “La seducción del poder”. El primer capítulo se llama “El mirlo blanco” y hace pensar en una loa propagandística sobre el personaje para salvar a la izquierda de la izquierda del cataclismo anunciado de “Podemos” como muleta de Pedro Sánchez. Pero la descripción de las traiciones y ocultaciones de Yolanda parecen desmentirlo, salvo que se trate de un método inteligente para que su tortuosa carrera quede confesa y perdonada como necesarios escalones de su ascensión hasta la deseada meta de “la primera mujer presidente de España” o sea: el huevo empollado bajo las nalgas de Pedro Sánchez.

El italiano intentó comprender a mi compleja paisana con el tópico de que por ser gallega, garantiza habilidad política y capacidad de seducción. Se nota que viajó a Galicia para percatarse de nuestras virtudes nativas. Pero la galleguidad es mucho más compleja que una habilidad de seducción colectiva. Yolanda nació en nuestro clima marinero de Ferrol donde nacen gallegas ferrolanas y ferrolanas gallegas. Ella, hoy, es una ferrolana gallega, tras haber sido gallega ferrolana, en su época del BNG a la sombra de Beiras, tan espectacular como autolimitado. El Italiano visitó Galicia como un turista superficial y habla de Fene como “un pueblo” sin notar que es más bien una línea prolongada de conurbación en ese despliegue naval e industrial llamado Ferrolterra. Esa condición de “fenicia” hace pensar en comercios prerromanos que nada inciden en el actual ferrolanismo. Por si hubiese dudas de la improvisación del italiano nos describe la ría como “bañada por las fragatas del ejército”. Descripción insólita, no solo porque serán las fragatas las que se bañen en la Ría y no la Ría en las fragatas. Pero aún suena más raro lo de “las fragatas del ejército”, como no lo diría ningún ferrolano para quienes el ejército no es un concepto general defensivo sino el Ejército de Tierra, los de caqui, que ningún ferrolano confunde con el azul marino de la Armada. El italiano, a pesar de su epidérmica interpretación del galleguismo, descubre la ambición de Yolanda que no quiere “estar a la izquierda del PSOE, le regalo al PSOE esa esquinita” lo que quiere es ser la primera mujer “presidenta de España”. Que aún es más que presidenta del Gobierno.

Sánchez, cuando se sintió apremiado por la moción de censura de Tamames, lanzó a Yolanda como el misil explosivo que le quedaba en su silo para recuperar equilibrio y coalición pero le salió un misil-boomerang. De nada sirvió el lapsus del subconsciente de Patxi López de “presidenta segunda”, alzándola sobre Nadia Calviño y las beatorras de “Nosotras Podemos”. Ella va a otra cosa que ser marca blanca de Sánchez porque es la hija de Suso Díaz, el sindicalista más destacado de Galicia que siempre supo que Ferrolterra no dependía de las reservas de sus hórreos sino del sector naval y civil, los petroleros de cuando el cierre de Suez, las palas de las energías eólicas, la energía térmica de Las Puentes y la gasifactoría de Mugardos. Son leucocitos en la sangre de una nación soberana y no las gilipolleces de una cafetería de facultad y es lo que inevitablemente mueve las faldas de Yolanda con mejores vuelos que los pantalones zurcidos y remendados del monstruo de FrankensteinSánchez. Algo que provoca un sentido del Estado opuesto al populismo de Podemos y a las mesas de negociación de Sánchez con los separatismos. Quiere decir que vale más Yolanda como mujer que Pedro Sánchez como hombre.

Lo peor es que el “nuevo proyecto de país” de Yolanda está diseñado en el mundo fantástico de “al otro lado del espejo”, como en el cuento de “Alicia en el país de las maravillas” porque, como dijo el irónico Tamames, “creo que se llama Sumar” ¿A quién espera sumar Yolanda Díaz? ¿Es que cree que unas elecciones se pueden ganar sin un partido disciplinado y extendido por toda la trama circulatoria de un país de cuarenta y cinco millones de habitantes? Su resistencia a comprometerse plenamente en las inmediatas elecciones municipales hace imposible tramar un tejido electoral operativo para las siguientes elecciones generales solo contando con algunos supervivientes mal hilvanados con los tenues filamentos de “Sumar” y los harapos residuales de “Podemos”.

Así es como Sánchez parece haber hecho un pan como unas tortas creyendo que lanzar a Yolanda le iba a servir para evitar el derrumbamiento a su izquierda que le impida prolongar la pesadilla de Frankenstein. Tampoco creo que Yolanda vaya a ser el relleno suficiente para reforzar este Gobierno semestral en el que ha tenido que sustituir a dos ministras para cubrir candidatas a alcaldesas de mal pronóstico por dos caballeros muy de tercera división. Toda la operación es un atolondramiento estratégico de Sánchez. Ni va a conseguir evitar la descomposición de “la izquierda de la izquierda” con la resbaladiza Yolanda ni que esta, en el mejor de los casos, le conceda la primacía si, en las futuras elecciones generales, ella lo supera en expectativas de voto. El italiano va a necesitar muchísimo tiempo para proseguir la compleja biografía de una sindicalista de Ferrolterra capaz de transformarse digitalmente con algoritmos de inteligencia artificial. Como ferrolano se lo advierto.