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De lo que Bildu no quiere que se hable

viernes 28 de febrero de 2020, 11:06h
De lo que Bildu no quiere que se hable

Quien haya escuchado al Coordinador General de Bildu Arnaldo Otegi en su entrevista este miércoles en radio Euzkadi, pensaría que era una persona presta a salir hacia Suecia a recibir el Premio Nobel de la Paz, o al Tibet a predicar la paz universal con el Dalai Lama o al Vaticano a salir al balcón a dar la bendición Urbi et Orbi.

Su argumentación contra la política de la bici estática, la falta de controles, lo mal que está todo, la superación de lo que él considera el centro derecha vasco y sobre todo ese mantra de que hay que mirar al futuro y no hurgar en el pasado se daba de bruces con lo que sucedió poco tiempo después en la presentación de un libro donde el Lehendakari, Iñigo Urkullu, ha realizado un reconocimiento a "la resistencia democrática" del empresariado vasco ante los años vividos en Euzkadi de violencia de ETA y ha destacado "la injusticia y el sufrimiento cruel e inhumano" que sufrió este colectivo, con la extorsión y la "amenaza de muerte indefinida".

Además, ha asegurado que la banda, de la que formó parte Otegi, y quienes consideraron "lícito" el terrorismo, en alusión a la izquierda abertzale, tienen "una enorme deuda con el pasado" y deben reconocer "el mal causado" injustamente. En este sentido, ha afirmado que estos "crímenes se ampararon en una estructura ideológica perversa que consideró que matar, atacar o extorsionar a un semejante era un medio legítimo para obtener fines políticos".

Urkullu ha escrito el prólogo del libro "Los empresarios y ETA, una historia no contada", presentado este miércoles en Bilbao por el presidente de Petronor -compañía que ha editado la publicación-, Emiliano López Atxurra, persona que viene de EE, el profesor y abogado Juanjo Álvarez, y el director de relaciones institucionales y comunicación de Petronor, José Ignacio Zudaire.

En su texto, el presidente del Gobierno vasco considera que este volumen es "una pieza necesaria en la construcción de una memoria crítica de lo padecido" en Euzkadi como consecuencia del terrorismo.

"Mirando al pasado, recordamos lo que no debe volver a ocurrir y, desde ese punto de vista, pensamos principalmente en las víctimas", apunta, para indicar que en esta publicación este reconocimiento se dirige, en particular, a los damnificados por el chantaje y la extorsión a empresarios y directivos de empresas.

Iñigo Urkullu recuerda que, durante décadas, ETA "asesinó, hirió, amenazó, extorsionó, secuestro, acosó, y lo hizo contra distintos colectivos", entre ellos los empresarios. "No hablamos de una entelequia, sino de historias reales de sufrimiento profundo y prolongado que afectaron a personas de carne y hueso, y a sus familias", asegura.

A su juicio, "este recordatorio es solamente el reflejo de un hecho objetivo que no tiene valor suficiente, si no va acompañado de una valoración crítica de lo que supuso". "Nunca nadie debió ser asesinado, herido, secuestrado, extorsionado ni acosado. No hay justificación, fue radicalmente injusto", añade.

El Lehendakari subraya que "se trata de crímenes que se ampararon en una estructura ideológica perversa que consideró que matar, atacar o extorsionar a un semejante era un medio legítimo para obtener fines políticos".

"El terrorismo, la violencia y las vulneraciones de derechos humanos fueron posibles porque grupos y personas consideraron que la defensa de una convicción tenía más valor que la dignidad humana. En el futuro, nunca más, ni una causa política o razón partidaria, ni ninguna otra certeza deben situarse, como si fueran un valor absoluto, por encima del valor de los derechos humanos, la persona y la vida", manifiesta.

Por ello, remarca que "sus autores, y quienes consideraron que esto era lícito, tienen una deuda política: reconocer la injusticia provocada". "El mal causado se extiende a toda la sociedad, pero se concentra en el sufrimiento inmenso, radical e irreversible causado a las víctimas y a sus familias", indica.

En esta línea, recuerda "el daño injusto" a los empresarios, sometidos al denominado 'impuesto revolucionario', a través de misivas en las que se les extorsionaba. "El sufrimiento que provocaron aquellas cartas con el sello de ETA que, a lo largo de los años, recibieron varios miles de empresarios fue específico y especialmente cruel e inhumano", manifiesta.

¿Alguien se extraña de que Otegi no quiera ni oir hablar de estas cosas que considera viejas y superadas, considere que Urkullu está amortizado y que ellos son el futuro?

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