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Cuando nadie quería preguntar nada sobre el rey

Cuando nadie quería preguntar nada sobre el rey

viernes 17 de julio de 2020, 09:57h

'Los Servidores del Estado' como les gusta llamarse a todos esos presidentes, ministros, testaferros, lacayos y pelotas han sido los grandes culpables, con Juan Carlos de Borbón, de haber permitido durante 40 años un tipo de corrupción continua, cutre, inmoral e impresentable como la que ha vivido España en el palacio de La Zarzuela. Se jactaban de que vivíamos en una monarquía parlamentaria pero no nos dejaban ni asomarnos a esa hedionda cloaca. Ahora comienza a saberse por qué. Una película de Torrente es menos casposa que lo que estamos conociendo.

Sabino Fernández Palacio, que salvó a Juan Carlos de la ignominia, habiendo sido éste uno de los grandes responsable del 23 F, no le gustaba lo que veía en la conducta del rey en temas de amantes y dinero y hacía lo posible para enderezar conductas que si se hubieran sabido, el inquilino de Palacio no hubiera hecho de su capa un sayo como el tiempo está demostrando. Un mal día para él, el rey le dio la patada, pero el general franquista se llevó todos sus secretos a la tumba. Un gran encubridor.

José Joaquín Puig de la Bellacasa es un diplomático que fue nombrado Secretario General de la casa Real y duró lo que dura un suspiro. Se fue despavorido viendo que se había convertido en un mayordomo de un crápula. Tiene 89 años y no ha dicho esta boca es mía.

Esta es la gran responsabilidad de la clase política e institucional española haber permitido todo esto, no haber dicho nada y presionarnos a los que señalábamos lo que estaba ocurriendo para que calláramos. Yo no lo hice.

Un buen día y después de decirnos Juan Carlos que estaba muy preocupado por el paro juvenil nos enteramos que se había caído en Botswana en una cacería de elefantes acompañado de su amante. Ahí comenzó a saberse algo más que dio con sus huesos en la abdicación. Ahora con Villarejo en la cárcel y Corinna cantando la traviata el impresentable Eduardo Inda en su OK Diario nos dice que el rey tenía en Palacio una máquina de contar dinero, que los ojos se le ponían como chiribitas contando manualmente billetes y que andaba por Suiza con un maletín lleno de dinero como cualquier mafioso de película y que pagaba cash los gastos de sus válidos y daba millones de euros de comisión a su querida en muestra de agradecimiento. Pronto se sabrá que fue Villar Mir quien le construyó el pabellón para que la amante con su hijo vivieran en el recinto de La zarzuela rodeada de ciervos y gamos. Todo un escandalazo. Pero nadie se enteró.

Es como Ramón Jauregui que siendo delegado del Gobierno en Gasteiz y teniendo a su cargo la policía nunca se enteró de los asesinatos de los Gal. Pero sigue dándonos clases de moral y ética.

En una comparecencia parlamentaria le pregunté al supermonárquico y gran culpable como encubridor, José Manuel García Margallo por estas cosas. Me dijo que el rey era el mejor embajador de España y que hacía muy mal poniendo en duda su trabajo. Yo le respondí que más que embajador era un comisionista y que me gustaría que el Tribunal de Cuentas investigara sus andanzas. Me montó un auténtico pollo y me dijo de todo. Lo atribuyó a que yo era un nacionalista desestabilizador. El sábado en la sexta le sigo viendo pontificando y eludiendo decir la verdad ante tanta podredumbre. En otra oportunidad le pregunté qué hacía un jefe del estado llevando a su amante en viajes oficiales como era el caso de Corinna. Otra bronca. A los quince días en una entrevista en El Mundo reconoció que la falsa princesa trabajaba como lobista y que eso era legal. La democracia española es así. Se puede mentir en el parlamento y dar semejante explicación y no pasar nada.

El Sr. Borbón es culpable pero no menos todos estos presidentes, embajadores, ministros, jefes del Cesid y CNI, Juan Luis Cebrián y Prisa y todos los medios monárquicos empezando por Anson y su trasnochado monarquismo que llegaba en su babosidad a llamar a Don Juan, el padre, Juan III.

Creo haber sido el primero en haber denunciado todas estas inmundicias. Sufrí presiones sin par y mucha incomprensión. ”No agites las aguas”, ”te estás metiendo en un follón”, ”¿Qué buscas?”, ”eres peor que un comando de ETA”….y lindezas de este tipo. Pero logré editar dos libros donde decía en el fondo que la monarquía estaba protegida por la censura y que todo era un montaje de bacanales, corrupción, amantes, coches, motos y mucho cuento.

Hoy los socialistas ya no son juancarlistas, los medios comienzan a señalarle con el dedo y ahora el debate es si lograrán colocar un cortafuego suficientemente poderoso para salvar a Felipe VI de la quema, el hombre que, repito, como Ramón Jauregui con el GAL, nunca se enteraba de nada.

Y saco esta foto porque en el programa de Risto Mejide han sacado esta camiseta. Uno no está acostumbrado a que le reconozcan nada, pero no está nada mal que con el tiempo te digan que mientras los demás callaban tu denunciabas una inmundicia.

Eskerrik asko!!!

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